Opinión

La patria es un invento

2 de agosto de 2024

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Porfirio Parada


La patria es un invento

El diálogo y fragmento de la película dura casi dos minutos. Quedó registrado en el cine una de las interpretaciones más recordadas sobre la patria. Padre e hijo, uno haciendo vida en Argentina, el padre en España, en un café, los dos se reencuentran y hablan y definen, y dan impresiones sobre su país. Martín (Hache) realizada en 1997 bajo el lente fotográfico de Adolfo Aristarain. “No se extraña a un país, se extraña al barrio en todo caso, pero también lo extrañas si te mudas a diez cuadras” “el que se siente patriota, el que cree que pertenece a un país es un tarado mental, la patria es un invento”. Un padre sin pasado, rabioso, sin dudar, hablando claramente de su pensar por la patria que dejó y que su hijo le vuelve a mencionar si no la extraña.

¿Qué es la patria? Cómo se come eso, cómo se digiere, cómo se siente. De niños nos enseñaron los símbolos patrios, memorizar frases de Simón Bolívar en el patio central de la escuela, con los nervios o la confianza en frente de todos los niños, profesores y director de la institución. Primeros recuerdos de patria, pero partiendo del diálogo del actor, que es padre, también tengo recuerdos de mi infancia, en la casa materna donde vivía mi abuela en Barrio Obrero. El trayecto de la carrera 19, calle 15, caminando con mi tía Ana, quien ayudó a mis padres a cuidarme y criarme, y no solo a mí sino a varios miembros de la familia por varias generaciones. Caminaba con ella agarrado de la mano y caminábamos por senderos que la gente crea con sus pasos, entre el monte y la tierra, por la Residencia de Gobernadores, bajando y subiendo hasta llegar a la Escuela #5 Simón Rodríguez. Allí estudié, con el recuerdo de mi tía, con su vestido de anciana de flores.

Bueno esta esa otra patria que ves y escuchas de tu entorno, puede ser la patria de tus padres, de la visión que ellos tienen de país, de otros miembros de la familia, de tus primeros vecinos, primeros amigos, las primeras conversaciones, explicaciones, discursos. La patria que vemos en la televisión, en la calle, en las marcas que consumimos, hechas aquí. La patria de los estudios, de los exámenes, con los estudiantes y profesores, de los avisos publicitarios, de los pueblos, de las tradiciones, de algunas esquinas, fachadas de iglesias, árboles y aceras, cuestas y avenidas, casa de familiares, de otras gentes, casas ajenas que recuerdas como propias. El recuerdo de una bodega, de la vereda donde pasabas haciendo mandados, del tiempo perdido que no sabías que perdías matando el tiempo en algún paisaje en silencio con el sonido del viento, sin saber que luego se convertiría en nostalgia.

La patria de los primeros despertares, cuando la conciencia se alimenta de la historia, cuando la mente recrea las luchas independentistas, sus procesos históricos, cuando se empieza a leer o saber de grandes autores de la patria que no solo escribieron de ella sino expresaron otras narraciones, dejando la huella de su país en otras fronteras, la patria de los artistas y cultores que han mostrado su creación, su color, su empeño en mostrar una parte de la nación con sus potencialidades y expresiones. “Uno se siente parte de muy poca gente, tu país son tus amigos y eso sí se extraña, pero eso pasa” “lo único que yo te digo que cuando uno tiene la chance de irse de Argentina la tiene que aprovechar, es un país donde no se puede ni se debe vivir, te hace mierda, si te lo tomas en serio, si pensás que puedes hacer algo para cambiarlo, te haces mierda, es un país sin futuro”. Martin padre le habla al Martín hijo, la gente del café que son actores y otras personas reales siguen hablando y se escuchan los sonidos de los platos y vasos.

De los que se fueron y aunque recuerden por momentos a su tierra, miran su presente en un país de otro idioma para olvidar su patria ya perdida. Los que viven en su patria, pero sueñan con irse, pero viviendo en ella, irse sin arrancarse de sus raíces, contradiciéndose entre el amor y el rencor, sin salir aunque se quede sin más. Y los otros que vienen de otra patria y llegan para quedarse en esta, igual de golpeada y atormentada que la de su país, pero ve en la gente y en su nobleza varios motivos para quedarse y aprender de su acento, de sus sonrisas, de sus colores, de su lenguaje y folklore. Los antipatriotas que usan la patria como máscaras para ser ciudadanos de bien y fomentan la guerra y la violencia, los patriotas reales que murieron con balas mientras ondeaba la bandera de su nación por libertad. Los que creen que hablar de patria es hablar de política y con su política pretenden ser patriotas para aplaudirles y reconocerlos.

“Lo único que podés hacer lo único que puedes pensar, es tratar de sobrevivir o de no perder lo que tenés, el que no se muere se traiciona y se hace mierda, y encima te dicen que todos somos culpables, son muy hábiles los fachos, son unos hijos de puta, pero hay que reconocer que son inteligentes, saben trabajar a largo plazo”. El hijo entre el humo del cigarro, el café, los asientos, el ruido del día, y con el rostro atento a los ojos del padre, escucha con atención la expresión dura y seca, a lo ultimo el padre le dice que está hablando mucho y le comenta sobre una botella de vino para cambiar de tema. La patria de los exiliados y autoexiliados, de los arrepentidos, de los humillados y torturados, la patria del desplazado, del desesperado, la patria del solitario anhelando patria acompañada.

La patria del emigrante que se arrecha de la crisis de su país y se va para buscar mejor vida y del ciudadano que ha vivido toda una vida en su patria en compañía de los peores gobiernos de la historia de su nación. Igual saca su bandera en la fecha patria y la ubica en su ventana. La patria maldita por la muerte y la sangre, la patria bendita que Dios protege, aunque pensamos que estamos desamparados. La patria que se crea en llamadas de larga distancia, entre países y continentes, la patria del sancocho con cerveza, de comida a la leña en una montaña fría. La patria de la playa, de las desuniones familiares, la patria de los fracasos y de los nuevos intentos para fracasar de nuevo. La patria de los buenos y malos, de los empresarios y emprendedores, de los se paran bien temprano a trabajar, de los que piensan en su familia y en un mejor porvenir. La patria de los excluidos y marginados, de los corrompidos y justicieros, de los locos y los visionarios. La patria de la paz en el tormento, sin faltar la patria que está por escribirse, esa que hacen los que están afuera y adentro, desde su trinchera real o imaginaria.

 Porfirio Parada
Lic. Comunicación SocialLocutor de La Nación Radio 

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