Ciertamente, por demás, bellísimos. Ellas son dos grandes ideales humanos verdaderamente deseadas y nunca satisfechas a plenitud, según algunas personas que, aparentemente, las poseen. Puede ocurrir, en este caso, que ellas son muy huidizas, o que las exigencias personales no tienen límites.
Antes, en los tiempos de estabilidad económica y social de Venezuela, esos vocablos eran empleados casi hasta el cansancio por las personas de todos los estratos sociales para expresar congratulaciones a sus afines y amistades. Ahora, tan bella costumbre ha entrado en desuso por causas muy ajenas a la voluntad personal. Paz y felicidad son vocablos de grata pronunciación y audición, como si se asemejasen a aires musicales.
Ambas cuentan con definiciones propias, y aluden a estados del ánimo: al gran bienestar personal, al sosiego y al remanso de tranquilidad que experimentan las personas cuando están libres de sobresaltos. Es lo que conduce a la verdadera armonía en las relaciones interpersonales. Volviendo a los dos vocablos, ellas no son ambivalentes, por el contrario, se complementan, cada una sirve de camino para acceder a la otra. Son estados emocionales que animan la vida; si no llegan solas, espontáneamente, puede deberse a que son escurridizas, y se hace necesario buscarlas haciendo esfuerzos, apartando malos pensamientos y asumiendo una muy positiva actitud mental.
Bien sabemos que los grandes conflictos emocionales que padecemos se traducen en tropiezos que desestabilizan e impiden el positivo ánimo personal; tratemos de sobreponernos. No nos rindamos, la solución a la inmensa crisis no está en nuestras manos, pero vendrá; esperanzas sobran.
Las causas del desuso de las agradables felicitaciones son bien conocidas. Pues, más del 80 % de la población venezolana no se siente en paz, y menos disfruta de la felicidad. Así las cosas, al fallar la carga emocional, el ánimo y el entusiasmo decaen y, con ello, todo lo demás. Al decaer la alegría, que es la mejor compañera de ruta, quedamos desinflados para desempeñarnos emotivamente en las actividades cotidianas de la vida diaria.
Y, ¿cuáles son las causas determinantes de esa tragedia? Ya las hemos señalado y son conocidas perfectamente por propios y extraños, por todos los venezolanos y por quienes están más allá de nuestras fronteras. Además, la causa determinante son las bien conocidas carencias, deliberadamente creadas para que los desasistidos, los desamparados, sientan la necesidad de buscar apoyos, de arrimarse a quienes puedan auxiliarlos interesadamente, a costa de la antihumana sumisión. Esa es la gran tragedia que se vive en Venezuela y ha repercutido en todo. La emigración es forzada y la hacen huyendo de la catástrofe y prefiriendo la aventura antes que quedar exhaustos aquí. Buscando la sobrevivencia a como dé lugar. Paz y felicidad son vivencias naturales, así que es pueril decretarlas. (Eliseo Suárez Buitrago) [email protected]