Opinión

La educación en la protesta

10 de noviembre de 2019

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Gustavo Villamizar Durán

Los movimientos sociales que agitan una buena parte del continente, tienen razones que constituyen, sin duda,  un cuestionamiento de fondo al modelo neoliberal impuesto en las naciones, mediante la intervención del gobierno norteamericano,  organismos multilaterales como el FMI y el Banco Mundial, con la obsequiosa aceptación de gobiernos ligados a las oligarquías criollas y transnacionales. Son diversos los problemas y variadas las combinaciones de ellos en los  países en los que los pueblos están en la calle luchando por sus derechos y el requerimiento de políticas sociales que incluyan los más álgidos y sentidos logros en salud, educación, servicios públicos, protección social, pensiones y jubilaciones, vivienda, salarios dignos, reducción de jornadas de trabajo y otros. En cada realidad aparecen unos u otros, pero en todos está presente el tema de la educación como factor determinante de las intensas protestas o estaliidos.

La causa  de la recurrente aparición de los problemas educativos en la mayoría de los países de América Latina, está íntimamente ligada a los procesos de privatización adelantados en los países que optaron por los modelos neoliberales. Aun cuando el proceso no es nuevo, porque se inició con las reformas educativas de los años 60 y 70 del siglo anterior, su aceleración se produjo a partir de los años 90 y sobretodo en el último decenio de este siglo. En este devenir, los gobiernos decidieron disminuir la inversión educativa –gasto según su criterio- lo cual llevó a una situación difícil a la educación pública, caracterizada por una baja considerable en los salarios y demás beneficios para los docentes, el deterioro de las instalaciones, la escasa dotación de materiales y otras tantas que provocaron reiteradas paralizaciones de la actividad escolar: A partir de allí, se inició una intensa campaña de desprestigio del sector público de la educación que forzó a las familias a evitar la pérdida de tiempo acudiendo a la educación privada. Además, los institutos educativos privados dejaron de ser las misiones sociales de las congregaciones religiosas, para convertirse en empresas participantes en el jugoso negocio de la educación.

Al mismo tiempo, los gobiernos dejaron de crear planteles, eliminaron las escuelas técnicas y agropecuarias, casi abandonaron el preescolar y más aun, los maternales.   A la par de estas medidas y la pertinaz campaña de desprestigio, comenzó a abandonarse el criterio de la educación como derecho compromiso del estado y la sociedad, para hablar intensamente del “servicio educativo”, es decir, que se presta y debe cobrarse como cualquier otro. Poco a poco los empresarios de la educación, generalmente asociados con la banca, fueron haciendo suyos todos los niveles de la educación, tomando en los dos últimos decenios los de pregrado universitario y postgrado, creando nuevas instituciones y ofreciendo un diversísimo abanico de opciones profesionales y de especialización.

En relación a esto, la Federación Nacional de Docentes Universitarios de Argentina –CONADU-  presentó el pasado 5 de noviembre, un interesante informe elaborado por el Instituto de Estudios y Capacitación de esa organización, titulado «Formas de privatización y mercantilización de la educación superior y el conocimiento en América Latina». Se trata de un estudio exhaustivo que tiene como objetivo aportar al debate público sobre el avance de los procesos de privatización y mercantilización de la universidad en la región. En él puede leerse: «América Latina se distingue por tener un 55 por ciento de su matrícula en el sector privado, mientras Europa tiene un 13 por ciento, Asia Pacífico un 36 por ciento y América del Norte un 28 por ciento. Esto implica que   2 de cada 3 universidades en la región son privadas». Lo cual indica expresamente la dificultad para acceder a tales estudios por los jóvenes de los sectores medios y bajos, por lo que aun cuando el negocio es muy rentable, les está creando un gravísimo déficit de profesionales.

Detengámonos, ya para cerrar, a revisar cómo y por qué apareció el extraño fenómeno de la migración venezolana, cuyos principales protagonistas eran jóvenes egresados de nuestras universidades, bien formados, “sin oportunidades para triunfar”, atraídos por los “oasis” neoliberales, los cuales le resultan gratis a los gobiernos y empresarios, además de ceder ante la presión del fracaso, a aceptar trabajos que no realizan los “pitoquitos” de los oasis y para más, recibiendo salarios miserables, sin prestación alguna, hasta  “normalizar su situación legal” y sin mayor opción de ascensos.

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