Palabra malsana. En sí misma es atroz, maligna, sanguinaria. Abominable por miles de millones de seres humanos. Diabólica pues. Guerra suena a conflicto bélico.El mundo está lleno de vivencias. Es una palabra que hace temblar a cualquier mortal. Eso es, guerra implica muerte. Desolación en todos los rincones por donde transita. Pero ella no viaja por voluntad propia. Ella se presenta cuando es azuzada, instigada por intereses particulares. Cuando se le invoca para que intervenga en los problemas internos y externos de las naciones, la guerra pone orden. El horror y el pánico cunden por las calles. Una vez iniciada, no sabemos cuándo termina. Deja huellas imborrables. Cicatrices en las venas de millones de familias que, lejos de ser culpables, pagan con sangre los errores de sus mandatarios. Por ello es que, algunas veces, es tomada como un mal necesario.
En nuestra Venezuela se avecinan tiempos de guerra. Lamentablemente, la luz al término del túnel, que muchos augurábamos como un final feliz, al parecer es irremediable. Todos sabemos lo que en Venezuela está ocurriendo con el llamado “socialismo del siglo XXI”. Es una obsesión de un grupo de compatriotas – camaradas de querer imponer un modelo socialista que en su momento (2004) fue rechazado por la mayoría de ciudadanos. Cabe recordar que ese referendo tuvo una organización de unos 4 meses. Contrario a la “Constituyente” de Maduro, que se llevó a cabo en apenas tres meses. A pesar de que para las elecciones regionales, según el CNE, no había tiempo ni recursos. Vaya usted a creer semejante contradicción.
Volviendo a lo que nos concierne. Hoy, en este momento áspero para los que pisamos esta patria, existe una amenaza de guerra. De invasión o de intervención militar por parte del país más poderoso del planeta Tierra. El presidente Maduro ha llamado a la cúpula del Alto Mando Militar y a la población civil para que estemos preparados para una eventual entrada de marines norteamericanos en la tierra de Simón Bolívar. El discurso sobre este posible evento es altisonante. Hoy las cadenas nacionales tienen como objetivo informar sobre la intervención gringa. De hecho, se acusa a miembros de la oposición de “traición a la patria”, al parecer son los que han llamado al “enemigo” a que los saquen de Miraflores.
Ahora, el soberano comenta que Maduro debe ir al imperio para que les exija a los invasores que Venezuela se respeta. Tal como él lo pregona a viva voz. Es más, hay quienes sugieren que imite a su padre putativo. Es decir, que se presente en cuerpo y alma tal como lo hizo Chávez en su momento, para que nos defienda del “ataque” que el Sr. Donald Trump tiene contra nuestra República. Recordemos que el 20-S de 2006, Chávez fue al mismísimo imperio y allá, en la ONU, puso en su lugar al presidente de esa nación. Entre otros adjetivos, le llamó “diablo”. Esto dijo el difunto presidente: “Ayer vino el diablo aquí (refiriéndose a Jorge W Bush (hijo)…huele a azufre todavía…”. Pues bien, Nicolás Maduro, como mandante del soberano, debe ir a EE.UU. y decirle sus verdades al Sr. Trump. Porque eso de llamarlo por teléfono, como Nicolás dice, no funciona. No hay como decir las cosas “to person to person”. Es más, el próximo martes 12 de septiembre se celebrará la 72ª Asamblea General de la ONU.
@monsalvel
Alfredo Monsalve López