Porfirio Parada
La visión y reunión de palabras que forman la siguiente cita o fragmento: “La región más transparente” hace alusión a la obra de dos grandes autores mexicanos, y a su vez, ambos se influenciaron de un gran naturalista alemán. El primero marca el título de una novela que ingresó y pertenece al llamado boom latinoamericano. El escritor Carlos Fuentes publicó su primera novela en 1958. Tenía en ese entonces 29 años de edad, aunque la empezó a escribir a los 25. La región más transparente siendo la Ciudad de México ese valle que Alexander von Humboldt resumió en palabras, sorprendido, luego de ver aquel espacio y vasto territorio, muchos años atrás. El otro autor, Alfonso Reyes, nacido en Monterrey, más antiguo, más historiador que escritor, escribió el ensayo Visión de Anáhuac en 1917, tomando a Humboldt y su definición de “la región más transparente” como epígrafe para narrar la historia de los pueblos de América.
La vida de Humboldt, parece fantástica, ficcional, y del mismo modo, apasionante, muy terrenal y exploradora. Desde niño en las escuelas, luego en liceos, y ya en universidades en Venezuela, escuchamos a ese hombre con nombre de otro continente. Humboldt como el hotel, o como el segundo pico más alto del país, ubicado en Mérida. Humboldt como el nombre de una universidad, o como el nombre de una corriente en el Perú. Profundizar sobre su obra sería convertirse en viajero, y tratar de viajar por medio de las palabras de los cronistas, escritores y ensayistas sobre sus expediciones y recorridos que partieron desde la misma Europa, Asia y conociendo ese Nuevo Mundo de Centroamérica y América del Sur finalizando el siglo XVIII y empezando el siglo XIX. Su aporte está cargado de datos relacionados con la geografía, el ecosistema, la flora, el estudio de los vientos, el cosmos, temas botánicos y astrológicos, mares, cuencas y ríos, pero sin duda, también dejó, su pasión y admiración por el paisaje tropical, incluyendo el contraste de la Cordillera de los Andes.
Escritores, investigadores, incluyendo próceres de la independencia de Venezuela dejaron por escrito su admiración a este notable geógrafo. El ensayista merideño Mariano Picón Salas relata sus viajes, como lo hizo el naturalista, historiador y periodista Arístides Rojas. Siendo aún joven Simón Bolívar lo conoció en París, refiriéndose como el Barón. Andrés Bello incluso llegó a publicar textos sobre sus hazañas y desafíos con el tiempo, de esa América rica en estrellas en el cielo, de ríos y selvas. De frutos y recursos naturales, de caminos inusuales y fantásticos. Humboldt tuvo durante todos esos años, una gran cantidad de instrumentos, donde recolecta muestras, flores, y más datos. Lo acompañó un tal Aimé Bonpland, que no llegó al reconocimiento mundial como Humboldt, pero estuvo presente con él, acompañándolo a las expediciones y viajes a países como Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Cuba, México y los Estados Unidos.
Humboldt se hizo grande porque se alimentaba de la luz y de la oscuridad de la naturaleza. Su conquista no fue buscando el mal y destruyendo, fue superándose en cada nuevo viaje, reto y destino. Llegaba por Cumaná para quedarse en Caracas. Pisó lo que es actualmente La Guaira. Sintió el frío de Bogotá y llegó hasta el volcán de El Chimborazo en Ecuador. Hizo un mapa sobre esa experiencia. En Perú conoció algunos habitantes, su gente y su geografía, conoció a otros naturalistas e investigadores de esas tierras. Alexander von Humboldt fue más reconocido en América que en Europa, pero dejó uno de los grandes legados en la investigación y registro, fue un viajero que parecía que combatía por una revolución de pueblos y de muchos, pero en parte fue una revolución personal, con el apoyo de encargos de reyes que financiaban y apoyaban parte de sus investigaciones, redactado ensayos, números, ilustraciones, descubrimientos del Nuevo Continente.
Humboldt aprovechó lo adinerada que era su familia para estudiar, formarse y hacer sus primeros viajes, aprovechó su circunstancia histórica y su personalidad visionaria, aprovechó su tiempo para rodearse de grandes intelectuales, artistas, políticos y autoridades de la época, antes de viajar para América estuvo en París, Francia, que en esa época era la capital mundial de la ciencia y la investigación, adquiriendo los conocimientos necesarios. En sus últimos años de vida, en su última etapa, insiste en seguir investigando y seguir descubriendo, el mundo del universo, el universo del cosmos. Por supuesto, hay otra historia no contada, otra historia no escrita, exploradores que antes de Humboldt también hicieron grandes estudios y descubrimientos que no están en los libros o en el reconocimiento mundial. Autores de los pueblos originarios que quedaron escondidos en sus selvas, entre petroglifos, rituales y sabidurías. Sin embargo, Alexander von Humboldt es la inspiración sin fronteras de viajar por el mundo, ejemplo de no vivir en vano la existencia y el paso por este paraíso, trasnochado y golpeado, perdido. Pero a pesar de todo mal, casi milagrosamente, sigue siendo la región más transparente.
Lic. Comunicación Social
Locutor de La Nación Radio