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Inicio/Opinión/El mal sabor de la peste

Opinión
El mal sabor de la peste

viernes 4 marzo, 2022

Alfredo Monsalve López


La peste y sus diferentes cepas o variantes que nos han acosado en estos dos últimos años de este siglo XXI, han cambiado el modus vivendi de todos los habitantes que poblamos este maravilloso planeta Tierra. No ha quedado un hueso sano. Todos, de alguna manera, la llevamos a cuesta. Las estadísticas de los especialistas en salud, dan por cierto, el número de victimas fatales que ha dejado tras de sí. La inmensa cantidad de información o recomendaciones sobre el particular, tienden a confundir aún más a las naciones. Algunos “expertos” en virología sostienen una tesis, mientras que otros señalan lo contrario. En cortas palabras, las redes sociales se hacen ecos de todo tipo de información sobre el fatal covid-19. De allí que las personas adoptan posiciones con base a lo que digieren de las noticias que les llegan.
Vemos por ejemplo, a millones de seres humanos ataviados con caretas o mascarillas de todo tipo. Incluso, muchas las utilizan de acuerdo a su vestimenta. Es decir, algunos comercios las diseñan para que sus ingresos se multipliquen. Ni hablar de los grandes laboratorios farmacéuticos que elaboran los diferentes medicamentos. Ya lo decía Albert Einstein: “…la crisis trae progreso…”. Pregunto: ¿progreso para quién? Las inmensas sumas de dinero que han ingresado a sus arcas son cuantiosas. Las personas, definitivamente, han cambiado su forma de vida. Se observa el alejamiento humano en espacio y tiempo. La convivencia social ya no es la misma. Personas que caminan por una acera y se cambia para la otra, por el hecho de que en vía contraria alguien no porta la mascarilla. Parecieran enemigos. Igualmente, muchas personas no aceptan las recomendaciones que suministran las autoridades y andan desprotegidos del maligno virus. Incluso, realizan actividades sociales sin ningún pudor.
Tal vez los que más han sufrido por la pandemia, son los niños, niñas y adolescentes que durante más de dos años han tenido que dejar de asistir a sus respectivas escuelas para encontrase con el saber y sus compañeros de estudios. A pesar de que algunos gobiernos han tomado decisiones no tan severas como el encierro o cuarentena, la actitud de las personas ha cambiado en un gran porcentaje. Las calles desiertas, hacen lúgubre a las ciudades. Algunas personas deambulan como zombis. Además, en algunos lugares la peste, al parecer, aparece en ciertos momentos del día.  ¿Por qué lo digo? Muy sencillo: usted observa en sectores populares (durante las mañanas), un movimiento numeroso de gente, comercios abiertos, “buhonería” vendiendo verduras y sus oropeles, los mercados con sus algarabías, en fin, todo parece normal. Pero, en horas de la tarde, calles desoladas. Pareciera que el virus no “sale” en horas de las mañanas. Todos se encierran o vuelven a la cuarentena por las tardes. Las interrelaciones personales se realizan, por lo general, vía redes sociales. Ahora mismo, se puede notar que la invasión de Rusia a Ucrania le ha dado un giro de 180º al covid-19 en cuanto a la información; además, la “vuelta a clase” de millones de estudiantes cambia el panorama. Siempre con sus respectivas mascarillas o tapaboca. No obstante, sigue latente el peligro del contagio. De la enfermedad. De la muerte. Del mal sabor de la peste. A cuidarnos pues.
[email protected]
@monsalvel

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