Alonso: «Nos queda el sabor amargo de perder un punto a cuatro vueltas»
25 de noviembre de 2024
Eduardo Marapacuto
La esencia y naturaleza del imperio norteamericano están diseñadas en la vertiente de tres propósitos: 1) dominar el mundo, 2) saquear la riqueza de los pueblos y 3) aniquilar su población. De allí que no sorprenden para nada las confesiones del supremacista anaranjado, Donald Trump, quien recientemente ha declarado que las intenciones reales de su gobierno y las suyas propias eran causarle el mayor daño a Venezuela y a su gente, para adueñarse de nuestro petróleo. Ahora bien, no se trata de una intención sino de una verdad revelada una y otra vez, y lo que ha hecho Donald Trump es repetirla sin ningún tipo de prejuicio, con la lucidez de la arrogancia y la fuerza potencial de un imperio que no se frena ante el derecho y la soberanía de los países.
El pueblo de Venezuela y el resto de los pueblos del mundo saben que los Estados Unidos quieren desatar una tempestad de fuego sobre nuestra patria y en medio de ese trágico espectáculo contemplamos con calentura la violación de todos los principios del Derecho Internacional. Precisamente aquí es donde se requiere unir nuestras energías en la fuerza de los sentimientos y en la aspiración común de trabajar por la grandeza y bienestar de nuestra Patria. Así tiene que ser, porque como pueblo, hijos del ideal súblime de la libertad, debemos vivir las 24 horas del día con el pensamiento puesto en nuestra Patria; ese debe ser el punto focal de nuestra vida y el justificante de nuestra existencia.
A palabras necias oídos sordos, dice el refrán popular; así que nada nos asuste, nada nos atormente. Hay que estar bien claros que la lucha que libramos no es otra cosa que la lucha de todos los siglos, donde la acción y los intereses le imprimen el carácter de lucha permanente, lucha perpetua entre dos fuerzas político-ideológica-sociales totalmente antagónicas: el imperio que quiere reconquistar para imponer el orden caduco de la dominación y nosotros que queremos avanzar y consolidar nuestra propia realidad. Que nuestro deseo de resistir y vencer sea el acto de heroísmo que nos identifique en este nuevo Siglo, asi como nos identificó durante los siglos XIX y XX. Hoy invocamos a Bolívar y a Chavéz para que la lucha siga y sus ideales son como dos antorchas que nos alumbran el camino para derrotar a los traidores y a los imperios que quieren poner sus garras sobre el suelo sagrado de nuestra patria.
La dinámica geopolítica mundial y el movimiento de las placas téctonicas del viejo Orden Unipolar, se reacomodan para configugar el mundo multicéntrico y multipolar, donde los tiempos van en contra del imperio norteamericano, cuyo cataclismo debe aparecer en cualquier momento de estos amaneceres, donde ya comienza a brillar el sol de los BRICS. Debemos unirnos a las grandes naciones que dan luz y alejarnos de aquellas que solo propician la muerte y el terror.
Lo que dijo Donald Trump sobre Venezuela pareciera que es la voz del infierno, y es que así son las voces de los criminales, que hablan de muerte y dolor, no les importa nada. Pero a nosotros si nos importa y nos duele pensar como iban a masacrar este pueblo. Ese grandísimo genocida venía por nuestra riquezas, por nuestro petróleo. Aquí está este pueblo, desde siempre, luchando por su libertad y seguiremos luchando hasta el final de los tiempos, porque Venezuela se respeta. Si bien es hermoso luchar por una Patria, también es hermoso tener una Patría por la cual luchar. ¡Qué así sea!
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas.
Investigador RISDI-Táchira
Investigador del CESYC
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