Eduardo Marapacuto
Amanecía el 9 de mayo de 1945 cuando se firmó en Berlín la rendición de la Alemania nazi ante la Unión Soviética, marcando el fin de la Segunda Guerra Mundial. Una gran derrota y una gran victoria. De allí que la Victoria de la Gran Guerra Patria marca un momento crucial y trascendental en la historia de la humanidad, donde la Unión Soviética (URSS) desempeñó un papel decisivo y determinante en la derrota del nazismo y fascismo en la Segunda Guerra Mundial. La memoria de los sacrificios realizados y el heroísmo demostrado durante esos años siguen siendo los pilares fundamentales de la identidad del pueblo ruso.
Por ello, al conmemorar este hito de victoria no solo honra el pasado, sino que también resuena en este presente de lucha hegemónica y geopolítica, especialmente en un contexto internacional de grandes tensiones y conflictos, donde suenan las balas, los drones y los misiles. Esta historia de lucha contra el nazismo y el fascismo, es la lucha contra ideologías opresivas y expansionistas que se inscriben profundamente en la conciencia colectiva. Contra el nazismo, fascismo y el neofascismo hay que hacer la revolución, hay que consolidar el espíritu revolucionario militante
Desde nuestra perspectiva, el conflicto con Ucrania se presenta como una continuación de esa lucha histórica, donde Rusia se enfrenta una nueva forma de nazismo y fascismo, impulsadas por Ucrania, la Unión Europea y los Estados Unidos, encabezando más de cincuenta países que se han unido en torno a la OTAN para la guerra contra Rusia, pero no han podido ni podrán, porque Rusia los hará morder el polvo de la derrota. Con esta esta analogía busco establecer una conexión directa con el pasado, presentando la participación rusa como una misión de liberación similar a la de hace ochenta años. Al enmarcar la situación actual bajo la mirada de la Gran Guerra Patria, evocamos símbolos y significados arraigados en la memoria histórica que permiten justificar las estrategias de ofensiva y defensiva del Ejército ruso.
Hay que reconocer que tanto Ucrania como Estados Unidos promocionan el nazismo y el fascismo; aunque el fascismo histórico se define por características específicas como el nacionalismo extremo, el autoritarismo, el culto al líder, la supresión de la oposición y la militarización. Analizar si estas características se aplican al contexto ucraniano y a las políticas estadounidenses, consideramos que no requiere un examen riguroso y objetivo para considerar que si lo son.
La amenaza percibida por Rusia justifica la intervención, más todavía cuando las fuerzas neofascistas están intentando imponerse en una región con lazos históricos y culturales con Rusia, lo que significa una amenaza existencial para la Federación Rusa. Desde esta perspectiva se habla de la opresión de poblaciones rusoparlantes, la influencia de ideologías radicales y la expansión de una hegemonía occidental percibida como hostil.
Hemos querido establecer este paralelismo entre la victoria sobre el fascismo en la Gran Guerra Patria y la situación actual, porque al conmemorar los ochenta años de esa victoria, se legitima la intervención rusa como una continuación de una lucha histórica contra el nazismo y el fascismo, ideologías percibidas como opresivas y dañinas para la humanidad.
Hoy 9 de mayo de 2025, al conmemorar el 80 aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria, decimos que el escenario internacional es complejo, marcado por tensiones geopolíticas fuertes, donde se están definiendo las fuerzas hegemónicas y la lucha es a muerte. No obstante, en medio de esas tensiones, la memoria del inmenso sacrificio y el heroísmo del pueblo soviético en la lucha contra el nazismo y el fascismo, Rusia sigue siendo un poderoso símbolo de unidad, resistencia y ejemplo para los pueblos revolucionarios del mundo.
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas. MSc. en Seguridad de la Nación.