El periodismo venezolano está de luto por el fallecimiento de una de sus figuras más descollantes: Don Germán Carías Sisco. Pionero del periodismo de investigación, veterano de la redacción del El Nacional en su época de oro, director del diario tachirense La Nación, jefe de Venpres en sus buenos tiempos, autor de numerosos libros sobre su profesión y sus inquietudes históricas, profesor universitario, y hombre de medios, noticias y publicidad.
Luego de una larga y prolífica carrera, falleció en San Cristóbal a los 92 años de edad, y hasta hace nada estaba pendiente de los acontecimientos del país y de mantener contactos con sus innumerables amigos y discípulos de toda Venezuela. Desempeño con brillo la dirección del diario La Nación cuando ya traspasaba los ochenta años, y sus compañeros lo reconocían por su vitalidad y esmero en todas sus labores.
En presencia de Gisela, su abnegada esposa, y de su familia, se nos fue Don Germán, un caballero de ejemplo ciudadano y honradez de trayectoria. Estoy seguro que siempre se sintió pleno de haber podido realizar su vocación de periodista, de una manera innovadora, combativa, veraz y pedagógica. Tuve el privilegio de trabajar a su lado en funciones de gobierno, y en todo ese tiempo mantuvo su independencia de criterio y su sentido profesional en el cumplimiento del deber.
Se consideraba, correctamente, como un funcionario público, al servicio del Estado venezolano, y no al servicio de los intereses particulares del gobierno o poder ejecutivo. A veces no parecía fácil hacer la distinción, pero Don Germán sabía discernir con rectitud y trabajar en consecuencia. Su experiencia era muy amplia y podía manejar los temas más complejos con naturalidad y sencillez. Me place reconocer que aprendí mucho de él, tanto en el campo de la comunicación social o de la historia de la comunicación social de Venezuela –de la que hablaba no como observador o académico sino como protagonista fundamental– como en el cultivo de la amistad generosa y solidaria.
Creo que no le agradaba mucho que le llamara Don Germán, pero me costaba llamarlo simplemente Germán, como era su deseo. Y eso que me pasaba a mí, le pasaba a muchísima gente que lo respetaba y admiraba, y que siempre trataban de colocarlo en un sitial especial. Al concluir estas líneas, debo reiterar que a nuestro país le hacen mucha falta venezolanos de la talla de Don Germán Carías Sisco. [email protected]
Fernando Luis Egaña