Opinión
El scrolling infinito: ¿Cómo perdemos la noción del tiempo en la era digital?
6 de marzo de 2025
*Rocío Márquez
Un video de gatos, luego el video de una amiga bailando la canción de moda, después un videomeme… ¿Le ha pasado, estimado lector, que está revisando Instagram, Facebook o TikTok en su teléfono y se queda enganchado pasando el contenido con solo mover el dedo? Ello se llama desplazamiento continuo, mejor conocido como Scrolling infinito. Se refiere a la posibilidad que tiene el usuario de obtener contenido o cambiarlo de manera automática mediante el desplazamiento.
Esta función implica que usted tiene acceso a gran cantidad de información con solo mover el dedo para deslizar hacia abajo, por lo cual no requiere realizar un gran esfuerzo al navegar por un sitio en internet.
Scrolling infinito: Novedad y gratificación instantánea
El scrolling infinito o desplazamiento continuo explota nuestra tendencia a buscar novedad y gratificación instantánea. Así, nos proporciona un flujo de contenido constante sin tener que tomar grandes decisiones al buscar qué textos (contenido) consumir, y nos mantiene enganchados en la búsqueda de placer.
Por ello, el desplazamiento continuo se considera una de las causas de la adicción a las redes sociales. Deslizamos y deslizamos tanto hacia abajo que ni siquiera nos damos cuenta del tiempo que invertimos en ello.
¿Cómo nos afecta el scrolling infinito?
Santiago Vanegas (13 de mayo de 2024), en BBC News Mundo, plantea preguntas importantes sobre los efectos de “scrollear” el celular. En su texto refiere la opinión de la profesora Ariane Ling, del Departamento de Psiquiatría de NYU Langone. Para la experta, el scrolling es un hábito que se fundamenta en que “los seres humanos estamos predispuestos a querer saber qué es lo que está pasando (…) [y] nuestro celular está diseñado para alimentarnos continuamente con información que nos interesa”. Por ende, el scrolling y nuestra inclinación por conocer las novedades es “el matrimonio perfecto”.
Más y más contenido: la recompensa
Esa búsqueda de placer tiene que ver con el sistema de recompensa de nuestro cerebro. Nos exponemos a un estímulo y seguimos exponiéndonos a la infinidad de estímulos que nos proporcionan las redes sociales en nuestro móvil. Ello produce en nosotros una distorsión temporal. Es decir, estamos tan absortos pasando al siguiente contenido que no nos damos cuenta de que llevamos horas sumergidos en la acción de desplazamiento continuo.
Se vuelve tan adictivo que ese desplazamiento se convierte en la experiencia en sí, sin que podamos prestar atención a lo que está alrededor. De esta manera, El scrolling infinito se ha vuelto parte de nuestra rutina diaria.
No solo lo encontramos en las redes sociales que mencionamos al comienzo, donde las publicaciones parecen no tener un final. También hay scrolling en YouTube. Al ver videos, podemos seguir desplazándonos por recomendaciones y sugerencias. Un video conduce a otro, y ese a otro; y cuando nos damos cuenta, hemos dedicado gran cantidad de tiempo a ver contenido.
Lo mismo sucede con las noticias en línea. Podemos desplazarnos indefinidamente por las historias relacionadas. Y ni hablar de las tiendas o las aplicaciones de Streaming, como se conocen a los sitios que transmiten contenido multimedia.
¿El problema?: Pasamos mucho tiempo en el móvil
Además de los problemas que puede traer estar expuestos tantas horas a una pantalla, una de las consecuencias más frecuentes del scrolling infinito es la pérdida de la noción del tiempo. En línea, los minutos se convierten en horas sin que nos demos cuenta de cuánto tiempo estamos dedicando a estar en el móvil. En fin, ¡estamos pantallizados!
¿Cómo combatirlo? Definir horarios para revisar las redes sociales y desactivar las notificaciones puede ayudar. También ser consciente de que pasar y pasar contenido durante largo tiempo puede alejarnos de culminar las tareas importantes del día, distraernos de vivir experiencias significativas, e influir negativamente en nuestras relaciones interpersonales.
*Comunicadora social. Doctora en Ciencias Humanas. Profesora en la Universidad de Los Andes-Táchira.