Opinión

La ciudad comunal sustituirá a la familia por la comunidad familiar

19 de junio de 2021

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Carlos Casanova Leal


La revolución es un cambio de las estructuras políticas, económicas, sociales e institucionales, es la sustitución de las bases fundacionales de la sociedad y su estilo de vida, por otras bases, con valores distintos a los heredados históricamente.

Así encontramos que venimos de vivir de la abundancia a la escasez; de una Venezuela que funcionaba, al país donde nada funciona; de una sociedad con calidad de vida, a la pobreza de todos; de la sociedad de oportunidades, al territorio donde no existen oportunidades; de una sociedad con trabajo, a la sociedad donde no hay trabajo y, por tanto, sin posibilidad de disfrutar de vacaciones; de una sociedad que producía, a la improductiva; el comercio y sus establecimientos desaparecieron, donde los centros comerciales y el llamado centro comercial de las ciudades cerraron, desaparecieron.

Los hábitos, costumbres y valores han desaparecido por imperio de los cambios que imprime la revolución marxista; para una mejor comprensión, revise usted ¿cuáles hábitos y costumbres familiares antes practicaban? Y verá que ya no hace sino una mínima parte de lo que antes convocaba en su familia.

La sociedad venezolana es católica mayoritariamente, y sus gobernantes también lo han sido, pero la revolución no lo es, su propósito es contrario a la religión católica; de ahí, primero el ataque a los obispos y sacerdotes, para luego presentar el “padre nuestro chavista”, en clara idolatría y en claro desprecio de los hechos que revelan que el Padre Nuestro es de los cristianos del mundo entero, proviene de los mismos «labios de nuestro señor Jesucristo”, en el sermón de la montaña (Mt 6,9-13), y por ello es intocable.

Ahora aparece la convocatoria del primer Congreso Chavista de Espiritistas y Cultistas, “conociendo nuestra fe y la espiritualidad ancestral”, ya era conocido el hecho de que de mano de los cubanos la santería, el espiritismo y la magia negra tuvieron auge en las cúpulas militares y políticas de la revolución, la profanación de tumbas como la de Simón Bolívar, y otras, sin excusas para abrirlas, se hicieron en este tiempo chavista.

Resulta obvio un trabajo sostenido por la sustitución de valores, primero en los que modelan tales conductas como los dirigentes chavistas para que sus seguidores lo asuman con facilidad.

Por otro lado, el manifiesto del Partido Comunista proclama la abolición de la familia, y esta revolución, paradójicamente, esconde su carácter comunista detrás del llamado Socialismo del  siglo XXI y del Estado Comunal; las políticas económicas que imponen los gobiernos de égida roja tienen el propósito de crear e incentivar el éxodo de los ciudadanos, concretándose una fractura de la unidad familiar que por la imposición de políticas de miseria obliga a buena parte de la población, que en Venezuela supera ya los seis millones, a emigrar, sin la posibilidad de regresar, abandonando la propiedad de todo lo que tenían.

Ahora, en la Ley de Ciudades Comunales, se sustituye a la familia como célula fundamental de la sociedad, toda vez que ahora la estructura base de la organización política del Estado es la ciudad comunal, representada por los consejos comunales, y nos indica la Ley que la “comunidad familiar” es su embrión.

Por tanto, como lo explica Carlos Romero Mendoza, “en otras palabras, todos aquellos que no son parte de los consejos comunales y de la estructura de la comuna pasan a ser representados, según la Ley, por los consejos comunales y serán considerados no como individuos, sino como integrantes de una comunidad familiar”.

Estas comunidades familiares serán socialistas, imponiéndoles una categoría política, toda vez que la familia, como la hemos conocido, es de pensamiento plural; estas llamadas “comunidades familiares” deben estar registradas ante las ciudades comunales y como tales sujetas, igual que las demás estructuras, al llamado Poder Popular.

Mi papel como ciudadano es manifestarme en contra del Estado comunal y de estas leyes que serán aprobadas en dos meses, y en defensa de mi religión católica. ¿Y Usted?

Dios nos bendice.

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