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Inicio/Opinión/En la búsqueda de la comprensión lectora

Opinión
En la búsqueda de la comprensión lectora

lunes 13 octubre, 2025

Hogan Vega y Dorli Silva

La experiencia educativa, a lo largo de los años, ha llevado a superar retos desde lo más sencillo hasta lo más complejo, en la búsqueda de habilidades. Enseñar a leer es una de ellas; de ahí que lograr que un estudiante sea capaz de comprender lo que lee, se convierte en un pilar de la educación y de la vida. Por lo tanto, los distintos niveles de comprensión lectora representan una progresión en la complejidad del procesamiento de la información, que va de la identificación básica de datos a la evaluación y aplicación personal del contenido.

Por consiguiente, comprender implica construir activamente significados, no solo recibir información; es necesaria la práctica mediante ejemplificación y clasificación, lo que es fundamental, ya que estas estrategias permiten conectar conocimientos nuevos con los que ya se poseen. Ello facilita la elaboración de representaciones mentales más profundas y el desarrollo de una comprensión significativa. La comprensión de los niveles fundamentales y más reconocidos se refiere al literal, el inferencial y el crítico, a los que se añaden, a menudo, los niveles apreciativo y creativo, para una comprensión más profunda y personal.

En primer lugar, la comprensión literal (explícita) es el nivel más básico y la base para los demás; consiste en entender lo que el texto dice, de forma directa y explícita. La información se encuentra tal cual en el texto y el lector solo debe reconocerla o evocarla, mediante un enfoque. Las ideas e información que están explícitamente expuestas, permiten hacer las preguntas siguientes: ¿Qué dice el texto? ¿Quiénes son los personajes? ¿Dónde/Cuándo ocurrió? ¿Cuál es la idea principal? Se tiene la habilidad de poder identificar detalles, secuencias, personajes y los hechos, mediante la acción del lector de reconocer y recordar la información textual.

En segundo lugar, la comprensión inferencial (implícita) se refiere al discernimiento de los indicios que proporciona el texto; este nivel va más allá de lo leído y requiere que el lector utilice los datos explícitos que aparecen allí. Que los combine con sus conocimientos previos (saberes y experiencias) para deducir información, bajo un enfoque, donde ésta se encuentra implícita o tácita; permite hacer las preguntas siguientes: ¿Por qué el personaje hizo eso? ¿Qué significa? ¿Cuál es el mensaje oculto? ¿Qué pasaría si…? La habilidad de establecer relaciones (causa-efecto, comparación), así como sacar conclusiones o hacer predicciones, permite al lector deducir, interpretar y proponer ideas no escritas.

En tercer lugar, la comprensión crítica (evaluativa) implica evaluar, valorar, y generar juicios propios sobre el texto y sus conocimientos; es el nivel más complejo. Para ello, se usan argumentos fundamentados en los conocimientos propios y el código moral/ético del lector. Un enfoque donde la validez, adecuación y aceptabilidad de lo expuesto en el texto, permite hacer las preguntas siguientes: ¿Qué opinas sobre…? ¿Estás de acuerdo con el autor? ¿El argumento es válido o es una falacia? ¿Cómo evalúas la actitud de…? En consecuencia, la habilidad del lector para juzgar el contenido, confrontarlo con otras fuentes y cuestionar su veracidad, le faculta para opinar, valorar y asumir una postura propia, ante la información.

Si bien los tres niveles anteriores son los canónicos, en cuarto lugar se tiene a la comprensión o nivel apreciativo (emocional), que se enfoca en la respuesta emocional que el texto provoca en el lector. Implica la conexión con la trama, la identificación con los personajes o la evaluación del estilo literario y el lenguaje. En quinto lugar, está la comprensión o nivel creativo (aplicativo), donde el lector utiliza las ideas extraídas de la lectura, como base o inspiración para generar algo nuevo: Reescribir la historia, proponer soluciones diferentes, crear un texto nuevo o aplicar la información en un contexto distinto.

Al mismo tiempo, en conocimiento de los niveles de profundidad, es recomendable aplicar estrategias de manera consciente; es decir, pasar de una lectura pasiva a una lectura activa y profunda, mediante estrategias y técnicas efectivas que mejoren la comprensión lectora. Se pueden clasificar, según el momento en que se aplican: Antes, durante y después de la lectura. Por ello se hace necesario la preparación, con estrategias antes de la lectura, con técnicas que ayuden a activar la mente, para establecer un propósito, y que preparen el terreno para la información que se va a recibir. Se deben activar conocimientos previos, antes de leer, al preguntarse: ¿Qué sé yo sobre este tema? Conectar la información nueva con lo que ya se sabe, facilita la asimilación y la hace más significativa (habilidad clave para la comprensión inferencial).

Por su parte, se realizará una inspección preliminar o vista previa (skimming), se examinará rápidamente el texto, se revisará el título, subtítulos, imágenes, gráficos y el primer y último párrafo. Esto dará una idea acerca de la estructura y el tema central. Se sugiere establecer un propósito, por lo que se debe definir un objetivo. ¿Se está leyendo para obtener una idea general, para encontrar un dato específico, para evaluar un argumento, o simplemente por placer? Tener un propósito claro enfoca su atención. A este respecto, ya se pueden hacer predicciones, al basarse en el título y en la vista previa; se formulará una hipótesis: ¿De qué creo que tratará el texto? La lectura posterior se convierte en un ejercicio de verificación de estas predicciones.

Otra forma de contribuir consiste en la aplicación de estrategias durante la lectura (interacción con el texto); estas estrategias garantizan que se esté procesando activamente la información a medida que se lee, en lugar de simplemente deslizar la vista por las palabras. Se debe mantener una lectura activa (subrayado y toma de notas); iniciar con el subrayado estratégico, resaltar solo las ideas principales, las palabras clave o los conceptos que no se comprenden. Se evitará subrayar en exceso, para no diluir el foco. Se recomienda que se hagan anotaciones en los márgenes; notas breves o preguntas en los márgenes (¿causa?, ¡importante!, duda).  Esto obliga a interactuar con el texto. Igualmente, es necesaria la identificación del vocabulario desconocido; se utilizará el contexto para inferir el significado de palabras nuevas. Si la inferencia no es suficiente, se debe consultar el diccionario. Un vocabulario amplio es fundamental para una buena comprensión.

A pesar del esfuerzo realizado, es fundamental realizar una visualización e imaginación, en apoyo a la lectura; si se está leyendo una narración o una descripción, se crearán imágenes mentales de los eventos, personajes o conceptos. Esto hace que la información sea más tangible y fácil de recordar. Para tal efecto, se debe mantener un cuestionamiento constante (técnica del periodista), a medida que se lee, se harán preguntas sobre el contenido (qué, quién, cuándo, dónde, por qué, cómo). Esto te ayuda a identificar detalles importantes (nivel literal) y a entender las causas y motivaciones (nivel inferencial). Esta situación permite controlar la comprensión (metacognición), hacer pausas y preguntarse: ¿entendí lo que acabo de leer? Si esto no sucede, se debe regresar y releer la sección.

Como complemento, se aplicarán estrategias después de la lectura (consolidación); estas técnicas permiten demostrar y consolidar la comprensión, fuerzan la mente a sintetizar y evaluar lo aprendido. Por lo tanto, se aconseja resumir y sintetizar, escribir o contar con palabras propias, tanto la idea principal como las secundarias del texto. Un ejercicio poderoso es intentar resumir el texto en solo una o dos frases (si se puede reducir a la mínima expresión, se ha comprendido realmente el contenido). De manera que, con la elaboración de mapas conceptuales o esquemas, se organiza visualmente la información. Un mapa mental o conceptual ayuda a estructurar las ideas clave y a visualizar las relaciones jerárquicas entre ellas.

En definitiva, se logra un cuestionamiento, a través de la aplicación del nivel crítico al hacer preguntas de evaluación y juicio: ¿Cuál es mi opinión sobre el argumento del autor? ¿La información es confiable o sesgada? ¿Cómo se relaciona esto con el mundo real? A fin de cuentas, para lograr una mejor comprensión se recomienda titular párrafos, asignar un título breve a cada párrafo o sección. Este ejercicio obliga a extraer la idea central de cada unidad de texto. De modo que, con releer con propósito, si la comprensión fue difícil, se vuelve a leer el texto o las secciones complejas, pero esta vez con un objetivo claro (ejemplo, enfocarse solo en las relaciones causa-efecto).

En síntesis, la práctica constante y el uso combinado de estas herramientas son el camino más seguro para mejorar la eficacia y la profundidad de la comprensión lectora. Es un desafío complejo, ya que además de los factores lingüísticos, intervienen procesos cognitivos diversos, tales como la concentración, la atención, la observación, el análisis, la interpretación y la integración de conocimientos previos. En tal sentido, el arte de la lectura es un vehículo para la reflexión, el desarrollo intelectual y la ampliación de la vida, lo que permite vivir experiencias diversas, comprender mundos ajenos, mejorar la comunicación y fomentar la imaginación y el pensamiento crítico. Se requiere constancia para ser disfrutada y plenamente asimilada. Arthur Schopenhauer, filósofo alemán, decía: “Leer es equivalente a pensar con la cabeza de otra persona, en lugar de con la propia”.

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