Opinión

El ejemplo de Nelson Mandela

17 de julio de 2018

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Es considerado un destacado y sobresaliente activista, líder político y filantrópico surafricano. Comandó varios movimientos contra el apartheid impuesto por los gobiernos de color blanco en los países de ese continente. Nelson Rolihlahla Mandela, nació en Mvezo, Transkei en 1918. Era un niño de color, cuya infancia la pasó entre juegos y prácticamente ausente de las costumbres de su pueblo, con disfrute exclusivo para los blancos. Quienes lo conocieron sostienen que poseía una extraordinaria personalidad. Entre sus cualidades, virtudes y condiciones poseía: fuerte poder de seducción, capacidad de trabajo, confianza en sí mismo, valentía e integridad. Todo esto lo convirtió en un líder nato para conducir multitudes. Fue captado por personajes influyentes de la sociedad de entonces. De pronto lo introdujeron en el movimiento de lucha contra la opresión de los gobernantes en desmedro de los negros sudafricanos el Congreso Nacional Africano (ANC).

En la segunda mitad del siglo XX hubo gobiernos cuyas políticas eran una completa segregación y discriminación social, política, económica, cultural y territorial en perjuicio de la mayoría negra. Semejante transgresión a los derechos humanos recibió el calificativo de Apartheid, o sea el “desarrollo separado de cada raza en la zona geográfica que le es asignada”. Incentivado por la inspiración de Mahatma Gandhi, el Congreso Nacional Africano exhortaba la lucha no violenta. En tal sentido, la Liga de la Juventud de Congreso liderizada por Nelson Mandela en 1951-1952, desarrolló luchas de desobediencia civil contrarias a las políticas y leyes segregacionistas.

En 1952, Mandela presidió la Federación del Congreso Africano de la provincia de Transvaal, donde desafió al régimen. La represión fue brutal con 8.000 detenciones, inclusive a su líder. Al cumplirse en 1955 su condena, reapareció y promovió la aprobación de una Carta de la Libertad, cuya aspiración contenía un Estado multirracial, democrático, igualitario, reforma agraria y una política de justicia social para el reparto de la riqueza. En su lugar, el régimen racista en 1956 endureció las medidas de segregación. Creó siete bantustanes para confinar a la mayoría negra, condenándola a la marginación y a la miseria. Frente a esta arbitrariedad el Congreso Nacional Africano respondió con manifestaciones, boicoteos y presión popular. En 1960 hubo una fuerte represión con muertes de los manifestantes. Mandela es apresado por varios meses.

En 1962 viajó por varios países africanos, para recabar fondos, recibir instrucción militar y para promocionar el proyecto de lucha al gobierno. Al regresar fue detenido y sentenciado a cadena perpetua. Pasó su detención en la Isla Robben, luego en la prisión de Pollsmoor y en Víctor Verster. Fue liberado después de campañas internacionales a su favor en 1990, por el presidente blanco Frederik De Klerk y legalizado el partido el Congreso Nacional Africano. Tanto Mandela como De Klerk compartieron el Premio Nobel de la Paz en 1993. En 1994 en las elecciones convocadas convietieron a Nelson Mandela en el primer presidente negro de Sudáfrica (1994-1999). Invitó a Klerk para que fuera Vicepresidente de su gobierno, inició un Plan de Reconstrucción y Desarrollo, impuso una política de reconciliación nacional, destinó grandes cantidades de dinero para mejorar la vida de sus compatriotas.

Impulsó la redacción de una nueva constitución, aprobada por el parlamento en 1996. En compañía del arzobispo Desmond Tutu, presidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación presentó en 1998 ante el congreso las conclusiones del informe que señalaban no solamente los abusos y crímenes del régimen segregacionista, sino también los perpetrados por su partido el Congreso Nacional Africano.

Al retirarse de la vida política en 1999, Mandela recibió múltiples manifestaciones de aprecio, solidaridad y reconocimiento como la persona emblemática entrada a la historia en la figura de la encarnación de la lucha por la libertad, la justicia y el perdón, a pesar de sufrir tantos años de persecución, vejamen y presidio. El ejemplo de Nelson Mandela debe servir de espejo a los gobernantes desalmados ante un pueblo sufrido por sus políticas. Asimismo, la reconciliación de Mandela es una de las mejores virtudes de los buenos gobernantes. En el Día Internacional de Nelson Mandela practiquemos su legado…

(Alejo García S) /.

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