Opinión
En la romería de la tradición
viernes 15 agosto, 2025
Leonor Peña
Dicen las crónicas de la devoción tachirense por la Virgen, que existió al principio de la colonia española, la Provincia Agustiniana de Nuestra Señora de la Gracia, a la cual correspondía la evangelización del Táchira y otras regiones del occidente venezolano y que el Rey de España, en la fecha del 26 de octubre de 1592, pidió a la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada, información sobre el culto a la Virgen, bajo las advocaciones que en esta provincia se conocían.
La crónica también cuenta, que fueron los Padres Agustinos quienes vinieron a formar la religiosidad tachirense, y que dos frailes de la Orden de San Agustín, salieron de San Cristóbal hacia Táriba con una imagen de la Virgen de la Consolación, pintada sobre una tabla, y cuando ya la noche sobre el Rio Torbes envolvía la brisa en la rosa del sueño, se encontraron con que el río estaba despierto y crecido, y viajaba sordo su rugido entre las sombras. No podían entonces dejar al hacer de las bravas aguas los venerados colores de la tabla que llevaban, que para ellos era la albricia, la guía, la gracia de Dios en su misionero acercarse a la heredad de los bizarros Táribas. Ante la circunstancia del río abundado, los dos agustinos ataron a una caña amarga la tabla que iba a conmover la consciencia montañesa, y así protegidos por tanta Santa Señora, los sacerdotes de esta precursora hazaña pasaron la embravecida corriente.
La imagen pintada en la tabla llega ilesa hasta el lugar donde hoy está la Plaza Bolívar de Táriba, y ahí mismo construyeron una ermita donde hasta hoy queda definitivamente, para ser ahora la Basílica de la Virgen… Desde ese momento se llama para la historia del pueblo que la hace su protectora, Virgen de la Consolación de Táriba. Los tachirenses le decimos nuestra señora, y al modo de nuestro hablar la llamamos con respeto y devoción: Nuestra Señora de la Consolación de Táriba.
Después vino un tiempo de ocultamiento, de sombra en la crónica, porque la tabla con la imagen se pierde entre los tiempos de las guerras de las tribus, y por los aconteceres de la conquista española en tierras del Táchira. Es así como a finales de 1600, aparece en la troja, granero en el cual el avecindado Alonso Álvarez de Zamora, hacía guardar el maíz de sus cosechas, y en donde el resplandor de la luz de la imagen incendió de fe al pueblo que cada 15 de agosto, en la romería de la tradición, renueva su fe en su Patrona Protectora: Nuestra Señora de la Consolación de Táriba.