Los comunistas y socialistas usan la vía violenta para desestabilizar los países donde actúan. Desde el modelo aprendido del “Caracazo”, un acto vandálico pasado como protesta, que buscó y logró el debilitamiento del gobierno democrático de Venezuela, en 1989, con la excusa de las medidas económicas implementadas; de las que hoy por cierto se admite que, si se hubieran puesto en práctica, el país estaría en la calificación de país de primer mundo; hasta los actos vandálicos de Chile demuestran que la lección la aplican al carbón.
La lección, no aprendida por los demócratas, es el hecho de otorgarle al acto vandálico, destrozos de los bienes públicos y privados, como sucede en Chile, quema de periódicos, de la universidad católica, del metro, que dejará de funcionar por seis meses, de casi la totalidad de autobuses, y una larga lista de destrozos, una connotación política y reivindicativa, y no el calificativo de delito.
Es un error, en razón a que son grupos élite, organizados como milicias, células urbanas, para la agitación social; los encargados de prender la chispa del saqueo, para que otros, así, se sumen y otros los sigan y se llegue al caos, con pérdidas de vidas humanas. Esa violencia es insurreccional.
Son una minoría con capacidad de acción; la mayoría ciudadana, aún no organizada, ve cómo se desmorona su estabilidad y calidad de vida; la caída de Chile sería el mayor contrasentido, ya que caería el país más próspero y liberal de Latinoamérica.
Primero se dijo que el detonante (la excusa) fue el aumento del pasaje en un 0,4 % del precio, que por demás estaba programado desde que Michelle Bachelet fue presidenta, lo que nos trae a otra reflexión: entonces la crisis se engendró con la anterior presidencia, pero los izquierdistas organizan el saqueo haciéndolo pasar por protestas para desestabilizar el gobierno democrático, en búsqueda de su caída o renuncia. Esto nos trae a una pregunta obligatoria: ¿el acto vandálico es una protesta o es un delito?, ya que la protesta está permitida, pero el acto vandálico no.
Ahora bien, los gobiernos socialistas no aceptan ni siquiera protestas, pues de una vez son consideradas como actos golpistas, y los participantes juzgados como terroristas. Es el caso venezolano. ¿Pero para la izquierda, que incendia Ecuador, Perú, España y ahora Chile, esos actos sí son protestas?
Con esto quiero decir que la izquierda comunista juega con sus propias reglas; no cree ni en el estado de derecho, ni en leyes, y su objetivo de dominación pasa por liquidar el capitalismo y la prosperidad ciudadana.
Como en democracia se respetan las leyes, es por lo que las destruyen. Se organizan para actuar internacionalmente desde el Foro de Sao Paulo, y ahora se les suma el denominado Grupo de Puebla.
A Los comunistas totalitarios, autoritarios, monárquicos, les gusta la violencia para desestabilizar gobiernos, usan la violencia posteriormente para mantenerse, implantando leyes de persecución para aplicárselas a todo el que pueda ser disidente.
Esta reflexión corre al lado de un planteamiento que estoy concluyendo, y es que el delito político debe desaparecer, ya que está convertido en una garantía de impunidad, no pagan sentencia los golpistas, ni los violadores de derechos humanos, así como tampoco los que con actos de insurgencia pretenden derribar gobiernos electos. /(Carlos Casanova Leal).