Opinión

La caja de colores

26 de junio de 2024

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Néstor Melani-Orozco

La calle siempre guardó la pureza de aquel pueblo de esquinas llenas de encanto, muy frente al almacén El Gato Negro donde se podían contemplar los cristales de Murano e irnos en la música clásica, más las miradas de Don Eleazar y Ángel brioso como un ordenador. Mientras allí estaba con sus arcos de la mampostería de Antonio Ramón Moreno, el lugar de la venta de Don Pablo Rosales, con un mostrador de madera y largos vidrios, entre barriles de madera con almagres y colores en óxidos alemanes, estantes llenos de mercancías, mientras descrita la ventana mostraba los hilos y encajes de Lina, su mujer eterna. Entonces nosotros, escueleros, entrábamos por una puerta para contemplar las cajas de los «Prismacolores» en un valor de 24 bolívares. Y de suspiros salíamos por la otra entrada para regresar a nuestra escuela.

¡Era la maravilla del mundo! Eran los años 60. En el saber de aquellos lugares. De aquellos finos colores. Y la calle real, mientras más abajo la venta de telas de Manuel Paredes Vidal, en la casona donde decían que había nacido Emilio Constantino Guerrero. Más el vendedor de telas mostraba sus versos y sentado en una silleta de cuero, el poeta Teodoro Gutiérrez Calderón escuchaba las memorias del verificador de sueños… Mientras al lado: el Hotel La Casona, de Antonio Pacheco y Alix Teresa Paz, donde programaron la derrota del coronel Castro León, en las numeraciones del General Pablo Flores. Porqué al frente Manuel García, el barbero, en la casona de las señoritas Moret, regañaba a Cristina la niña hermosa. Y de clavos y martillos; Heriberto Labrador, el músico de la banda municipal, reunía los materiales para su ferretería, recién casado con Celina, la buena preceptora. Como de almas la Esquina de Gabino Rodríguez, venido de San Juan de Colón, entre copas, botellas de anís y la casona de Don Ramón García, donde asistían los soñadores a brindar los recuerdos y a reír por el dibujo satírico de Pepe Melani mostrando al mundo en un personaje guindando de una hamaca.

Y de frente los tafetanes y gabardinas de Belarmino como del cantar de los Gallos de Pelea y la carta con el pentagrama de Luis Felipe Ramón y Rivera con la composición «Brisas del Torbes» para la novia primera de La Grita. Todo se dejaba llevar por aquella calle. Desde el mostrador con la caja de colores del almacén de Don Pablo hasta los alambres y clavos de Samuel junto a la romana, donde al frente existió hacia trescientos años la primera iglesia y desde allí Luis Mogollón, su pariente, junto a las salves de los aromas en los inciensos de Ernestina Gandica guardando el piano de la poetisa Isaura entre los perfumes traídos de la India. Mientras de amores y rosas, las esencias de Don Vicente Mora rivalizando desde su botica los remedios del Bachiller Pepe Gandica.

Así estuvieron las imágenes porque frente a la Plaza mayor de aquella Ciudad de La Grita aparecieron las formas del Sastre de Chiguara. Y la tienda de Carlos Ramón Zambrano, el prestamista llegado de San Bartolomé del Cobre. Y de los Suárez colombianos haciendo en la casa del balcón de las Señoritas Camargo una funeraria. Donde Golo traspasaba las claraboyas a la venta del trujillano Ramón Segnini, quién allí de memorias el italiano Pascali mostró máquinas y fulminas de películas. Entre la caja fuerte de la esquina de Francisco Aponte y el temple de los caramelos en la bomba de gasolina de Rafael Escalante. De rezos y el espejo de la oratoria de Ramón Parra con los cachemires devenidos del oriente y los breviarios del Seminario Eudista, escribiendo la vida de Juan Pablo Peñaloza. Más al vecino Francisco Sánchez, hacedor de Don José Galeazzi, y sobre el mostrador de cervezas con los silbatos la escuela de ciclistas de Miguel Correa. Cuando aún veneraban el hostal Táchira de Agustín Barrios.

Todo estuvo allí desde los colores de la tienda de Don Pablo Rosales, de quien su hermano Teófilo se sabía las medidas de las tierras del distrito. Muy al pie de la plaza del Convento o quizás el primer camposanto. Mientras Angelito Duque, muy arriba en la esquina de Escolástico, diagonal a la casa de María Noguera, se aprendía “La Odisea” de Homero en la librería del maestro Ángel María con un inmenso radio Telefunker. En la esquina del maestro Chávez. Nunca supieron los pueblos que el fotógrafo Tulio Leónidas era sobreviviente de la creciente de El Cobre. Y más allá entre harinas y paledonias, las hermanas Ramírez Murillo hacían del pan torcido una ceremonia de siglos. Entre la Botica Baptista y la otra panadería de Antonio Márquez, el padre del piloto del avión «La Vaca Sagrada» de Pérez Jiménez.

Un día de niño entre fiebres de la viruela, encontré debajo de mi almohada la caja de colores y como de un amanecer sonaron las campanas y aún de recuerdos los parlantes de la iglesia en construcción de los ángeles, dejaban sonar la voz del corista: Antonio Rey. Fue en aquel cantar de gallos en el espejo que concedió la luna. Y de los llantos de la lluvia muy después logramos saber de aquella biblioteca que existió en el altillo del almacén del viejo Manuel Paredes Vidal la había llevado al solar de Heriberto, el alguacil de los jueces, y la quemaron. Dolor de cada herida en las penas de La Grita.

Desde el olvido de la sirena del Teatro de Don Ramón Gandica. Como si la bodega del hijo de Antolin Parra, Evangelista, el póster de la iglesia del reverendo Sandoval, donde nunca encendió los morteros para las fiestas de mayo. Han pasado 66 años. Por el cruzar de la verdad, la casona de Inocentes Méndez Noguera la cambiaron por hormigón, como de su Diario de papeles sepias en las puertas para hacer silencios, frente al joyero pamplonés de Los Ríos. Y las esquinas y los recuerdos los borraron los que nunca adoraron las verdades del pueblo… Para volver al lugar de la vitrina de Don Pablo Rosales y contemplar aún los mosaicos y el recuerdo de la caja de colores, donde sólo venden ropa y de goteras se va el tiempo…

 *Artista Nacional. *Cronista de La Grita. *Maestro Honorario. *Doctor en Arte. *Premio Internacional de Dibujo Joan Miró 1986. Barcelona. España. *Miembro Honorario de la Sociedad Bolivariana de New York. *Premio Nacional del Libro 2021. *Honrado con un Salón en su honor en la Gobernación del Táchira. 2022. *La Feria Internacional del Libro 2023, se realizó en su nombre. *Por decreto del Gobernador del Táchira se erigió la Estampilla Fiscal con sus obras bolivarianas. 2024.

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