La ONU recomienda a los países miembros levantar el empadronamiento censal al inicio de cada década. Es decir, en los años terminados en “0” y en “1”. La idea consiste en contar con etadísticas coetáneas y confiables para todo el globo. Sin embargo, algunos países deciden adelantar o atrasar el evento demográfico por distintas circunstancias. Chile y Perú, por ejemplo, lo han
realizado en 2017, y Colombia en 2018. Venezuela viene cumpliendo con el lineamiento
internacional desde 1941. Las recomendaciones incluyen algunos aspectos comunes para todos los eventos censales, independientemente del lugar donde estos se realicen. En el marco de la ronda censal de 2020, las autoridades venezolanas anuncian una nueva metodología para la realización del XV Censo Nacional de Población y Vivienda: boleta digital, código QR o cédula inmobiliaria para los inmuebles, declaración voluntaria de los usuarios a través de internet, entre otros aspectos
novedosos. México también anuncia el uso de dispositivos electrónicos para el empadronamiento a realizarse en marzo de 2020.
La importancia de los censos es indiscutible, aunque en el caso venezolano pareciera
necesario multiplicar los esfuerzos de divulgación sobre la viabilidad de los mismos. El uso de
información estadística o demográfica actualizada es la herramienta inmejorable para la
planificación del desarrollo y el diseño de políticas públicas en todos los órdenes. De hecho, así se viene planteando desde hace varios años en los debates y foros internacionales realizados a
propósito del diseño y aplicación de los eventos censales en cada uno los países. Además, el peso demográfico es uno de los basamentos utilizados para la distribución de los presupuestos por
entidades administrativas. Incluso, esa misma proporcionalidad aplica en el diseño de los circuitos electorales. Pero resultaría muy prolijo analizar todos estos aspectos individualmente. El
empadronamiento censal reporta diversos beneficios en todas las áreas del quehacer cotidiano de los países. La tarea fundamental consiste en garantizar estándares de calidad y confidencialidad en el levantamiento, tratamiento y uso de la información final.
La realización del censo plantea retos y expectativas. Pero también despierta temores en los sectores menos informados, sobre todo si en el debate se involucran intereses con evidente
trasfondo político. En esencia, el operativo censal es la instrumentación técnica de mecanismos confiables para recolectar información demográfica y socioeconómica. La diatriba tendría sentido si se hiciera hincapié en la estructuración del cuestionario, en la confidencialidad de los datos y el tratamiento de los resultados. Nada cuesta comparar el diseño de la boleta usada en Venezuela con la de otros países, para disipar los miedos y temores, o para garantizar la fidelidad en la declaración por parte de los jefes de hogar. En ese punto debe concentrarse la tarea divulgativa de los
organismos encargados del empadronamiento. La declaración falsa distorsiona el sentido y utilidad del censo. ¿Vale la pena dilapidar una inversión de tal magnitud por la propagación de rumores? No puede apostarse ni por el subregistro ni por el sobrerregistro. ¿Cómo puede tomarse cualquier
decisión si los datos recogidos no son fidedignos? Ahí está el reto… Geógrafo. /José de la Cruz García Mora/
José de la Cruz García Mora