Opinión

El reto post-Maduro: ¿Cómo derrotar la corrupción y ganar la confianza?

22 de marzo de 2021

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Alejandro Bautista González*


Dentro de grandes sectores de la comunidad política y también dentro de la sociedad civil organizada y no organizada, se está presentando una irregular situación de euforia por participar en la elección de cuerpos deliberantes para Asamblea Nacional, asambleas legislativas, gobernaciones, alcaldías y concejos municipales, además del más codiciado, como es el de la Presidencia de la República. Cuestión que pudiera considerarse normal si el país estuviese atravesando una época de normalidad  y paz ciudadana. Lamentablemente, no es este el caso de Venezuela: vivimos la peor crisis de gobernanza y gobernabilidad, dictatorialmente impuesta por un régimen que ignora los mandatos de nuestra carta constitucional, las leyes y sus reglamentos; que hace y deshace a su antojo, siguiendo las recomendaciones de su grupo político, el PSUV, y las que le son diseñadas desde el exterior.

Todos los eventos electorales señalados podrán ser ejecutados, solo cuando existan garantías ciertas de su transparencia y credibilidad; cuando el ente convocante goce del respeto y confianza del electorado; cuando se respete y se cumpla fielmente con las disposiciones legales, reglamentos y procedimientos señalados a tales efectos; cuando todos los venezolanos aptos para votar y partidos políticos legalmente constituidos, con sus tradicionales tarjetas  y agrupaciones electorales, sin discriminación alguna, puedan postular y ser postulados: Además de ello, el organismo responsable de su ejecución y supervisión contralora (CNE) deberá ser designado por el máximo y legitimo Poder Electoral Legislativo, en nuestro caso es la Asamblea Nacional legítima (AN).

Algunos de estos procesos, arriba mencionados, ya han sido convocados por el actual CNE, al que la oposición democrática tiene vetado por considerar que al ser designado unilateralmente por el actual régimen, carece de la imparcialidad y transparencia requeridas. Argumentando, además, la ilegitimidad señalada de usurpación de funciones, al no reconocer el proceso eleccionario de 2018. Razones estas por las que los eventos electorales anunciados para ser realizados en este mismo año tampoco serán reconocidos por la misma oposición democrática representada en la AN.

Así las cosas, el ambiente electoral se avizora con mucha desconfianza, como un espejismo en el desierto sobre el que no vale correr riesgos innecesarios ¿Cuál es el afán? Lo que el país está esperando desde el pasado 12-D es el fin de la usurpación: mandato vinculante expresado por el pueblo mayoritario en la Consulta Popular. Es a partir de este momento esperado, cuando se dispondrá lo inherente a la organización integral de un nuevo, transparente y legítimo proceso eleccionario, con nuevos rectores y la participación de todas las organizaciones políticas, legalmente constituidas, con sus respectivas tarjetas electorales, cuando serán anunciadas las fechas para la realización de los eventos que renovarán los diversos poderes e instancias de gobernabilidad del país.

A los políticos y organizaciones políticas que están obsesionados por participar en los eventos eleccionarios convocados para este año, les recomiendo leer la obra teatral de Alejandro Casona, “Prohibido suicidarse en primavera”, la misma está indicada como sentencia, mandato, exhortación clara y contundente. No hay espacio alguno para ambigüedades o diversas interpretaciones; hay, por el contrario, una claridad meridiana. No se confunda.

El reto post-Maduro que deberá enfrentar la nueva dirigencia política y la sociedad civil  no es ningún caramelo ni golosina para el deleite: si así lo consideran, están completamente equivocados. El país cambió: ya Venezuela no es la misma de antes. Concluido el gobierno del socialismo del siglo XXI, la gobernanza exige cambios y nuevos derroteros para reconstruir un país sumido en la más grande crisis económica, política y social. Es preciso ganar la confianza de un pueblo sufrido y maltrecho, luego de dos décadas perdidas. Es determinante desterrar el flagelo de la corrupción y de tantos vicios  y males amparados por el socialismo-comunismo. El próximo gobierno debe estar integrado por mentes sanas, capaces y progresistas, con un verdadero sentido y comprensión de la eticidad de la política, que crean en la grandeza y recuperación de nuestra patria grande: ¡Sí podemos…tenemos capital humano muy valioso!

*Doctor en Cooperación Internacional. Integración y Descentralización: Los Desafíos del Desarrollo Internacional

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