Opinión
Dialéctica de los tres géneros: La praxis como escenario de cruce
lunes 3 noviembre, 2025
Antonio Sánchez Alarcón
Ningún género existe en estado puro. El varón sin lo femenino es una entelequia; la mujer aislada del varón, una abstracción; y el llamado “tercer género” no es una novedad, sino la constatación de que lo humano ha sido siempre mezcla, conflicto, desplazamiento.
La identidad no es una esencia, sino una praxis. No se “es” un género: se lo habita, se lo ejerce, se lo discute. La vida cotidiana desmiente cualquier pretensión de pureza. El deseo, el lenguaje y la imaginación cruzan las fronteras que los códigos sociales intentan fijar con torpeza normativa.
La praxis humana —ese territorio donde se piensa, se ama, se fracasa— es el lugar donde los géneros se entrecruzan, se contaminan, se niegan y se necesitan. La masculinidad y la feminidad no son polos opuestos sino tensiones dinámicas. Y el “más allá del género” no es una tierra prometida, sino una zona inestable que también se puede convertir en trinchera.
La dialéctica, en este contexto, no es solo un método filosófico sino una herramienta política y vital. Pensar en géneros no es elegir entre tradición o disolución, sino observar cómo operan en el cuerpo, en la cultura, en el poder. Lo humano no es ni pura construcción ni esencia inmutable: es un tejido de sentidos en pugna.
El dogma conservador que defiende esencias eternas se equivoca tanto como la arrogancia progresista que pretende abolir toda categoría. La pregunta no es cuántos géneros existen, sino qué hacemos con ellos. Cómo los vivimos sin convertirlos en prisión ni en fetiche. Cómo los enseñamos sin repetir moldes ni imponer catecismos.
Quizás el reto no sea abolir los géneros, sino aprender a habitarlos sin miedo. Celebrar su entrecruzamiento no como amenaza, sino como la más humana de las certezas.









