Opinión
El Teatro Gandica
miércoles 17 diciembre, 2025
Néstor Melani Orozco
Para 1930, a un año de su inauguración, un 17 de diciembre al centenario de Santa Marta, los estudiantes escenificaban la última proclama del Libertador y en la semilla de paz se consagraba de amor el escenario de la dichosa ciudad del Espíritu Santo.
Quién no pudo entender que en este Teatro estuvo Dolores del Río, la estrella que rivalizó con la gigantesca figura de María Félix. Crucé el lugar de los años, donde el viejo monumento se adormeció de recuerdos entre la calle antigua del hospital, la Carrera Urdaneta y de existencia el Teatro Gandica. Heredad de la cultura gritense. Quien pudo convertirse en un Ateneo por sus huellas desde artistas, poetas, actores, músicos, periodistas, religiosos, políticos y la presencia maravillosa del cinematógrafo, desde los actos de valores del Séptimo Arte del Mundo. Aún la marquesina guarda los sentidos y el misterio de los tiempos.
El Teatro Gandica fue inaugurado un 20 de diciembre de 1929. Donde estuvo el presidente del Estado y el coronel José León Zapata. Padre del caricaturista Pedro León Zapata. El general Régulo Olivares, el coronel Eleazar López Contreras. Más la familia Gandida Guerrero, Isaura, Doña Josefa Melani de Olivares, la Poetisa y el eminentemente Rogelio Irallaremdi, el poeta colombiano Martínez Mutiz y el pueblo entero. Muy descrito en el interesante periódico “El Esfuerzo”. La bendición la ofrendó el reverendo Maximiliano Escalante. Era el Teatro rival del Garbiras de San Cristóbal. Y del auditorio Zulima de Cúcuta. Del Gran teatro de la Universidad de Mérida. Desde este balcón del Teatro se presentó en 1952 el actor y cantante mexicano Jorge Negrete, quien venía desde Colombia invitado a Tovar por Doña Flor Bruguera. Quien de recorrer en una gira por Suramérica. Y La Grita presenció oírlo cantar “Paloma Querida” de José Alfredo Jiménez. Donde Ramón Gandica le ofreció un banquete en su honor en el Hotel Venezuela y en la noche lo invitó a un gran brindis en el botiquín de “La Cabaña” que estaba en el lateral del Teatro. Frente al hospicio y el segundo hospital. Los viejos recordaron los actos del Teatro Gandica y Raúl Salcedo lo describió entre los monumentos del arte en el Táchira.
Este 20 de diciembre del 2025 El Teatro Gandica cumplirá sus 96 años. En lo sublime de tantas presencias y el verdadero destino de la otra ciudad que pudo haberse convertido en la comarca patrimonial de los Andes. ¡Para qué vivan de amor los recuerdos! Anoche releía el libro: “El Perdedor” escrito por Hugo Baptista, editado por Monte Ávila, donde describe los méritos del mecenas gritense llamado Ramón Gandica, quien se dedicó a manifestar con hechos de aquella ciudad de principios del siglo XX, entre memorias interesantes de traer de Alemania el sarcófago del Santo Sepulcro de la iglesia del convento como de elevar lugares a la majestad de la cultura. Para hacer de los años una comarca de Ilustración. De edificar el Teatro bajo los diseños de Marcos León Mariño y los relieves arabescos de Pepe Melani, más de ser el maestro alarife constructor Tomás Rangel y los primeros pasos de las máquinas alemanas para proyectar las cintas del “cinema” que trajeron los italianos. Y como fuerza haberse convertido en un relicario de valores humanos; aún muy después lo dejaron perder y convertir en otra agonía de la ciudad que deslumbró como “Atenas del Táchira”.
Lo dijo el arquitecto Guillermo Barrios en una visita de años y Fruto Vivas describió las esencias de ser el único lugar republicano al que se debería convertir en santuario de las Artes. El cierre del Gran Teatro se realizó en 1987, en la voluntad de la Sociedad Bolivariana, donde se invitó al elenco de la película “Candelas en la Niebla”, desde Gustavo Rodríguez, Rafael Briceño, señor del Teatro nacional y Alberto Arvelo el director de la cinta, más técnicos, apuntadores y actores venezolanos notables. Desde la estrella Argentina Zulema del Rosario. Presente el pueblo y desde el guion de Ramón Vicente Casanova se recaudaron dineros para el Museo de La Grita que cuidaba y recolectaba en su coroteca el finado Ramón Elías. Se abrieron las memorias y La Grita continuó esperando la dignidad de la cultura. Ramón Gandica falleció muy pobre trabajando en una oficina de tránsito en Caracas y protegido por los gritenses de la capital. En tiempos de Macario Sandoval se grabó en la Fondería de Adán Bergara, en Mérida, una placa testimoniando la edad del interesante Teatro, mas nunca la colocaron sin obedecer los hechos y las ordenanzas de aquel gobierno municipal. Y ahora en tiempo de Juan Carlos Escalante Palacios, el alcalde.
Será deber el cuidado de las huellas antiguas de nuestra arquitectura. Como símbolos de la historia. Y credo de la simiente de los recuerdos. En el dedicado trabajo de la Arq. Francis Méndez. De sus propietarios. Para que aquellos que pidieron siempre por su salvación puedan volver de alegres sentidos, desde: Carlos Baptista, Sonia Becerra, Fanny Zulay Rojas, Ángel Ciro Guerrero, Rosendo Natera, Mario Briceño Perozo, Ricardo Acosta, José Laurencio Zambrano, José Pascual Mora, Hugo Rangel, Marco Tulio y José Roberto Arellano, Miguel Morelani, Carlos Orozco Carrero, Juan Alberto Sánchez, Fernando Mogollón, José Escalante, Carmen Zambrano, Roberto Guarino Sánchez, Emilsy Lucia, Briceño Lázaro, Hugo Colmenares, Carlos García, Carlos Roa, Katiuska Reyes, Raúl Sánchez, Rolando Méndez, Pepe Camargo, Macario Sandoval, Giulliana Salas Melani y hasta Néstor Melani en una inmensa multitud de hijos, de los hijos de La Grita… Ahora el frontis del Teatro abre los testamentos cercanos a sus 100 años de Gloria… Y como un despertar de amor: la dichosa Sirena anunciará los venideros centenarios.
*Artista Nacional. *Maestro Honorario. *Doctor en Arte. *Miembro Fundador de la Academia de La Grita. *Cronista del Municipio Jáuregui.
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