César Pérez Vivas
La limpia verdad ha quedado expuesta a los ojos de la nación y del mundo. La histórica jornada cívica del pasado domingo 28 de julio ha permitido mostrar la decisión de la abrumadora mayoría ciudadana de cambiar el rumbo de nuestra amada Venezuela.
El triunfo claro, limpio e incontrovertible de Edmundo González Urrutia quedó solidificado en la conciencia nacional, y aún los mismos operadores de la dictadura admiten, en su fuero interno, esa verdad que todos conocemos.
Nuestro deber es reivindicar toda la epopeya cívica adelantada a lo largo de estos meses, donde superando todas las tácticas macabras implementadas por la camarilla tramposa, logramos llegar al evento electoral y producir esa impresionante avalancha de votos bajo la cual ha quedado sepultado todo vestigio de legitimidad de quienes han destruido a nuestra patria.
Fracasados todos los intentos por dividirnos y sacarnos de la ruta electoral, la cúpula roja se deslizó al barranco del fraude abierto y descarado. Siempre lo sostuve en el debate realizado en los últimos tres años en los que trabajamos para levantar el espíritu ciudadano, convenciendo a actores políticos, gremiales, religiosos y sociales, de la necesidad de asumir plenamente el desafío de contar voto a voto a Nicolás Maduro.
Nuestro primer esfuerzo, en esta etapa, lo constituyó la solicitud del referéndum revocatorio presidencial. La forma como se violentó el ordenamiento jurídico existente para abortar su tramitación, ya reflejó el terror de Maduro y su entorno al voto ciudadano.
Entonces sostuvimos la tesis de que les resultó fácil no someterse a ese juicio político, establecido en el artículo 72 de la Constitución. Se lo llevaron por delante. Pero, lo dijimos entonces, tendrían que contarse en este año 2024. No había fórmula que les permitiese evadir el mandato constitucional de convocar la elección presidencial para el periodo 2025-2031. Con premeditación y alevosía planificaron perversamente el proceso con el único objetivo de perpetuarse en el poder.
El conjunto de ilegalidades cometidas para tomar ventaja indebida, eliminar a sus verdaderos competidores y/o adversarios requerirán de un ensayo especial para documentarlo y ponerlo en una visión de conjunto. Lo cierto es que nunca habíamos concurrido a un proceso electoral en circunstancias tan desiguales por cuanto se usó de forma inconstitucional, ilegal e inmoral todo el aparato del estado para inclinar la balanza al candidato a la presidencia vitalicia; obstruyendo, violentando, judicializando y saboteando toda la actividad de la sociedad democrática.
Nada de eso impidió la avalancha ciudadana que, de forma cívica, paciente y entusiasta tomó los centros de votación y ejerció su derecho de tal forma, que la cúpula roja no tuvo otro camino que lanzar el zarpazo de desconocer la voluntad ciudadana. Los citamos a nuestro terreno, el ciudadano y democrático, y los derrotamos de forma contundente.
Los dos boletines ofrecidos por el presidente del CNE, junto a su narrativa del boicot al sistema informático del poder que representa, no soporta el más elemental examen lógico y técnico. Más allá de que el comando de campaña de la oposición democrática tiene en su poder las actas de cada mesa, para demostrar ante un árbitro independiente el triunfo aplastante de Edmundo González Urrutia, lo que más hace evidente la limpia verdad de lo acontecido el pasado 28 de julio es el sórdido y oscuro comportamiento de quienes conducen el Consejo Nacional Electoral.
A esta hora, en la que el escribo este artículo, cuando ha pasado una semana del evento electoral, no han demostrado el supuesto boicot al sistema informático, el cual queda negado cuando se ofrecen dos boletines dando como ganador a Maduro, sin que se exhiban las actas de las mesas de votación. ¿Si el sistema fue intervenido como pueden ofrecer y sostener esos resultados?
El poder establecido, si de verdad tuviese la razón, ya habrían colocado en otros sitios web el resultado por cada mesa. No lo hacen porque perdieron en todos los estados y en la inmensa mayoría de los municipios y mesas. La limpia verdad está a la vista. No podrá ser ocultada, ni que sigan buscando fabricar actas o pretendiendo someter con terror a nuestros testigos y dirigentes. Diversos expertos han explicado pedagógicamente la imposibilidad que tienen de hacer tal adulteración.
Está clara la decisión de la camarilla roja de aferrarse al poder usando la presión y la represión, pretendiendo callar las voces de quienes denunciamos la forma, tamaño y alcance del fraude perpetrado. Podrán aplastar la protesta de nuestros compatriotas, llenarán más cárceles de ciudadanos indignados con sus tropelías, cegarán más vidas con sus grupos criminales, conseguirán algunos cómplices más en esta aventura, pero jamás podrán ocultar la limpia verdad que surgió de las urnas de votación del pasado 28 de julio.
En estas circunstancias vale la pena recordar aquí la frase de Don Miguel de Unamuno, cuando la barbarie se presentó a la universidad de Salamanca, en plena guerra civil:
“Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho.”
La limpia verdad no la puede ocultar la fuerza de los colectivos y la represión del aparato del estado-PSUV, ella prevalecerá más temprano que tarde.