Libertad y democracia para Venezuela son el objetivo de la guerra que estamos librando contra el totalitarismo y la narco-dictadura. En guerra es indispensable saber quién es el enemigo y quién el amigo o aliado, cuál es el objetivo a atacar y dónde no deben distraerse los tiros.
Venezuela es víctima de una confabulación de intereses foráneos y bastardos, con la cúpula política y militar podrida y desgastada. Nuestros enemigos son, pues, los representantes de esos intereses extranjeros, y el cogollo putrefacto del narco-régimen. No son ni deben ser objetivos de nuestros disparos, hermanos venezolanos, víctimas como todos nosotros del régimen, pero de los que diferimos en tácticas o estrategias para derrocar el sistema opresor. A ellos también los requerimos para el triunfo final porque, escúchese bien, la unidad es indispensable, es requisito sine qua non para derrotar el narco-régimen. Aquel que está confundido en táctica o estrategia contra mi enemigo, no es mi enemigo, debo convencerlo de su error y sumarlo al objetivo bien encauzado.
Debo confesar profundo dolor al ver y leer calificativos tremendamente duros e insultantes contra hermanos de la alternativa democrática, epítetos que no van a ayudar a conciliar las diferencias tácticas o estratégicas de los opositores a la narco-dictadura. Esa carga verbal disparémosla en buen sentido, dirijámosla contra Maduro y contra quienes lo mantienen allí.
Lo he escrito en reiteradas oportunidades, lo reitero hoy y tal vez deba hacerlo luego, porque es indispensable tenerlo presente: nuestros enemigos -por ser el sostén fundamental de la narco-dictadura- son el narcotráfico internacional, el terrorismo, igualmente internacional, y la guerrilla colombiana, todos ellos perfectamente orquestados por el castro-comunismo cubano, con apoyo de Iraq e Irán, beneficiarios directos de nuestras riquezas mineras explotadas a su antojo, y de China y Rusia, que obtienen ingentes beneficios políticos y económicos del régimen venezolano. Es esa confabulación de intereses foráneos la que da soporte a la cúpula militar corrompida y vende patria. Nunca antes habíamos tenidos oficiales tan indignos al frente de nuestra Fuerza Armada, la otrora sembradora de libertades en pueblos del Continente.
Hay quienes guardan silencio ante la invasión foránea de nuestro país, ante el dominio de lo nuestro desde afuera, pero levantan la voz en contra, cuando hablamos de mover fuerzas de libertad hacia Venezuela, cuando clamamos por ayuda humanitaria y solidaridad internacional, que permita ponerle fin a la tragedia.
La invitación hoy es a entendernos, a hablarnos y escucharnos entre quienes constituimos la alternativa democrática. Participar o no en las elecciones regionales fue para mí un tema de discusión del pasado. Yo no estaba de acuerdo, yo veía más desventaja que ventaja en participar, pero si la Mesa de la Unidad Democrática optó por esa vía, qué ganamos al marchar divididos por caminos diferentes. La MUD dice haber visualizado que, participando masivamente, se disminuye el efecto depredador de la trampa oficialista, al punto de poder ganar la totalidad de las gobernaciones, ya que se trata de la elección de un solo funcionario por estado. Lo único peor que participar, sería hacerlo a medias. Ganar las 23 gobernaciones sería un golpe político contra el régimen, una nueva señal de su debilidad ante el pueblo. Hay más, yo estoy convencido de que si marchamos juntos, si el Gobierno percibe que el pueblo votará en su contra, no habrá elecciones, al régimen le sobra caradurismo para diferir por cualquier causa.
Estamos viviendo los últimos días de un régimen agónico, con un final culebroso donde el muerto no quiere darse por tal. La fuerza de lo foráneo todavía hoy nos impide llegar, no obstante, llegaremos, indefectiblemente triunfaremos. Digámoslo una vez más: la unidad es el camino, es esencial para el cambio.
Abogado UCV
Paciano Padrón