Opinión

La mujer de Dalí

29 de marzo de 2023

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“No més  la vida a l’ art romangés a l’ eternitat»   

Néstor Melani-Orozco

Cada sábado de aquella Cuaresma de 1987, de aquel abril de encuentros y de inmensas lecturas, para venirnos en los libros; desde Simond Freu, de Albert Camus, o de las memorias de Geronimus “El Bosco» en una virgen más allá de las connotaciones esotéricas hasta llegar al venezolano Mauro Mejías y saber implorar a las logias del chileno Roberto Mata. De allí, me iba desde Barcelona, en el país catalán hasta Figueras, más de hechos me había leído «El Torero Alucinógeno» y sabía los tormentos del “Túnel» de Ernesto Sábato. Y desde el tiempo, fui de existencias donde estaba el Museo de Salvador Dalí, «Señor del Surrealismo». El mágico pintor onírico y sabio de los elementos literarios, quien ahora los franceses consideran «ser mayor escritor que pintor». Allí, como elementos y la beatitud de las escuelas, del amor perpetuo por una mujer y del divino sueño en el encanto de una poesía viva y eterna. Donde la mujer y musa de Salvador Dalí, entre días enteros logrando percibir las oraciones del arte y del místico aroma del alma en los colores del teatro mágico del poderoso pintor de «Los Relojes Blandos» como del imponente «Cristo del Cabo de Creas” en los rostros de la mujer Rusa, idealista de los secretos de Marx Ernest. Del regalo del poeta Paul Eluar al pintor en Cadaqués y de las evoluciones del credo, cuando Valentina Tereskova, la cosmonauta soviética conquistaba el espacio y del «Mito Trágico de Millet» donde se escribía el escándalo en el Museo del Louvre… para que la musa se convirtiera en amante y diosa del arte de los sueños… Entonces Gala -cuyo verdadero nombre era Elena Ivanovna Diakonova- fue una mujer misteriosa y de gran intuición, que supo reconocer el genio artístico y creador allí donde existía y que, a lo largo de su vida, se relacionó con numerosos intelectuales y artistas del mundo. Mientras ya en aquellos momentos, de nuestras visitas y búsquedas Gala había fallecido en 1982. Allá en el «Castell de Púbol» entre «las rosas del Cristo de los cuatro cubos» hoy en la catedral de San Patricio de New York. Como el «Horario del Masturbador» en el Pompidue de Paris. Entre ser mayor pintor que el Caravaggio, quinientos años después. Más en las provocaciones del Mediterráneo y la connotación del piano convertido en un Clavicornio de Leonardo, para dibujar a Lisa Gheraldine y después de las alquimias saber de Paracelso, como de «Leda y el Cisne» flotando desde las aguas; para decirlo en sus existencias, regresando los siglos para pronunciarlo muy después en las academias. «De hoy pintar mejor que Rafael Sanzio y ser más grande que Velàsquez», lo dijo Dalí, frente al papa Pablo VI.

Así lo entendimos entre las realidades del museo y Gala muerta en el Castillo, donde Dalí trasladó su cama para dormir junto a su tumba. Entre el fantasma del Moisés de Miguel Ángel y los demonios perdidos en los cristales de los viajeros extraterrestres… y del traje de la santidad en el «Báculo de los Papas» con el crucifijo doliente diseñado por el sabio pintor del surrealismo y «Conde de Pubol». Así lo vimos y meditamos; allí en su museo de Figueras tantas veces, y de observar los rostros de Gala, en apuntes inmensos muy fuera de la mediocridad. con excelsa metáfora, única de la poesía. Con lo sublime de la pureza de un ilustrador.

Y vieja Gala junto al joven pianista francés. Para deleitarse escuchando a Dostoiesky, entre las fuentes notables de la connotación humana. Allí, donde fuimos tantas veces, junto a Carmen Balcellts. El pintor Andaluz Chchu de d’ Olamo, para hablarlo tantas veces en los cafés del Paseo de Gracia de Barcelona   y de un descrito mensaje en los palacios de los reyes muertos, volver a los versos de Federico García Lorca y entender la grandeza de una mujer, viajera e inmigrante, quien convirtió al pintor en un dios en la tierra…

Dicho en nosotros en las cátedras y las lecciones de la Llotja, donde hacía un centenario, allí Picasso había estudiado sin terminar su pensum escolar. En las otras realidades del arte.

Desde Dalí, como de los dibujos para «El Quijote de la Mancha» o los pecados capitales, pintados en los colores grabados de la otra «Biblia». Con los encantos de la connotación de un artista, más grande que los verdaderos sueños… fue a través de comprender los delirios de Gala, entre las ceremoniales presencias del maestro y de hacer reflexiones en su Museo. Donde se apreció más de líneas y expresiones el «Gran Depósito de un Sagrado Escenògrafo». Mientras en aquellas interesantes visitas a Figueras, como a Cadaquès en la costa brava mediterránea, aprendimos que Salvador Dalí fue quien cultivó distintos géneros literarios: el diario, la narrativa, la poesía, la teoría de las artes, los textos programáticos y de agitación cultural, e incluso la crítica. Más de haber frecuentado «El Arte Moderno», «El Cubismo», «El Surrealismo» y el poderoso credo del “Dadaismo». Logramos contemplar los verdaderos diseños que realizó para el báculo de los Papas. Y de locuras sus pasiones y sus testimonios como cineasta junto a Alfred Hitchcock, el propio Walt Disney y el torrente de una semilla de trigo naciendo en el desierto. Como en la vida, poder sacarle miel a una espina. Mientras de noticieros Luis Buñuel se moría en México, el compañero de Dalí en el cinematográfico, como del «Perro Andaluz» en los espejos que concedió la luna, entre simbólicas connotaciones de las culturas y de una vida; la Mujer del pintor, guardada en una caja de cristal, para entender las metáforas y escribir el camino hacia Andrómeda. Y desde lo eterno; la muerte del Torero en Ignacio Sánchez Mejías, las puntualidades poéticas de “A las cinco de la Tarde» para pintar en los transparentes mundos, a su «Torero Alucinógeno» y regresar ilustrando las lluvias ácidas destruyendo al planeta…

Así vi a Dalí, en la pureza de un cristo descrito en las nubes del cielo de «Port ligar» y la pertenencia de los siglos, en el aroma del mar y desde cada atardecer; las violetas como tintes del mito con la flor perpetua de la Magdalena para saber escuchar a Bonhorges con la cítara y presenciar a Samuel de Belibeth errante, judío llorando las eternidades. Mientras de los años los tenues colores concebidos a la pureza mágica del pintor. Allí aprendí a conocerlo…  y a descifrar sus presencias, desde el ritual del más destellante dibujante, hasta su ceremonia del divino artista consagrado desde la heredad de William Blake, junto a las transparencias del vino y de la cruz del pontífice de Roma, los dolores del mundo.  Donde los verdaderos son la realidad de las Artes… y el Surrealismo la otra filosofía descrita en los sueños.

¡Porque fue volver con el alma!

 

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 *Artista Nacional.                                             

*Honrado con su nombre en el Palacio de la Gobernación del Táchira. 2022.                              

*Premio Internacional de Dibujo Joan Miró. 1987. Barcelona. España.                 

*Miembro Honorario de la Sociedad Bolivariana de New York. 1996.                                                                   *Cronista de La Grita. 2003.                

*Maestro Honorario 2011.                                                           *Doctor en Arte. 2019.         

 *Premio Nacional del Libro 2021.

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