Opinión

La comunidad internacional y el cambio de agenda

20 de enero de 2018

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La comunidad internacional debe y tiene que cambiar la perspectiva desde donde analiza la situación de Venezuela. La crisis de Venezuela es una diáspora de problemas para los países vecinos y receptores de ciudadanos venezolanos en búsqueda de países democráticos, alejándose del modelo cubano que se apoderó de Venezuela.

Los gobernantes venezolanos arruinaron el país, dejando a la mayoría de los venezolanos en estado de pobreza sin poder salir de ella, a otros los llevó a ser migrantes en otras latitudes; una minoría se hacen milmillonarios, sus entornos de amigos y familiares. Estos nuevos ricos exhiben sus fortunas producto de la corrupción y de la transferencia de riqueza del estado a sus cuentas particulares en esos países, compran fábricas, industrias, medios de comunicación, centrales azucareros, comercios, importadoras y exportadoras, invierten en la industria inmobiliaria; de ese grupito más pequeño se convierten en los exportadores para cumplir con las importaciones del gobierno revolucionario. Por ejemplo, los centrales azucareros en Venezuela están cerrados después de la asesoría de los cubanos, Venezuela compra azúcar de Brasil a los enchufados que previamente ya compraron centrales azucareros, y así para el resto de cosas que se requieran importar desde Venezuela. De esta forma los enchufados ricos tienen un negocio asegurado en la pobreza de los venezolanos, en la importación para las bolsitas de comida. Estos enchufados en el exterior por ser milmillonarios derivado de que sus fortunas son del erario público del país, invierten en las campañas políticas, logrando aumentar la influencia sobre ese estamento político y perfeccionaran las relaciones con un régimen que en Venezuela instauró la miseria para muchos privilegiando la riqueza global de muy pocos.

Los gobiernos en esos países tienen que desembolsar dinero para cubrir las necesidades de los venezolanos que llegan en condiciones de desplazados por hambre, convirtiéndose en una carga para esas naciones, generándose en sus habitantes el lógico rechazo a la presencia cada vez más indigente de los connacionales.

En estas dos circunstancias comentadas los países deben observar que son dos problemas los que les están llegando y que los afectarán en el inmediato plazo. La primera es la cultura del soborno y corrupción de los enchufados ahora en posición de magnates; y la segunda, por las condiciones de precariedad con la que llegan los venezolanos, desplazando mano de obra profesional y las cadenas de pobreza que alimentan los que no logran trabajos para mantenerse.

Los gobiernos deben dejar de mirar la crisis de Venezuela como un problema de Venezuela, ya que los arrastrará como países de la región a nuevas crisis sino cambian la óptica y manera de como aprecian el problema.

No puede la comunidad internacional acompañar diálogos que no resuelven el problema de fondo y estructural. Una elección presidencial no cambia las cosas en Venezuela, no resolverá la crisis; toda vez que la crisis es el modelo comunista que se impone, y no puede seguir la comunidad internacional participando como acompañante de un diálogo donde no hay democracia.

 La comunidad internacional debe entender que el problema de Venezuela les llegó a sus propios países, que los inversionistas  lo son con dineros robados a los venezolanos sustrayéndoselo de las arcas del Gobierno y que van ahora con dinero a sobornar en búsqueda de controlar nuevos gobiernos y países desde la influencia del dinero.

En consecuencia, si la comunidad internacional asume como propio el problema de Venezuela se entraría en niveles superiores de una salida desde la raíz cambiando el modelo y lo que lo sostiene; la constituyente fraudulenta.

La negociación se haría con los dueños de la revolución, no con Maduro sino con Castro, con China y Rusia, toda vez que Venezuela a instancia de Chávez y Maduro se hizo enclave de potencias extranjeras ajenas a nuestra idiosincrasia.

Con elecciones presidenciales no se resuelve la crisis y peor aún se atornilla el régimen. Si la Asamblea Nacional cuando se instaló hubiese convocado una constituyente no estaríamos atravesando por esta desgracia, y más aún si para la validación de los partidos se hubiese permitido las firmas de la constituyente originaria, ya hubiésemos salido con soluciones de esto, ya que es la única forma de solucionar y salir del gobierno del mal. (Carlos Casanova Leal)

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