Humberto González Briceño
De la mano engañosa de la falsa oposición, Venezuela ya lleva dos décadas votando sin condiciones y sin garantías políticas. Esto, que en cualquier otro sistema político sería considerado anormal, ha ocurrido tantas veces y por tanto tiempo que ahora es parte de la normalidad.
Uno de los incentivos para continuar haciendo lo mismo es que en las elecciones parlamentarias y en las regionales aparentemente la falsa oposición logra ganarle algunas veces al chavismo y este también aparentemente acepta algunas de esas derrotas.
Por supuesto, esto no ocurre con las elecciones presidenciales, donde, a pesar de los esfuerzos y las encuestas, el candidato de la falsa oposición siempre llega en un digno y honroso segundo lugar, casi a punto de ganarle al candidato oficialista, pero sin efectivamente poder lograrlo.
Todas las elecciones celebradas durante la era chavista han tenido esa imagen de aparente competitividad, aunque sin condiciones ni garantías transparentes de muy poco han servido para lograr el cambio político.
Esto además sugiere si no una complicidad al menos una aceptación tácita de los candidatos opositores para participar en unas elecciones cuyo resultado cualquiera fácilmente podría anticipar.
Más allá de la narrativa épica de quienes la apoyan, la candidata de la falsa oposición María Corina Machado no podrá zafarse de la dinámica en la que se han visto sus antecesores ¿Por qué habría de ser diferente hoy, si al igual que ayer tampoco existen condiciones y garantías? Y lo emblemático de esto es que la misma habilitación de la candidatura de Machado depende de lo que le convenga al Gobierno. Sencillamente si conviene a sus intereses será habilitada, y si no, pues no lo será.
Muy consciente de todo lo que hemos planteado en este artículo María Corina Machado propagó masivamente la consigna “En tiranía no se vota”. Y a esa definición política ella debería agradecerle la popularidad de la que hoy disfruta.
En algún momento ella cambió su postura y resolvió que ahora en tiranía sí se vota. Al igual que sus antecesores en la falsa oposición ella no se sintió obligada a explicar o razonar su nueva postura pidiendo en cambio que se le apoye como un acto de fe ciega en sus desconocidas facultades, las cuales reclaman un cheque en blanco al portador.
Después de todos los engaños que han perpetrado los candidatos de la falsa oposición, lo menos que se puede esperar del venezolano promedio es el escepticismo militante como una respuesta reflejo frente a los cantos de sirena.
María Corina Machado hoy ocupa la representación que ayer le correspondió a Francisco Arias Cárdenas, Manuel Rosales y Henrique Capriles Radonski. A ella no se le puede pedir menos que a los otros. Por el contrario, tomando en cuenta la destreza que ha demostrado la falsa posición para reinventarse y reciclar sus promesas en cada uno de sus candidatos, con María Corina Machado habría que ser más desconfiado, suspicaz y escéptico para que el desengaño y la desesperanza no tengan efectos demoledores.- @humbertotweets
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