El conflicto venezolano entra en un nuevo ciclo, luego de haber fracasado el intento de cambio de gobierno que tuvo su momento culminante el sábado 23 de febrero. La estrategia trazada apuntaba a presionar al estamento militar para que tuviera lugar un golpe o una sublevación.
Durante esas pocas semanas transcurrieron numerosos momentos de gran intensidad, en los que resalta la emergencia de la imagen de un poder dual sustentada básicamente en la acción de reconocimiento de Juan Guaidó, realizada por varios países.
La operación política de cambio de gobierno ha cabalgado sobre el caldo de cultivo de una situación económica y social muy deteriorada y caracterizada por la hiperinflación y el descenso de la producción nacional, a su vez consecuencia de erradas políticas económicas y de la ineficiente gestión pública.
INTERVENCIÓN POLÍTICA
Ahora bien, el signo distintivo de los acontecimientos que han tenido lugar en Venezuela durante este año corresponde a una intervención política extranjera, lo que ha prevalecido sobre la dinámica nacional. Incluso, se ha organizado una coalición de países para alcanzar ese objetivo de forma forzada y a través del enfrentamiento.
Como se sabe, en la legislación internacional está completamente prohibido que uno o varios paises realice acciones dirigidas a cambiar el gobierno de otro país. Sin embargo está normativa muy poco se respeta, y en el caso venezolano se ha llegado al punto en que ha sido planteada la opción de una intervención militar extranjera para alcanzar ese fin.
INTERVENCIÓN MILITAR
Ya en agosto de 2017 Donald Trump anunciaba que no descartaba la opción de una intervención armada en Venezuela. A partir de entonces, lo ha repetido en varias oportunidades, así como lo han hecho distintas figuras clave de su administración, como el consejero de seguridad John Bolton o el senador Marco Rubio, lo que se corresponde con la política exterior de su país y el interés de reinsertar a Venezuela en el dispositivo geopolítica occidental.
Sin embargo, esta opción es ampliamente rechazada por la comunidad internacional. Tanto Rusia, la Unión Europea, China como los propios países que integran el Grupo de Lima han mostrado su desacuerdo con el uso de la fuerza.
LA OPOSICIÓN INTERNA
En contraste, en el interior de Venezuela, el principal vocero de la oposición y de sus organizaciones políticas, Juan Guaidó, ha declarado que no descarta la intervención de Estados Unidos “de ser necesario”. Una posición que lo sitúa fuera de los principios de patriotismo propios de cualquier nación, y en particular de las suramericanas, fundadas en la gesta independentista. Y lo que llama más la atención es que hasta el momento públicamente ningún dirigente de oposición haya contestado esa declaración.
Leopoldo Puchi