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Inicio/Opinión/Historia de la llaga en el hombro de Jesús

Opinión
Historia de la llaga en el hombro de Jesús

miércoles 3 junio, 2020


Pedro Alejandro Parra Fernández*


He decidido tocar este tema, porque además de ser devoto de la Sagrada Llaga del Hombro de Cristo, he notado a través del tiempo, y, a mis 78 años de edad, que ella no es nombrada en ninguna iglesia ni por algún Sacerdote, acá en Venezuela, al menos. Se mencionan las heridas de Cristo en el costado, en los pies y en las manos, pero, la del hombro no, y, por eso hoy, en este espacio que gentilmente me ha cedido semanalmente El Diario La Nación, lo voy a hacer, con ardor y con emoción.

En Su Pasión, Jesucristo sufrió mucho por los pecados del hombre. Llevaba la corona de espinas, fue azotado mientras estaba atado a una columna y, le infligieron las cincos santas heridas. Si bien es cierto, la mayoría de los católicos lo saben, pero, pocos están familiarizados con la herida de Jesús en el hombro y la historia milagrosa de su devoción.

La tradición cuenta que cuando Jesús caminó las tres millas que separaban el patio de Poncio Pilato del lugar de su Crucifixión en el Calvario, la Cruz lastimaba  tanto su hombro, que logró rasgar la carne exponiendo el hueso. Según una leyenda piadosa, San Bernardo de Clairvaux, cuando se hallaba en profunda oración, preguntó al Divino Salvador cual fue su dolor en la Pasión más desconocido por los hombres. Jesús le respondió: “Tenía una llaga profundísima en el hombro sobre el cual cargué mi pesada Cruz; esa llaga era la más dolorosa de todas. Los hombres no la conocen. Honrad pues esta llaga y haré todo lo que por ella pidas…”

Cristo pidió que San Bernardo y otros miembros de su orden que tengan devoción por la herida de su hombro, y que aquellos que lo hagan reciban la gracia de Dios. “Honra esta herida con tu devoción, y te concederé todo lo que pidas por su virtud y mérito. Y con respecto a todos aquellos que venerarán esta herida, les remitiré todos sus pecados y ya no recordaré sus pecados mortales”. San Bernardo atendió el llamado de Cristo, componiendo una hermosa oración devocional para honrar la herida del hombro de Nuestro Salvador:
“¡Oh amado Jesús, manso Cordero de Dios!, a pesar de ser yo una criatura miserable y pecadora, te adoro y venero la llaga causada por el peso de vuestra Cruz que abriendo vuestras carnes desnudó los huesos de vuestro hombro sagrado y de la cual vuestra Madre Dolorosa tanto se compadeció. También yo, ¡oh carísimo Jesús!, me compadezco de Vos y desde el fondo de mi corazón te glorifico y te agradezco por esta llaga dolorosa de vuestro hombro en la que quisiste cargar vuestra Cruz por mi salvación  ¡Ah! por los sufrimientos que padeciste y que aumentaron el enorme peso de vuestra Cruz, ruégote con mucha humildad, ten piedad de mi pobre criatura pecadora, perdonad mis pecados y conducidme al cielo por el camino de la Cruz.

Se rezan siete Ave María y se agrega: Madre Santísima imprime en mi corazón las llagas de Jesucristo crucificado. ¡Oh dulcísimo Jesús!, no seas mi juez sino mi salvador. Amén.

San Pío de Pietrelcina capuchino, sacerdote y místico, murió en 1968, soportó además de las llagas de Cristo (los estigmas) en las manos y los pies, ante una pregunta que le hiciese el padre Wojtyla sobre cuál de sus heridas era la que le causaba el mayor de los dolores, contestó: “Es mi llaga en el hombro, que nadie conoce y nunca se ha curado o tratado”.

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