Opinión
Las redes dejaron de ser sociales. Cuando el algoritmo y la publicidad desplazan lo humano
jueves 11 diciembre, 2025
*Rocío Márquez
En un artículo anterior hablamos sobre cómo hemos pasado de publicar todo a publicar cero en las redes sociales. Reflexionábamos sobre la nueva estética del silencio digital, ese gesto cada vez más común de retirarse, de no participar, de observar en silencio. Una tendencia que marca el cansancio de exponernos en un ecosistema saturado de imágenes, métricas y vigilancia constante.
Pero esta vez queremos ir más allá: preguntarnos por qué las redes han dejado de ser, en esencia, sociales. ¿Qué ha desplazado lo humano? ¿Qué ha erosionado el intercambio genuino entre personas?
De redes sociales a vitrinas para exhibir productos
Lo dice con claridad el escritor Kyle Chayka: las redes sociales ya no funcionan como espacios para compartir experiencias cotidianas. Lo que antes era común —una foto del desayuno, una frase al azar, una imagen familiar— hoy se siente fuera de lugar. Porque el centro de las redes ya no es el usuario promedio, sino el contenido que puede vender algo.
Las plataformas privilegian a quienes tienen mayor capacidad de generar ingresos: marcas, influencers, celebridades. Y el algoritmo premia lo que produce clics, reacciones y permanencia, no necesariamente lo que es valioso desde una lógica emocional o comunitaria.
El imperio de la publicidad
La transformación es estructural: las redes ya no están diseñadas para conectar personas, sino para mantenernos consumiendo. Lo que antes fue una red de amistades se convirtió en un sistema de atención al cliente disfrazado. Un entorno donde el contenido que vemos está cuidadosamente programado para generarnos deseo, ansiedad o envidia. Todo está orientado a que compremos algo.
Este modelo desplaza lo social y refuerza lo comercial. El feed dejó de ser una línea de tiempo de vidas reales; ahora es un catálogo de productos, estilos de vida aspiracionales y “contenido patrocinado”.
Cansancio y retirada
En este contexto, cada vez más usuarios optan por dejar de publicar. Se repliegan a lo privado, se comunican por mensajes directos o simplemente observan en silencio. El fenómeno no se trata solo de fatiga digital, sino de una percepción cada vez más clara: ya no vale la pena participar. Las redes han dejado de ser un espacio para estar con otros.
¿Qué perdemos cuando lo social desaparece?
Cuando las redes dejan de ser sociales, no solo cambia el uso de las plataformas: cambia también nuestra relación con los demás. Perdemos espontaneidad, cercanía, empatía. Lo social es reemplazado por lo performativo; la conexión por la competencia; el intercambio por la estrategia.
En lugar de compartir la vida, compartimos lo que vende. Y entonces, estimado lector, la pregunta es ineludible: ¿vale la pena seguir llamando “sociales” a estas redes? ¿O deberíamos aceptar que lo que alguna vez fue comunidad hoy es solo mercado?
*Comunicadora social. Doctora en Ciencias Humanas. Profesora de la Universidad de Los Andes, Táchira.
Destacados










