Antonio Sánchez Alarcón
En 1917, la ayuda que Alemania proporcionó a Lenin fue crucial para el éxito de la Revolución Rusa, y este apoyo tiene sus raíces en el contexto político y militar de la Primera Guerra Mundial. El episodio conocido como «El Tren de Berlín» simboliza este apoyo, ya que fue en un tren sellado donde Lenin viajó desde Suiza, atravesando Alemania, para regresar a Rusia. Este episodio es mucho más que un simple traslado físico; representa el respaldo estratégico que Alemania brindó a los bolcheviques, no sólo en términos de logística, sino también con financiamiento directo, que incluía dinero, oro y armas.
Alemania, en plena guerra contra Rusia y sus aliados, vio en Lenin y los bolcheviques una oportunidad para desestabilizar al régimen zarista y acelerar el colapso de su enemigo en el frente oriental. Por esta razón, facilitó el retorno de Lenin y otros exiliados revolucionarios, confiando en que su llegada a Rusia exacerbaría las tensiones internas y contribuiría a la retirada rusa de la guerra. Esto sucedería finalmente con el Tratado de Brest-Litovsk en 1918, que puso fin a la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial.
Antes de este apoyo, los bolcheviques habían financiado muchas de sus actividades revolucionarias mediante acciones terroristas y robos organizados, principalmente bajo la dirección de Josef Stalin. Sin embargo, estos métodos no eran sostenibles para una revolución de la magnitud que Lenin y su grupo querían llevar a cabo. Los recursos obtenidos a través de asaltos, como el famoso robo al banco de Tiflis en 1907, eran insuficientes para financiar un movimiento revolucionario masivo. La ayuda alemana, en este sentido, fue vital, ya que permitió a los bolcheviques organizar mejor sus actividades, expandir su influencia y prepararse militarmente para tomar el poder en Rusia.
El financiamiento alemán consistió en grandes sumas de dinero y oro, que se utilizaron para propaganda, organización de huelgas y manifestaciones, y, finalmente, para armar a los revolucionarios. Este apoyo permitió a Lenin ganar seguidores y consolidar la posición de los bolcheviques como una fuerza política relevante, capaz de derrocar al gobierno provisional que se había establecido tras la abdicación del zar Nicolás II en febrero de 1917.
El apoyo del Estado alemán a Lenin en 1917 fue un factor decisivo para el éxito de la Revolución Rusa. Sin los recursos financieros y armamentísticos proporcionados por Alemania, es poco probable que los bolcheviques hubieran podido organizar una revolución tan exitosa y rápida. Este episodio, entre muchos otros similares, revela que la ruptura de un régimen político casi siempre es el resultado de dos dinámicas conjugadas, una de carácter interno (revolución nacional) y otra de carácter externo (dialéctica de Estados). Jamás se puede desestimar la influencia que un Estado, cualquiera este sea, puede tener en un conflicto de tipo nacional.