Pedro A. Parra *
Voy a comenzar este artículo con una estrofa del poema de Andrés Eloy Blanco, “Canto a los hijos en marcha”:” Madre, si me matan, que no venga el hombre de las sillas negras; que no vengan todos a pasar la noche rumiando pesares, mientras tú me lloras; que no esté la sala con los cuatro cirios y yo en una urna, mirando hacia arriba…Y una palabra: JUSTICIA, escriban sobre la tumba…”
Sí, me hace llorar este poema cada vez que lo recito, a mi memoria vienen tantos recuerdos que iluminan mi mente y me pasan la bella película de mi Venezuela y cómo era ella de risueña, de hermosa, de próspera, de conocida por aquellos visitantes nacionales y extranjeros que venían buscando tranquilidad y felicidad en esta tierra del sol amada, del relámpago del Catatumbo, de la tierra de la cordialidad, de los llanos, de las mesetas, de las montañas, del calor contagioso del estado Falcón, de las nubes, y de todo aquello que la hacía mágica e irresistible, que la hacía acogedora y tierna, y que propios y extraños venían a consentirla y a dejarse consentir por ella. Pero, ahora, la Patria se nos está muriendo; está en terapia intensiva; clama por nosotros, para que la enfermedad no se haga crónica y se extienda sobre ella y haga imposible su rescate.
“En la esquina de Miracielos agoniza la tradición. ¿Qué mano avara cortaría el limonero del Señor…” Tráenos ¡Señor! otro limonero, como ese del cual nos habla de nuevo Andrés Eloy Blanco, pero, no nos los traigas para plantarlo, ya que se tardaría mucho en producir sus frutos; pídele al ¡Señor!, Andrés Eloy, que venga ya con los limones listos para poder exprimirlos y sacar de ellos esa amargura que al volverse jugo, nos traiga la oportunidad de alejar esta peste, esta pandemia, este cáncer que al hacer metástasis, está acabando con las entrañas de nuestro país.
Avísanos con tiempo, para que podamos gritar, como en aquella oportunidad. “¡Milagro”! “Es bálsamo, cristianos, el limonero del Señor”, y corramos todos, como ayer corrimos, a arrancar esa cosecha de curación, que en la esquina de Miracielos de los cielos enviaba Dios, y se curaron los pestosos bebiendo el ácido licor con agua clara de Catuche, entre oración y oración. ¡Cúranos de nuevo ¡Mi Señor!, ¡cúranos de nuevo!, y que florezca otra vez tu limonero.
También he recordado en esta hora crítica que vive la patria de Simón Bolívar y nuestra, a Juan Antonio Pérez Bonalde y su poema “Vuelta a la Patria”, y ¿por qué?, por todos aquellos compatriotas que se han visto en la necesidad de abandonar su terruño¸ de dejarnos solos. Cuánto añoro que el auriga vuelva a gritar ¡Caracas, allí estás!, San Cristóbal, allí estás; Maracaibo, allí estás; Venezuela. allí estás; venimos a abrazarles de nuevo y despertar de nuevo, y tener nuestros propios sueños y una sonrisa amplia anuncia nuestra alegría: ¡Estoy en mi patria, he regresado de nuevo!
Queridos amigos y amigas: Las venas de nuestra patria están abiertas y por ella fluye sangre roja y pura que demuestra rabia, impotencia y dolor; vamos a cerrar esa herida, vamos a continuar luchando y clamando ante el mundo, para que podamos de nuevo “Tener Patria”, y poderla admirar como siempre, y poderla arrullar en nuestros brazos y poderla sentir como una madre, como una hija, como un hermano, como un pariente muy cercano. ¡No dejemos morir la Patria! ¡No dejemos que ella fallezca! Es nuestra responsabilidad buscar fuerzas, esa misma que tuvieron nuestros libertadores, para poder rescatarla y admirarla.
¡Qué bonito es tener patria! ¡Qué hermoso es caminar por ella y ver cuán bonita es!; penetrar con nuestra vista sus bellezas naturales y cuidarla como se cuida a un ser amado.
“La esperanza siempre viva en el sitito que se anhela. El fulgor que hoy me anima es mi patria, Venezuela. Su belleza y sus riquezas no tienen comparación, la gentil naturaleza la creó con tanto amor. País de inmensa nobleza, de gente de humanidad, que profesa con destreza siempre la solidaridad. Sus mujeres siempre hermosas del planeta sensación; lindas, bellas, glamurosas, robarán tu corazón. Cuna de libertadores y de héroes de verdad, de grandes emancipadores que trajeron libertad. Doy gracias al Creador por nacer en Venezuela. Por mostrarme el amor de una patria tan buena”. ¡No dejemos morir a Venezuela! “Madre, aquí estoy, de mi destierro vengo, a darte con el alma el mudo abrazo que no te pude dar en tu agonía…”¡Te lo suplico! ¡Ayudemos a Venezuela para poder decir: “No he vivido en vano”! ¡Viva Venezuela, mi patria querida!
- Profesor