Opinión
¿Eres tú el quinto Rey Mago? ¿Llegaste ya a Belén?
sábado 20 diciembre, 2025
Carlos Casanova Leal
En vísperas de la Natividad, cuando las luces navideñas iluminan nuestras calles y los villancicos llenan el aire, recordamos la antigua leyenda de Artabán, el cuarto Rey Mago. Mientras Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron al pesebre de Belén guiados por la estrella, portando oro, incienso y mirra para adorar al Niño Dios, Artabán nunca alcanzó ese humilde portal.
Artabán, sabio persa como sus compañeros, había preparado tres joyas preciosas: Un zafiro, un rubí y una perla incomparable. Partió lleno de fervor, pero en el camino se topó con un moribundo abandonado. Detuvo su marcha, lo curó y le entregó el zafiro para que pudiera sobrevivir. Llegó tarde al punto de encuentro; los otros tres ya habían partido.
Solo, continuó hacia Belén, pero halló el horror de la matanza de los inocentes ordenada por Herodes. Vio a un soldado a punto de degollar a un niño y, sin dudar, ofreció el rubí a cambio de su vida. Siguió buscando al Mesías durante décadas, ayudando a los necesitados, hasta que, ya anciano, llegó a Jerusalén el día de la Crucifixión.
Allí, ante una joven vendida como esclava para pagar deudas familiares, entregó su última perla para liberarla. En ese instante, la tierra tembló con la muerte de Jesús en la cruz. Una teja caída hirió mortalmente a Artabán. Agonizante, lamentaba no haber cumplido su misión. Entonces, una voz serena resonó en su corazón: “Tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; estuve desnudo y me vestiste; enfermo y me visitaste; preso y me liberaste”. Artabán, confundido, preguntó: “Señor, ¿cuándo te vi yo así?” Y la voz respondió: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.
Artabán no llegó al Belén del pesebre, pero encontró al Rey en el camino de la misericordia. Murió en paz, sabiendo que sus retrasos habían sido el verdadero encuentro.
Hoy, rumbo al 24 de diciembre de 2025, en un mundo apresurado por crisis, guerras y egoísmos, persecución de cristianos, degradación del liderazgo político, esa voz de Jesús resuena de nuevo para nosotros: ¿Llegaste tú a Belén? ¿O sigues extraviado en rutas de indiferencia?
Belén no es solo un lugar histórico: Es el corazón donde nace el Niño Dios cada Navidad. Solo se llega allí con buenas acciones: Compasión con el que huye de la violencia, como la Sagrada Familia; generosidad con el pobre para ayudarlo a salir de esa situación; unir al ciudadano en el propósito de una vida de calidad y mejorarla; reconciliar al amigo y hermano que nos hiere; defender al débil ante la injusticia. Esas son las acciones que nos llevan a Belén: Dar de comer al hambriento, visitar al enfermo, abandonar la dependencia clientelar, consolar al afligido. Ellas hacen que el Niño renazca en nuestro corazón, transformando la Navidad en algo real, no en mera tradición.
Pero otras nos alejan: La avaricia que acumula sin compartir; el odio que divide familias y naciones; la indiferencia ante el sufrimiento ajeno; el orgullo que nos ciega a la humildad del pesebre; el materialismo que reduce la fiesta a regalos vacíos.
Querido lector: Esta Natividad, pregúntese con honestidad: ¿Eres como los tres Reyes, que llegaron puntuales con sus ofrendas externas? ¿O como Artabán, que llegó tarde al portal, pero encontró al Crucificado en los sufrientes? ¿O eres el quinto Rey donde renace el niño? Si es así, llegaste a Belén.
La buena noticia es que nunca es tarde. Jesús sigue caminando hacia su cruz en millones de rostros dolientes. Ayúdale cargándola con bondad, y Él nacerá en ti. Solo así, la estrella brillará de nuevo, y Belén estará en tu alma.
Desde el Táchira y en nombre de los tachirenses les deseo de corazón Feliz Natividad: que el Niño renazca en tu corazón mediante obras de amor.
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