“Morochito” Rodríguez, la historia dorada del boxeo
27 de abril de 2024
Néstor Melani-Orozco
“Si pudiera volver a los claveles rojos e invocar el color de tus labios, cuando la luna se viste de amor a los sueños del arpa, volvería en mis noches desde la casa del balcón a leer las cartas de tus inmensidades, y me robaría tus ojos ante el juramento, frente a la cruz de mis pecados»… Lo dicen las memorias en la pureza de la novela, descrita en los aromas del tiempo con el encanto de Lucia, la bendita jovencita de la Casa de Isaura, entre los mundos de la poesía, donde vinieron los viajeros y del hermoso y negro piano en la casona de Doña Josefa Melani, se escribieron las manifestaciones del alma. Fue aquel marzo en La Grita del Espíritu Santo, donde se convirtió en la obra sentimental de la ciudad, comarca de las estrellas, con la presencia de las letras; y muy del templo de la escuela edificada en el Colegio Seminario de Monseñor Jáuregui. Y desde allí Emilio Constantino Guerrero, el inmenso jurista y poeta, describió a la joven mujer entre el romanticismo de las huellas de un libro muy viejo en italiano de Mateo Bandelo donde estaba la histórica noche de Verona, quién Shakespeare convirtió en la nota universal. Más de Víctor Hugo con la viva catedral de Paris o del relicario místico de la promesa guardada en el secreto de los sueños. Siendo un 17 de marzo de 1904 donde se abrió a «Lucía» en la Caracas del «Cojo Ilustrado» y con las herencias grítense se escucharon los conciertos del alba, entre los caminos y de las promesas; el testimonio de la mujer en las noches maravillosas de la ciudad, donde se guardaron los misterios de Bolívar en su gloria admirable de 1813, y de un crucifijo barroco de los frailes del convento. Como del candor de la jovencita ante piano reviviendo a Vivaldi y sobre su ternura; el desliz de jurarle la existencia en el sueño de la poesía. Fue de amor en las letras, quizás más allá de Samuel Darío Maldonado, de Rogelio Illarramendi. Como desde las raíces de «Aura de las Violetas» de Vargas Vila llorando en los exilios en La Ermita de San Cristóbal. O el relicario en el espejo de cristal donde se contemplaba en la mujer de un amor platónico y sagrado. Han cruzado 120 años de la novela de amor de La Grita. Mientras la Casa de Lucía Serena, la bella dama que inspiró al escritor, la desmontaron sin saber la noble imagen de su arquitectura de 1826. Y el negro piano de la Poetisa Isaura, lo regalaron a la Escuela de música y los manuscritos de la obra literaria se los llevaron los que nunca entendieron el significado de aquella ilusión. Cuando la novela se convertía en una lección del castellano en la universidad de Illinois, en Chicago. Y Emilio se moría en Río de Janeiro después de haber realizado la primera tesis en el mundo: «Sobre el Derecho Internacional Aéreo». Y que un día, no se encontrara la pluma con que se escribió el juramento, muy detrás de los muros de la sagrada iglesia de los Ángeles. Entonces como fantasmas cruzaron los años y todo se quedó en mil silencios…
*Artista Nacional. *Cronista de La Grita. *Maestro Honorario. *Doctor en Arte. *Premio Internacional de Dibujo Joan Miró 1986. Barcelona. España. *Miembro Honorario de la Sociedad Bolivariana de New York. *Premio Nacional del Libro 2021. *Honrado con un Salón en el Palacio de los Leones. Gobernación del Táchira. 2022. *La Feria Internacional del Libro 2023 se realizó en su nombre a su labor de escritor y dramaturgo.
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