Cuando se regala felicidad
25 de noviembre de 2024
Alfredo Monsalve López
Lejos de emitir juicios políticos que contraríen el pensamiento, o en todo caso, hieran susceptibilidades, las opiniones emitidas en este artículo buscan la verdadera reflexión de millones de personas involucradas en el quehacer académico de nuestro vapuleado país por los cuatro costados por el régimen actual, y por innumerables infortunios como es la mortífera peste que nos azota. No hay otra razón. Pues vamos a ello. En la década de los años 60 y parte de los 70ȿ, la “Casa que vence las sombras” abría sus puertas para que fluyeran las múltiples ideas. De todos los calibres. De todas las tendencias políticas. Un ejemplo de ello es que en la UCV. Los debates los abrían quienes eran simpatizantes de la izquierda, de derecha, de centro izquierda, radicales, en fin, estaban todos metidos en la disputa que día a día se producía en esa casa de estudios. El pensamiento era universal (Y lo sigue siendo…pero, un tanto mucho más controlado). Para eso y mucho más, se fundaron las universidades en el mundo.
En esa década (los 60´), andaba la guerrilla urbana por las calles planificando y desarrollando actividades que consideraban iban en contra de sus principios, de sus ideales. Los llamados “policías de punto”, rondaban las propiedades y cuidaban a las personas de cualquier atentado. Sin embargo, no era suficiente la seguridad. Los jóvenes o personas radicales de la época, salían a las calles a protestar contra el gobierno de turno. La Universidad, en cualquier parte del planeta tierra, está allí para preparar, para formar en cualquier área del conocimiento humano, a los que requieran de ella. Los que buscan saber más de lo que han aprendido tanto en sus hogares como en la vida cotidiana. Y como señala Carlos Rodríguez: “Un individuo ilustrado por la universidad, en este caso la UCV, debe ser una persona que ama la libertad, independencia, pluralidad; y está opuesta al autoritarismo y el servilismo”. Eso dece. Ahora, el campus universitario es un espacio (siempre lo ha sido), para el conocimiento, que abre las puertas, e incluso, las ventanas para el conocimiento, para la pluralidad, para la integración. Tan sencillo como que el cielo está sobre nosotros.
Volviendo atrás. En los años 60, a pesar de las protestas y escaramuzas con los cuerpos de seguridad del Estado, había bienestar, había medianamente, progreso. De hecho, existía la llamada “clase media”. Que también hay que mencionarlo, formaban parte de las diferentes “cofradías” que se unían con las nombradas “clase baja” y hacían vida en común en la UCV para enfrentar las políticas neoliberales del régimen de esos años. En los largos y anchos pasillos de la UCV, nos topábamos con pizarras cubriendo los mismos para que los estudiantes, de todas las tendencias, expresaran sus conocimientos. Es más, muchos estudiantes fungían de profesores para ayudar a aquellos que necesitaran de sus conocimientos. Y, sin costo adicional. Es decir, clases “gratiñan”. Al margen de estas actividades académicas a “campo traviesa”, el 29 de octubre se generó una protesta a las afueras de la UCV (no era la única), cuyo motivo fue la muerte de un estudiante en la cárcel de La Pica. A raíz de ello, y en cadena nacional de radio y televisión, el entonces presidente Caldera anunció que su gobierno estaba dispuesto a tomar medidas para mantener el orden (nos recuerda lo que vivimos muchísimo más a menudo con las “cadenas” actuales). Y en efecto, así fue. La presión de los estudiantes de la UCV, culminó con la llamada “Operación Canguro”: intervención y el allanamiento de la Universidad el 31 de octubre de 1969 por órdenes del presidente Rafael Caldera. La pregunta de rigor: ¿Qué piensa sobre la universidad de hoy? Queda abierto el debate para el próximo capítulo. Saludos. Y a cuidarse pues.
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