Opinión
Innovar para renacer: Lecciones de los ganadores del Nobel de Economía para el futuro de Venezuela
sábado 1 noviembre, 2025
Carlos Casanova Leal
El trabajo de Joel Mokyr, Philippe Aghión y Peter Howitt, nos invita en Venezuela a una reflexión positiva sobre la innovación y el progreso tecnológico como camino seguro para lograr el desarrollo, por ser éste el motor clave para impulsar el crecimiento económico sostenido para alcanzar la calidad de vida que todos aspiramos y deseamos.
Necesario significar que para este propósito es indispensable abandonar estructuras y pensamiento económico anticuado; esto implica el reemplazo de tecnologías y procesos por nuevos y más eficientes tecnologías y métodos, sin lo cual no podemos conseguir calidad y competitividad en los productos; para lograrlo se requiere un marco regulatorio que permita la consolidación de empresas innovadoras al cual el sector productivo debe adecuarse y adaptarse.
Pero no existe innovación sin educación e investigación científica, por lo que invertir en educación es impostergable para que exista un flujo permanente de innovación mejorando de forma continua la competitividad en los productos y por tanto en el crecimiento de una economía productiva.
Dejar atrás ideologías obsoletas, vencer la resistencia al cambio y abrirse a las nuevas ideas, la sociedad es receptora de la nueva cultura que impone la revolución tecnológica en su ámbito personal, en consecuencia las políticas públicas dirigidas a los sectores productivos, culturales y educativos deben ser proclives a estas dinámicas, no se puede seguir en el inmovilismo que bloquea la creación de riqueza por parte del ciudadano evadiendo la obligatoria innovación para adecuar a los progresos tecnológicos las formas de producir.
Condición necesaria para cumplir estos propósitos, es la transparencia, la real y auténtica independencia del sistema de justicia y la lucha contra la gran corrupción y de la corrupción funcionarial que cobra por hacer lo que tiene que hacer y cobra por voltear los derechos y cobra por encubrir; si estas conductas no se corrigen, no se logrará la confianza, requisito para captar inversiones.
Es la política pública la que debe garantizar e incentivar la inversión privada y extranjera, estabilidad y seguridad jurídica, incentivos fiscales, apoyo a la creación de empresas innovadoras con potencial tecnológico y exportador; revalorizar el capital humano para que pueda impactar las actividades de alto valor añadido.
La sociedad cambia y el pensamiento de los dirigentes debe estar actualizado lo que permite que las ideologías políticas se adapten a los fenómenos que en la sociedad se presentan; así encontramos que la globalización ha cambiado su naturaleza; el multilateralismo ha sido parcialmente desplazado por relaciones bilaterales más directas que buscan resguardar intereses nacionales y construir alianzas desde sus intereses económicos.
Hoy tenemos el soberanismo y el pragmatismo en las relaciones bilaterales, siguen manteniendo una economía interdependiente pero más segmentada. El mundo está experimentando cambios, hoy apreciamos una competencia entre la soberanía nacional y la cooperación global; el soberanismo sitúa la soberanía nacional como prioridad, haciendo más difícil el cumplimiento de los compromisos multilaterales, obligando a preferir los acuerdos bilaterales o regionales frente a los que piensan en la integración global.
Mientras escribo me pregunto: ¿Y Venezuela? ¿Dónde está? Si es por el resultado de los indicadores internacionales y por los resultados traducidos en la circunstancia que atravesamos, diría que estamos en lo más anticuado de las políticas que no conducen a la prosperidad ni a la estabilidad, ni seguridad.
El camino de prosperidad existe, está escrito y lo ratifican los pueblos en los países que viven sin la angustia de las crisis. La brecha en la innovación tecnológica se abre y nos va dejando atrás en desniveles que nos hacen vivir en el atraso.
Con fe en el porvenir, en los venezolanos y con la bendición de Dios.









