Julieta Cantos
Revisando, me topé con un artículo mío sobre la feria. Una feria que, a pesar del paso del tiempo y la erosión que ella ha provocado en su estructura organizativa e imagen, por el natural desgaste y olvido de sus objetivos, sigue perdurando, lo que significa que de alguna manera está enclavada, enquistada en su gente. Ya sea porque proporciona colateralmente diversión, ocio, ingresos temporales y/o contratos.
Este es un tema apasionante, porque toca muchos puntos clave, que además inciden directamente en el funcionamiento de la ciudad; esa ciudad que tanto amamos, que habitamos, que nos quiere y nos desprecia, y viceversa. Esa ciudad que se encuentra cercada y cercenada, en estos momentos, por la pederastia y sus consecuencias, y las declaraciones cruzadas entre el Alcalde y el Protector.
Debemos retomar el rescate de la FISS como elemento cultural productivo, reflejo de la esencia del ser tachirense y su producción regional. ¡El tachirense como hacedor!
San Cristóbal es montañas, cordialidad, cursos de agua, viaductos, morcillas, pasteles y masato. Es nuestros mercados presentes en toda la ciudad, enlazando los diferentes sectores, es nuestra pisca andina; es nido y paso de aves, música de bambuco y violines, poesía, narrativa, el Deportivo Táchira, el puente Libertador, las iglesias, la Capilla de los Ahorcados, la Vuelta al Táchira, la FISS, la UNET, TRT, el Muro de La Guacara, la Bienal de Poesía y Literatura, la Bienal de Pintura, de teatro, Chorro el Indio, el río Torbes, La Machirí; es industria, es comercio, es servicios….son tantas, tantas las cualidades de nuestra tierra, que con la aplicación de un concepto verdaderamente auténtico y claro de ciudad, tendríamos la mejor región, la mejor ciudad.
Para ello, es imperativo que el concepto de cultura nos embriague e invada cualquier otro. ¿Qué quiero significar? Desfragmentemos la feria, incorporémosla a todos los sectores de nuestra ciudad, con la presencia de lo mejor de la producción regional, artesanal e industrial, con nuestra música, nuestras artes, en cada rincón, en cada barrio, en cada sector, con calidad, seamos exigentes en la presentación y mercadeo de nuestros productos, así como la presentación de las diferentes expresiones artísticas que conforman el espíritu creador y emprendedor del tachirense. Facilitemos la movilidad para enlazar los distintos eventos, los distintos sectores, propongamos proyectos conjuntos entre lo público y lo privado, para apoyar la reactivación de nuestra feria, cultural y económicamente. Asumámoslo responsablemente, no improvisadamente, generemos cronogramas, toquemos las puertas de cada uno de nosotros, incorporemos a las personas, retomemos los concursos de las mejores calles, de los templetes. Somos un estado musical, en cada barrio hay músicos de los buenos, elaboremos con la Orquesta Sinfónica del Táchira programaciones para toda la ciudad simultáneamente, hagamos lo mismo con el cine, la poesía, lecturas de nuestros escritores y poetas, presentaciones de pintura, conferencias, la realización de una feria gastronómica regional desplegada en toda la ciudad, soñemos de nuevo con lo posible. Seamos emprendedores de mediano y largo plazo, no seamos cortoplacistas. Asumamos este reto, pero no solo para el año que viene, sino para los 20 siguientes. Los japoneses dicen que una empresa se consolida solo a partir de los 20 años, en los otros 19 hay que trabajar, trabajar y trabajar, soñar entre trabajo y trabajo, invertir y no sacar.
Quizás sea ya el momento de que se establezcan alianzas serias, inteligentes, verdaderamente políticas, entre los poderes nacionales, regionales y locales, para logar un objetivo común: el bienestar del tachirense. Esperemos que el deseo de gobernar bien sea mayor a las apetencias personales de cada quien, y que ello se vea traducido a corto plazo en nuestra ciudad, en nuestro estado.
Profundicemos el concepto de ciudad democrática, de ciudad inclusiva, para todos, aleatoriamente, accesible.
Al arropar con el concepto de cultura cualquier otro, sea productivo o financiero, producimos un sentido de pertenencia que nos obliga, nos engrandece como región y nos proyecta.
Y en esta misma ciudad, se despliega el esfuerzo productivo de nuestros agricultores, traducido en ofertas permanentes en diferentes espacios de la ciudad, en puestos de frutas y verduras. Y se empieza a vislumbrar la competencia por mejorar ante el comprador la exhibición de los productos. Sin ir más lejos, en la prolongación de la avenida España, un puesto con toldos cuyos drenajes fueron pensados de manera eficiente y visualmente atractiva para el transeúnte y para la ciudad, mejorando la improvisación y la anarquía.
En esta misma ciudad, compré en un hipermercado una mano de cambur…divina, la cual tenía un sello. Pensé que era importado. Lo busqué en internet y resultó producido en Palo Negro/Aragua…con calidad de exportación.
Eso somos: diversos, anárquicos, productivos, improvisados, organizados…creativos. Esforcémonos porque lo bueno pese más en la balanza.
Sus sugerencias bienvenidas a [email protected]