La estrella de Belén ha sido uno de los temas que más ha interesado a los “cazadores de misterios bíblicos”. Sobre la estrella de Belén se ha dicho de todo, incluso hay una fantasiosa versión que afirma que se trataba de un objeto volador no identificado que guio a los Reyes Magos. Cada año, por estos días, astrónomos, historiadores y teólogos vuelven a sacar al debate sobre qué fue lo que guio a los Reyes Magos de Oriente hasta el recién nacido, según el relato bíblico. Más allá del milagro y el hecho religioso, la ciencia intenta dar significado a algo que ocurrió hace más de 2000 años.
La realidad es que sobre la estrella de Belén no hay datos científicos que demuestren su existencia. Los cristianos creían que Jesús colmaba toda una serie de esperanzas, y por eso su presencia es connotada por una estrella naciente.
Mateo 2,9hace esta referencia: “Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.” Cabe destacar que los magos, nunca se habla de reyes, eran de oriente, y entre los musulmanes existen las denominadas “estrellas vigilantes”, que son las encargadas de guiar a los hombres por tierra y por mar. En el Corán [6,97] podemos leer: “Y Él es quien os originó las estrellas para que, con su ayuda, os encaminéis en las tinieblas de la tierra y del mar. Hemos esclarecido las aleyas para los sensatos.” Así, la leyenda de la estrella de Belén estaría claramente basada en una leyenda musulmana que hace referencia alas estrellas vigilantes. Sin embargo, desde el punto de vista científico, las estrellas son ordenadas y predecibles, y espor eso que son útiles para fijar los calendarios. De tal manera que conforme a la perspectiva de la ciencia, no pudo ser una estrella.
Otra versión la ubica como una supernova, explosión estelar que puede manifestarse de forma muy notable, incluso a simple vista, en lugares de la esfera celeste donde antes no se había detectado nada en particular. Pero esto no ocurre muy a menudo. La última que se pudo observar desde la tierra tuvo lugar en 1604. Astrónomos británicos descubrieron en antiguos escritos chinos dedicados a estudiar el cielo en detalle registros de la explosión y muerte de una estrella o supernova entre los años 5 y 4 antes de Cristo, fecha que parece muy temprana para el evento de Belén.
Científicos de la Universidad de Cambridge señalan que un cometa fue visto en la primavera del año 5 a.C. Y los chinos describen este cometa entre los años 12 y 4 a.C. Si este astro fue el que iluminó a Belén, Jesús había nacido entre el 9 de marzo y el 4 de mayo del año 5 a.C. más probablemente entre el 13 y el 27 de abril, es decir, Jesús nació en primavera. Sin embargo, la mayoría de los cometas llegan en momentos impredecibles y, aquellos que son predecibles, como el cometa Halley, son famosos precisamente por ser tan inusuales. Además, en tiempos antiguos los cometas eran interpretados como signos de fatalidad, no de un acontecimiento alegre como el nacimiento de un rey o mesías.
La versión científica más aceptada es la de la conjunción de planetas. Este planteamiento comienza con Johannes Kepler, quien indicó que en el año 7 a.C. ya se había producido una gran conjunción de astros visibles desde el paralelo 32, es decir, desde Belén. Los panetas Venus, Júpiter y Saturno coincidían en Piscis. Juntos darían la sensación de un astro único, con mucho brillo, tanto que era muy perceptible para el ojo humano. Se sabe que los babilonios ya tenían importantes conocimientos astronómicos en esta materia y era de suponer que éstos se hubieran transmitido a Palestina.
Bajo este criterio, en la Tierra los objetos parecen próximos entre sí, pero en realidad están separados por millones de kilómetros. Entonces, con la conjunción hay un efecto óptico de perspectiva.
De resultar contundente esta última hipótesis,la pregunta es si habría que sustituir la estrella del pesebre o del árbol navideño por planetas o nos quedamos con la simbología religiosa y romántica de aquella estrella de Belén.
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Isaac Villamizar