Eduardo Marapacuto
En su libro «Metapolítica: Transformación Global y Guerra de Potencias», Daniel Estulin nos asoma el término «conspirología» para referirse a un enfoque más amplio y crítico sobre las teorías de la conspiración. A diferencia del término «conspiración», que evoca una idea de un plan oculto y específico, «conspirología» sugiere un estudio más profundo y sistemático de las dinámicas de poder, las manipulaciones y las fuerzas que operan en las sombras del más allá y del más acá.
El autor –a mi modo de ver- busca trascender las narrativas simplistas que muchas veces rodean a las conspiraciones, abriendo la puerta a un análisis que considera los contextos históricos, políticos y sociales que permiten que estas dinámicas operen. Al usar «conspirología», él nos invita a adoptar una perspectiva crítica que examine no sólo los hechos, sino también las estructuras de poder que los sostienen.
En este sentido, la «conspirología» se convierte en una herramienta para desentrañar las complejidades de las interacciones globales, las estrategias de control y las guerras de influencia, en lugar de limitarse a denunciar conspiraciones individuales o episodios aislados. Esto sugiere una visión más holística y reflexiva sobre el fenómeno de los conspiracionismos y sus implicaciones en el mundo contemporáneo.
Contra Venezuela se activaron todas las conspiraciones y la luz roja de la conspiralogía fue la señal para los millones de ataques certeros contra el CNE, contra todas las instituciones del Estado, contra las instituciones financieras, contra las páginas oficiales del gobierno y los líderes políticos. Hicieron mucho daño, pero fueron controlados por el poder constitucional de la República; sin embargo, esas redes profundas de la conspirología están activas y toda su carga es contra Venezuela y contra su pueblo para causar el mayor dolor.
Develada la trama y post 28J, son varios los actores internacionales involucrados en un esfuerzo conjunto para desestabilizar el país y socavar la soberanía de la nación. Entre los principales actores metidos y comprometidos en la acción desestabilizadora están los Estados Unidos, a quien se le atribuye un papel central en el plan ejecutado; que pasa desde financiar planes terroristas y promover acciones intervencionistas. Tanto es así que hace poco se conoció, creo que fue el día miércoles de esta semana, por diferentes medios informativos de Estados Unidos que en ese país elaboraron una nueva lista de sanciones contra Venezuela, contra funcionarios del Consejo Nacional Electoral, del Tribunal Supremo de Justicia y de organismos de seguridad e inteligencia venezolanos, fundamentalmente. A todas vistas se trata de una nueva agresión imperial y una acción terrorista contra nuestra Patria.
Además de los Estados Unidos, también algunos gobiernos de América Latina se prestaron para el juego desestabilizador contra Venezuela, donde inclusive, sus propios mandatarios han salido a tirarle piedras al tejado. Organismos como la ONU y la OEA también tocaron su flautín y se unieron al coro del terrorismo terrenal, que quiere acabar con la revolución, con el Estado y con la República de Venezuela. Para completar la orquesta aparecieron los empresarios, actores económicos, políticos, las redes sociales y los influencers, estos últimos en su papel estelar de payasos de la realidad virtual.
Activos y en combate, mis camaradas. Todas las voces, desde cualquier trinchera son necesarias para mantener la unidad revolucionaria. Todo el apoyo para Nicolás Maduro y la confianza y respaldo pleno para las decisiones que tome el gobierno nacional. ¡Qué así sea!
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas.
Investigador RISDI-Táchira