Alfredo Monsalve López
En días recientes estuve escuchando (en una red social) a un gran locutor y periodista de uno de los canales comerciales que tenemos en Venezuela. Comentaba sobre la experiencia que vivió, y que todos vivimos (al menos los de a pie), en las grandes ciudades de este tremendo país, cuna del Libertador Simón Bolívar. Se refería a los múltiples sinsabores que le tocó experimentar a él y a su familia, con un “palo de agua” que se desató hace algunos días en la llamada Gran Caracas. El caos se apoderó de los ciudadanos que transitaban por sus calles y avenidas. Sobre todo, los conductores que llevaban prisa por la hora en que ocurrió el evento lluvioso. La llamada “hora pico”. Y como es de esperarse el caos se trasmutó en anarquía. Las “trancas” de vehículo no se hicieron esperar. Mucho menos las mentadas de progenitoras. Hasta coñazos hubo (lo de “coñazo” es mío). En fin, el amigo periodista soltó la verdad del tamaño del cielo. Sostenía que no era justo que en nuestro país estemos viviendo situaciones como estas. Incluso, con nuestros hijos que también se desplazan junto a sus respectivos padres. Aunque ese desastre no es de reciente data.
En verdad, es totalmente injusto. No nos merecemos llegar a esta situación de desorganización en numerosos sectores de nuestra maltratada sociedad. Ahora, lo que comentaba muy acertadamente el amigo periodista, va mucho más allá de lo que ocurre en la Capital de Venezuela. En diversas regiones del territorio nacional, cada vez que hay un fuerte chubasco, hasta los puentes se los llevan los ríos. Algunas casas van a dar al suelo. Muchísimos ciudadanos pierden todo lo que con gran sacrificio lograron obtener. Volvamos al principio. Es decir, la anarquía que se produce por efecto de un evento. Aquí está involucrado, con mayor responsabilidad, el Estado venezolano. Las políticas de organización en cuanto a la vigilancia y mantenimiento de calzadas, alcantarillas, cunetas y principales vías, no han sido para nada coherentes. Han sido abandonadas a su suerte. Y acoto, llámese como se llame quien esté en el poder. A mí me importa un pepino que el que gobierne (algunos dicen “desgobierne”), sea del color que sea. Lo importante es que haya una verdadera política efectiva en toda la infraestructura nacional. Punto.
Otro aspecto que comentaba el amigo periodista, es el hecho de que mientras no haya, por parte del ciudadano, una pizca de cordura (palabras más palabras menos), en cuanto al comportamiento ciudadano, jamás tendremos una Venezuela decente, honesta, cordial, respetuosa, entre otros valores que nos conduzcan al progreso. Y aquí no estoy abordando la infinidad de “matraqueo” que realizan algunas autoridades a sus ciudadanos ni la corrupción que campea desde hace algún tiempo y que nos hace llegar al foso de la desvergüenza. Voy a ir mucho más allá. Resulta que, política y socialmente, no tenemos a ese estadista, a ese líder que nos lleve de la mano, con su ejemplo, a superar los traumas que ocasiona la anarquía y que destruye nuestra psiquis. Ahora mismo observamos como candidatos de la misma línea para los comicios del 1ro de noviembre, se tiran de las greñas para ganarse o permanecer en el poder. Que por cierto, el poder ciega. Tal vez ésta sea la razón de nuestra desgracia: la ceguera. Es tan así que El Libertador señalaba: “Nada es tan peligroso que dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerlo y él se acostumbra a mandarlo; donde se origina la usurpación y la tiranía”. Igualmente escuchamos a Nicolás ofrecer a los caraqueños la construcción de una ciudad comunal en el “Ävila”. Hágame usted el favor, Algunos señalan que a lo mejor lo hace por las cercanía de las elecciones o para “distraer” sobre lo del sr. Saab. Eso comentan. La pregunta: ¿Por qué no utilizar esos recursos para mejorar lo que tenemos? En definitiva estimados amigos, y lo reitero, si el Estado y el ciudadano no reflexionan como les corresponde, Venezuela, lamentablemente, seguirá siendo lo que es. No hay otra. Cabe entonces otra interrogante: ¿Cómo acabar con la anarquía? Se abre el debate para una profunda reflexión.
@monsalvel