Opinión

Hablar desde el futuro (o el pasado)

26 de diciembre de 2021

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Francisco Corsica


En diciembre sobran historias por contar. Ficticias o reales. Algunas tristes y melancólicas; otras gratificantes o con finales felices. Hay para todos los gustos. Afortunadamente, la Navidad se caracteriza por inspirar a millones de personas con su indudable encanto. Las vivencias se convierten en recuerdos. Razón tuvieron los que la tildaron como “la mejor época del año”.

Tomando en consideración estas palabras, reflexionemos un poco una de esas tantas anécdotas que suceden durante estas festividades. Vamos a comentar, en concreto, una que se repite en una infinidad de hogares en todo el mundo. Por si fuera poco, los venezolanos la hemos visto de cerca en los últimos lustros. Sí, me refiero a nuestros seres queridos que se han ido lejos y no podrán hacernos compañía en estas fechas. Aquellos cuya lejanía se reduce adquiriendo un boleto de avión o traspasando unas cuantas fronteras.

Durante las festividades pasadas ocurrió algo bastante curioso. Escuché a una madre bromear con su hija a través de una videollamada. Jugaba con ella sobre la diferencia en el huso horario mientras de este lado del mundo recibíamos el Año Nuevo. Le decía algo así como “te estoy hablando desde el futuro, ya aquí empezó el 2021 y allá siguen esperando que se acabe el 2020”. O algo que se le parezca. Luego, ambas derramaron algunas lágrimas y se repartieron buenos deseos mutuamente. Conmovedor, sin duda.

Seguramente alguien se sentirá identificado con este momento. Tampoco debe ser la primera ni la última vez que pasa. En plena Venezuela de principios de la década de 2020, ¿todavía queda alguien que no tenga por lo menos un pariente viviendo en otro país? Supongo que no. Ya me imagino un auditorio lleno en el que nadie pueda levantar su mano ante esta insidiosa pregunta. En realidad, le pasa a mucha gente de toda clase de nacionalidades. Las migraciones existen desde que los humanos poblamos la Tierra.

Retomando el punto del huso horario, tengamos presente que hay países en los cuales el nuevo año comienza «antes» que en otros. Los que se ubican en Oceanía son los primeros en cambiar un calendario por otro. Kiribati, por ejemplo, lo recibe cuando acá son las 6 AM del 31 de diciembre. Dieciocho horas antes que nosotros. Por lo tanto, otros tantos —entre esos, esta tierra de gracia— lo recibimos unas horas después. A su vez, nosotros celebramos Año Nuevo antes que otros. Y así sucesivamente. Basta ver un mapamundi que especifique los husos horarios para saberlo.

¿Quién iba a imaginarse hace unas cuantas décadas atrás a tantos venezolanos hablar desde el futuro —o el pasado— a través de una cámara? Dicen por ahí que nuestro gentilicio no tiene “voluntad de migrante”. Nos encanta el terruño. Y sí, en efecto. La mayoría de quienes se encuentran fuera del país desean regresar en algún momento. Están allá pero sus mentes y corazones siguen acá. No se fueron por capricho o por deseo, sino en búsqueda de oportunidades que acá no estaban consiguiendo.

Ahora figúrense esa mezcla de sentimientos las dos últimas semanas de diciembre. Cualquier frase o expresión que pueda colocarse en estas líneas siempre quedará incompleta. Se trata de mantener presentes, aunque sea en la distancia, a nuestros seres queridos. Ni más ni menos. Ellos desde su actual hogar y nosotros desde acá. Seguro a ustedes también se les pone el corazón como una pasita al pensar en los suyos en esta misma condición.

Dios mediante, algún día las circunstancias permitirán que la familia se reúna nuevamente en Navidad. O por lo menos muchas de ellas. Al igual que el resto del tiempo. ¿Por qué no? La vida no para de dar vueltas. Y cualquier revés que estemos enfrentando tendrá que ser superado eventualmente. Trabajemos en función de vivir cada vez mejor. Sería un bonito homenaje para ellos, además de ser un incentivo para su retorno.

Mientras este anhelo se cristaliza, conservemos con ellos ese hilo de comunicación que nos brinda la tecnología. Asimismo, vamos a disfrutar de quienes nos rodean ahora. Ya habrá ocasión para el reencuentro con los ausentes. Finalizando, les deseo un venturoso 2022, lleno de buena salud, abundancia y felicidad, y que logremos superar airosos todos los obstáculos que se nos puedan presentar. Así será. ¡Nos leemos el próximo año!

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