Opinión

La responsabilidad, un deber moral

28 de diciembre de 2018

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El vocablo responsabilidad, que no sabemos cuándo se empezó a usar, es trajinado incansablemente por la generalidad de las personas, no siempre con el acierto correspondiente. Pues,  algunas de ellas noconfiesan su propia irresponsabilidad, aunque les sea inocultable.

Si acudimos a los diccionarios encontraremos que el mencionado término alude a obligación, a cumplimiento,  a deber moral, a solvencia. Nosotros, sin saberlo ni quererlo,desde el simpleadvenimiento a este mundoadquirimos involuntariamente una deuda.Con él se nos dio el preciado don de la vida sin costo alguno  y,  más aún, sin siquiera haberlo pedido. Allí  nacióen cada uno de nosotrosuna responsabilidad,una obligación  que debemos cumplir durante nuestra existencia. ¿Cómo cumplirla? El asunto es quererlo hacer, con el talento, con la actuación,con el trabajo material e intelectual que hagamos,con los serviciosque prestemos ala comunidad, al país y a la Humanidad. O sea, con proponernos aser útiles, ahacer el bien.

Indiscutiblemente,  ninguna persona natural o jurídica,como tampoco ninguna institución pública o privada  escapa a esa carga denominada responsabilidad en cualquiera de sus formas. A todos nosagobian obligaciones que debemos cumplir.

Así, por ejemplo, los padres las tienencon sus hijos, y éstos con sus padres; los patronos ante sus subalternos; los empleados y trabajadores con  la empresa; losciudadanos entre sí y con las autoridades competentes. Igualmente, losfuncionarios públicos con los ciudadanos y con el ente gubernamental al que le prestan sus servicios; los concejales, alcaldes y gobernadores  enel estricto cumplimiento de las obligaciones  que les asignan las normas pertinentes.En el mismo sentido,  los ministros, procuradores fiscales, y muy especialmente los jueces, a quienes correspondela noble y delicada misión de administrar  justicia.

El ejercicio del Poder Público, tanto a nivel Nacional,  Estadal o Municipal, acarrea muy serias responsabilidades acordes a sus respectivas jerarquías.Al respecto cabe aquí formular esta interrogante: En un país presidencialista, por ejemplo,¿A quién corresponde la mayor responsabilidad? Naturalmente, a quien ejerza la más alta función administrativa. En el presente caso, al Presidente de la República, quien debe demostrar ejemplar comportamiento ciudadano: respeto, decencia, buen lenguaje, ética y educación, y otras cualidades que le acrediten dignidad para representar al país. Como primer magistrado,le corresponde  asumir  las más altas responsabilidades en el cumplimiento de las normas que le imponen la Constitución Nacional y demás leyes.   Entre las tantas: el absoluto respeto a los derechos humanos y la satisfacción de las necesidades prioritarias de los habitantes del país. Tiene, además, la sagrada obligación no sólo de cumplir sino de hacer cumplir.Con todo ello debe dar el mejor ejemplo de responsabilidad, puesto que el Presidente debe tratar de ser como  el mejor maestro.

(Eliseo Suárez) / [email protected]

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