Opinión

Encontrarás dragones

7 de enero de 2021

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Antonio José Gómez Gáfaro


En la edad media se generalizó la expresión latina HIC SUNT DRACONES, que podemos traducir como “aquí hay dragones”, para indicar en los mapas de antaño aquellos lugares no explorados y que, por ello, daban la sensación de ser míticos y mágicos, con presencia de bestias monstruosas que custodiaban tesoros antiguos y auguraban la muerte de los aventureros. Parecía que ir allá era algo peligroso y arriesgado. De seguro has tenido la posibilidad de ver alguno de aquellos mapas en museos, hoteles de playa, o en internet, y detallar esas serpientes marinas dibujadas con bastante empeño. Me gustaría darle un nuevo punto de vista a esta expresión en estas líneas, mejor dicho, que se lo des tú: que sea alegoría de encontrar un mundo totalmente nuevo, pero no en sitios lejanos sino donde estás, en tu día a día, en tu familia, en tu trabajo, en tu estudio… en el dolor y la angustia; en la alegría y en la esperanza.

Estamos empezando un nuevo año. Hay propósitos, deseos, anhelos e ideales que esperamos realizar. Las noticias no son muy alentadoras y quizá corremos el peligro de abandonar lo primero y “resignarnos” a un año peor que el anterior: no caigamos en esto, por favor, que a los que difunden estas ideas les interesa vernos apocados de ánimo, y desde luego, infructuosos y pesimistas. Son muchas las cosas negativas y dolorosas que nos dejó el año pasado y no sólo las nuevas, sino las que han empeorado a causa de la pandemia y la crisis nacional.

Nuestros ánimos se han debilitado: parece que no hay salida a la situación tan crítica que vivimos. Se trabaja y no se ve fruto, se estudia y no se ve esperanza. Sólo se ve por doquier queja, lamento, llanto… se escucha la voz entrecorta del papá de familia que hace fuerza para no quebrarse delante de sus hijos, se siente la impotencia ante la voz de los potentados que humillan son sus sátiras a los pobres y marginados. Los sueldos que no aguantan, los pequeños comercios que no prosperan, los familiares enfermos que se mueren por no tener recursos, los que mueren y deben esperar días para poder ser sepultados. El niño que llora porque tiene hambre, y la madre que, desesperada, busca socorro. El que es asesinado por un bandido al ir a comprar pan, y el que desconcertado ve a las autoridades practicando injusticia. Todo esto duele y desmotiva, pero hay aún un mundo escondido detrás de todo esto.

El cristianismo trajo una vuelta de cartas. Lo que era dolor y que, de por sí, no tiene ningún sentido, se convirtió en un vehículo que nos puede llevar a Dios. La Cruz de Cristo se sigue alzando en todas las realidades humanas: es una locura para los que no creen, y una alegría para los que esperan. Te daré mi punto de vista, y espero que te pueda ayudar.

Al igual que tú, veo dolor, pobreza, desaliento, amargura, injusticia, caos, y muerte, y tal vez con más sentimiento, pero no me quedo allí. En este mundo desconocido y habitado por bestias -estoy hablando del dolor, la pobreza…- hay un tesoro escondido. No apoyo esta situación tan difícil y la critico y la lamento, pero en vez de quedarme allí, quiero ver detrás de eso. Para el cristiano no se sufre solo, se sufre acompañado, y acompañado, las penas menguan; sabemos que Jesús, Señor de todos, pasó por todo esto y que, al no rehusar sufrir, santificó estas realidades humanas y las elevó a un orden mucho más alto. No es ya el que sufre, es el que sufre con Cristo, es el que sufre con todos los hombres desde la creación del mundo. No es ya el que sufre y muere, es el que con ese sufrimiento puede conseguir el verdadero sentido de la vida, a Dios; es el que descubre el verdadero valor de las cosas, el que saca propósitos para salir adelante, para colocar todo su esfuerzo en mejorarlas; es el que reconoce la dignidad del hombre y la valora, es el que es capaz de cambiar al mundo para bien. En el dolor se ve claro que lo que verdaderamente importa no es tener una vida cómoda, sino un corazón enamorado. Diría la mamá de un gran amigo: “todo tiene solución menos la muerte”.

Me parece que esto no se dice mucho y que pocas personas lo saben. Muchas personas sufren solas, y pasan por alto que no lo están. De seguro me comprendes cuando digo que es mejor estar acompañado en los momentos difíciles. No es resignación -palabra poco amable-, sino que es pechar con la propia responsabilidad personal y aprender del pasado, para cambiar el presente y construir el futuro.

Cuando algo te cueste, trata de ver el lado bueno de eso y saca fuerza para salir adelante; si eres cristiano, levanta la mirada a la Cruz y toma ánimo para cargarla. Hay tesoros escondidos detrás de estas realidades humanas en apariencia poco prometedoras: anímate a lanzarte al mar con seguridad que, te lo aseguro, ¡encontrarás dragones! Haz llegar el mensaje a muchos. No sufrimos solos, sufrimos todos. No nos alegramos solos, nos alegramos todos.

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