Ni a los venezolanos ni a la comunidad internacional, los chavimaduristas nos estafaran dos veces con el mismo truco. Se acabaron los largos cuentos de justificaciones en los desmanes de sus malas políticas, que tenían desde un principio el propósito de una crisis inducida para poder generar escasez y sobre ella montar el racionamiento y la dependencia política del ciudadano por la bolsita de comida. Se acabaron las historias de enemigos externos imaginarios, se acabó el cuento de la lucha contra los animales responsabilizados por el Gobierno de ser autores de la pésima calidad de servicios públicos. Se acabó el cuento de la guerra económica, especulativa, de páginas que fijan el precio del dólar, se acabó el tiempo para la revolución. Esta sí es la verdad.
En la comunidad internacional existe clara idea de lo que sucede en el país. Nada justifica que el país más rico de Latinoamérica esté hoy más pobre que Haití. Se sabe que la riqueza de Venezuela fue transferida por lo menos a 20 mil chavistas, sus familias y entornos (“enchufados”), que se dan una vida de mil millonarios en el exterior, con inversiones de todo tipo y en todas las áreas.
Existe la convicción de que la riqueza de Venezuela, ahora en manos revolucionarias, sirve para financiar también la expansión comunista en el mundo y ganar espacios de influencia. Para ello fue necesaria la corrupción generalizada del Estado y sus funcionarios, que hicieron de toda la actividad del Gobierno un negocio personal: gasolina, hierro, oro, coltan, cemento, cabilla, etc.
El país de las contradicciones, país petrolero, con reservas de gas y petróleo, sin gas ni gasolina. La población bancarizada en un 70 % sin posibilidad de pasar tarjetas por puntos bancarios en razón a que no hay. Sin efectivo. Sin nada. Carnicerías sin carne, panaderías sin pan, ventas de repuestos sin repuestos. El país del no hay.
La revolución se encontró con varios obstáculos finales, el venezolano que en resistencia salió a pelear, el triunfo de Donald Trump, que cambipo la política de EE.UU. sobre Cuba, las Farc y Venezuela, y unos presidentes y expresidentes de países que han hecho junto al secretario general de la OEA como propia la lucha por el retorno a la democracia en Venezuela. No es salir de un régimen por otro, no; es salir del régimen por una real democracia, sin caudillos ni civiles ni militares, es retornar a la república civil en búsqueda de la modernidad.
China se suma a las sanciones de EEUU, la Comunidad Europea se sumará si no aprecia cambios tempranos en el retorno democrático; Japón, Canadá; el consenso de países en Latinoamérica de acuerdo en poner fin a un gobierno que no hace méritos para continuar, en razón a que la crisis humanitaria de Venezuela se expande por la región de forma peligrosa, al punto que puede arrastrarlos.
Ya no tiene Maduro aliados, ni siquiera Rusia puede asumir el costo de financiar la burocracia chavista. En Venezuela cuenta con un rechazo solido del 85 %. La crisis se generalizó, vamos del colapso a la parálisis. Está implosionando desde adentro el Gobierno. No podrán con las nuevas sanciones que impondrán EE.UU. y todos los aliados del mundo.
No es posible sacar a un país de la globalización para llevarlo a tiempos anteriores a ese proceso. Cuba, porque la revolución fue anterior a la globalización. Sin dólares el Gobierno, esto llega a su fin.
Preparémonos para las lecciones que debimos haber aprendido, reconstruiremos el Táchira, San Cristóbal y Venezuela, con la voluntad de cada uno de nosotros. Reuniremos nuevamente a la familia dividida en el exterior y haremos homenaje a los caídos en la lucha contra la dictadura comunista.
Carlos Casanova