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Inicio/Opinión/El sonido de las campanas

Opinión
El sonido de las campanas

miércoles 1 octubre, 2025

Néstor Melani Orozco

Escribí para el Teatro una invocación a Mons. Jáuregui y el “Telira” en 1998 la hizo en una consagración de hechos sublimes. Donde se recrearon las guardias suizas y la peregrinación de un padre dueño de un credo social, más sus personajes y el valor de los años. Fue como un relámpago del sur en “La Sultana del Zulia” para el ideario de amor de los siglos y de cada destello: lo perpetuo y sagrado. Donde se abrieron las presencias de cada cielo y desde las hortensias en la casa de Isaura, Monseñor Jesús Manuel Jáuregui, un 1° de octubre de 1889 recibía al joven médico José Gregorio Hernández, más allá de los testimonios y las meditaciones en las necesidades por la salud de los pueblos.

-Lo dijo la poetisa en cada recuerdo 58 años después ante el poeta de “La Mujer de las Manos Cortadas”. Más, La Grita un 6 de agosto de 1883 recibía al sacerdote como párroco mayor del Espíritu Santo, era 6 de agosto, ese día el prelado mandó a bajar de la iglesia de los Ángeles del Convento al Santo Cristo de los Milagros y lo declaró vigilia y protector de los humildes. Un año después; un 1° de enero de 1884 fundó el Colegio Seminario del Sagrado Corazón de Jesús. Enalteciendo las vocaciones y abriendo la interesante escuela de Filosofía. En 1885 viajó a Italia por invitación de Su Santidad León XIII. Es donde conoce en Turín a Juan Bosco “el santo”, y este maestro de niños le regala unos planos para construir un seminario, a través del reverendo Murialdo, en la consagración que enaltece el Arq. Ramón Pino Farías. Los años cruzan los momentos de la escuela de ciencias y del templo de la educación en los andes. En 1896 Jáuregui defiende la soberanía sobre los derechos de la “Guayana Esequiba” y la octava estrella invocada por Simón Bolívar.

Se abren los estudios mayores de teología y se consagra la “Teoría matemática geométrica ” del Círculo al cuadrado inspiración más adentro del “Hombre di Vitrubio”. Jáuregui defiende los momentos parlamentarios y desafía las amenazas de Guzmán Blanco. Se convierte en legislador ante el Congreso Nacional.

“Yo no he venido a servirle a un político. Yo he venido a servirle a la patria en nombre del pueblo”… Frases del ilustrado sacerdote al rechazar ser obispo. Mientras las fuerzas federales abrían heridas, el Colegio Seminario se consagraba en formar grandes ciudadanos. De venir a La Grita el órgano alemán y el laboratorio francés de las ciencias. Joaquín Crespo le concede la Orden del Libertador por su devoción y de fundar la Sociedad Bolivariana del Espíritu Santo de La Grita. Y hace en la catedral la capilla de las Animas. Funda la escuela de niñas y abre el Segundo Hospital con la humanidad de fundar un colegio para niñas pobres en la calle cuarta. Ignacio Andrade se convierte en presidente y los hechos sociales se hacen desde el dolor y las distancias del Táchira de la capital venezolana. Los hijos de la Grita veneran al sacerdote y un 26 de noviembre de 1897 dedican una columna neogriega a sus bodas de plata sacerdotales. Habla el tiempo mientras ruge la guerra con la Revolución Liberal Restauradora. Cipriano Castro le escribe manifiestos y desde las campanas el Monseñor pide por la Paz. La revolución liberal cruza al pueblo de los páramos, dejándole izada la bandera en el asta del Colegio Seminario. Triunfan los Andinos de Capacho y el padre es prisionero en el castillo San Carlos de Maracaibo. Los alumnos piden al Presidente la libertad para el misionero. Es desterrado, viaja por el mundo peregrinando: New York, México, París, Jerusalén. Desde sus retornos el papa León XIII le ofrece el cargo que solo podía tener en el Vaticano: cardenal.

Le nombra director del archivo y de la biblioteca de la Santa Sede en Roma. Allí en 1905 fallece, dejando las memorias del encanto de su patria y la consagración de las campanas. Ahora a los 177 años de su nacimiento: un 28 de septiembre de 1848 en Niquitao de Trujillo, es deber asistir en La Grita, ciudad del Espíritu Santo, ciudad Primogénita, a venerar su monumento que mandó a realizar “Isaura” Josefa Melani de Olivares en Florencia en 1912. A valorar su Colegio Seminario, como la escuela de filosofía y a ofrendar rosas al crucifijo más antiguo de la patria. Para decirlo y meditarlo después de leer sus obras, sus virtudes desde el rotativo “El Misionero” hasta la “Urbanidad para los Seminaristas” o del ideario de la Paz. Es hoy deber cultural saber de sus alumnos: Acasio Chacón, valeroso arzobispo de Mérida. De Fidel Orozco, Ramón Moreno, Cosme Damián Mansilla, y el ilustrado Vicente Dávila. De saber que otro alumno de Mons. Jáuregui fue el General Gerónimo Maldonado, el personaje que convenció al benemérito J. V. Gómez para edificar el monumento a Carabobo en Valencia. Del ingeniero Román Cárdenas, diseñando para realizar la Carretera Trasandina. Y del ilustrado General en Jefe Eleazar López Contreras, padre fundador de nuestra Guardia Nacional Bolivariana. Todo en los instantes más ilustrados de sus alumnos, hijos del Colegio Seminario de la eterna ciudad quien hoy “Grita” de verdad como lo dijo Raúl Salcedo.

“Grita de llantos una esperanza detrás de sus silenciosas montañas cuando gimen las campanas… Como el amor de una rosa y las lágrimas guardadas en un relicario. Para desde los destellos en la eternidad de los campanarios”.

 *Artista Nacional. *Maestro Honorario. *Doctor en Arte. *Miembro Fundador de la Academia del Espíritu Santo de La Grita. *Cronista del municipio Jáuregui.

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