Gustavo Villamizar Durán
Quizás por el empeño de un sector de nativos de estas tierras en criticar todo lo que aquí se piensa, se hace y se dice, en una obsesión por repudiar cualquier circunstancia que huela a arepa y agua ‘e panela, ha vuelto a circular intensamente por las infalibles redes sociales, un texto en el que más que alabar la estupenda educación impartida en Japón, se trata de dañar la fiesta del inicio del año escolar en la modalidad a distancia en vez de íntegramente on line, porque te lo juro, qué bochorno!
Es bueno adelantar que mensaje tan apasionante, tiene fallas en la redacción y algunas faltas de ortografía, seguramente producto de la emoción o del bilingüismo del autor. El contenido de tan alentadoras misivas parte de una situación extrema entre los cursantes de la nueva –ni tan nueva- educación japonesa y nuestros discentes, en la que prácticamente se retrotrae a la lucha de civilización contra barbarie, sabiendo de partida, estimados lectores, quienes representan a la barbarie. El primer chispazo de tal novedad es que “se trata de un cambio conceptual basado en los programas educativos Erasmus, Grundtvig, Comenius y… bájeme la luz que estoy encandilado. Además en ese modelo, fíjense bien y tomen nota: “Entenderán y aceptarán diferentes culturas y sus horizontes serán globales, no nacionales”. ¿Qué tiernos verdad?
Para más cuento, dejan claro que el programa de 12 años de duración se asienta en: cero materias de relleno, cero tareas y solo contempla 5 asignaturas, a saber: aritmética de negocios, lectura, civismo, computación e idiomas. Total, todo esto tendrá una extraordinaria resultante: jóvenes que a los 18 años hablan 4 idiomas, conocen 4 culturas, 4 alfabetos ¿aparte? Y luego, viene una cantidad de cosas que “definen” a nuestros pobrecitos muchachos salvajes, los cuales resultan considerados “estúpidos”. Gracias por lo que nos corresponde.
Esta maravillosa novedad educativa no es tan nueva y menos maravillosa. Es el resultado de una mezcla de algunos modelos educacionales que se han pretendido imponer en el mundo, inicialmente en Europa, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico –OCDE-, subsidiaria de la Unión Europea y el gobierno norteamericano. De paso la OCDE y las demás naciones lograron enrolar en el intento a la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y a estas alturas andan repartiendo tal genialidad en todos los continentes con el apoyo del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, instituciones encargadas de financiar la instalación de tales modelos y de paso, endeudar a los países por causa de la muy noble intención de educar a las nuevas generaciones.
El modelo, el más difundido hasta ahora, es el denominado STEAM, a partir de las palabras en inglés que lo integran y caracterizan: S: Science, T: Technology, E: Engineering. A: And y M: Mathematics (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). En esas áreas está centrado el proceso educativo. Áreas del saber que igualmente son evaluadas a través de las llamadas pruebas estandarizadas Pisa (Program for International Student Assessment – Programa para la evaluación estudiantil internacional). Todo lo demás, como la literatura, las artes, la filosofía, los saberes de la nacionalidad, son considerados como irrelevantes, simple relleno.
De manera que las bondades que pretenden vender a través del mercado de las redes sociales y otros muchos, son paquetes para timar incautos encandilados por la tecnología y el esnob. Son modelos de homogeneización de los seres, de individuos globalizados, de desarraigo y falta de pertenencia a una tierra que desconocen y desprecian producto de la eliminación de contenidos humanísticos y saberes de la patria, de robotización de los profesionales con el cuento de la competencia y la eficiencia. Seres “sujeto de las sociedades del control” (Deleuze), con altísima especialización pero vacíos de otros saberes, receptores de jugosas remuneraciones, robots obsesivos de la eficiencia, los llamados 7/24, eficiente mano de obra que habita cualquier lugar y ninguno con escasa relación social, asfixiados por la competencia, que hacen parte del denominado “cognitariado”, nueva clase impuesta por el llamado capitalismo cognitivo.
No está demás señalar que el objetivo final de estos nuevos “vendedores de milagros” educativos, es la eliminación por vía de la tecnologización de la escuela y el maestro, para arrancarle al estado el control de la educación. Paquetazo sin clemencia!