Opinión
“Las victorias más grandes no se escriben en el marcador, se escriben en el corazón”
3 de junio de 2025
María Ninoska García de Morales *
El concepto de victoria tiene múltiples dimensiones que trascienden lo tangible de los trofeos o los números en un marcador. En el ámbito deportivo, educativo y humano, la verdadera trascendencia de los logros radica en el impacto emocional y en las lecciones que moldean a las personas. La historia de Luis Enrique, entrenador de fútbol y padre resiliente, encarna esta idea de manera conmovedora y nos invita a reflexionar sobre el poder de la emotividad como motor para alcanzar metas.
Luis Enrique no solo es un estratega en el campo, sino un símbolo de fortaleza emocional. En 2019, enfrentó la pérdida más desgarradora que un ser humano puede experimentar: la muerte de su hija Xana, de tan solo nueve años, a causa de un cáncer óseo. Su vida se detuvo; dejó momentáneamente su rol como seleccionador de España y se refugió en el dolor, buscando sentido en medio de la devastación. Sin embargo, lo que emergió de esa tragedia no fue un hombre derrotado, sino uno transformado, decidido a honrar la memoria de su hija en cada paso que daba. Su historia es un claro ejemplo de cómo las emociones pueden ser un catalizador para la resiliencia y el propósito.
Luis Enrique Simone, fiel a su carácter disciplinado y visionario, se enfrentó a la temporada 2024-2025 con el Paris Saint-Germain (PSG) cargando sobre sus hombros no solo la presión de alcanzar con el club la gloria europea, sino también el peso de una promesa personal: honrar a su hija Xana. La culminación de este esfuerzo se dio en la final de la Champions League, donde el PSG ganó por un histórico 5-0 al Inter de Milán, la mayor goleada registrada en una final del torneo. Sin Messi, Neymar o Mbappé, Enrique logró construir un equipo basado en esfuerzo colectivo, sacrificio y corazón, transformando a sus jugadores en un grupo unido por un propósito mayor. El triunfo no fue solo deportivo, sino personal y emocional, un tributo a su hija y una lección sobre cómo el amor y la perseverancia pueden superar cualquier adversidad.
En el ámbito educativo, esta narrativa tiene una resonancia profunda. La educación no solo se trata de transmitir conocimientos, sino de formar seres humanos íntegros que puedan enfrentar desafíos con valentía y empatía. Desde una perspectiva pedagógica, el caso de Luis Enrique ilustra cómo las experiencias emocionales intensas, aunque dolorosas, pueden convertirse en lecciones de vida para los demás. Como educadores, tenemos la responsabilidad de fomentar en nuestros estudiantes la capacidad de transformar las adversidades en aprendizajes significativos y darles herramientas para manejar la emotividad de manera constructiva.
La frase «las victorias más grandes no se escriben en el marcador, se escriben en el corazón» cobra un significado especial en este contexto. Aunque Luis Enrique llevó al Paris Saint-Germain a una temporada histórica, ganando la Champions League con una goleada jamás vista, su mayor logro no fue el título, sino la promesa cumplida a Xana. Cada gol, cada esfuerzo en el campo, cada lágrima derramada tras la victoria fue un homenaje a su hija, una forma de demostrar que ella sigue viva en su corazón. Este mensaje trasciende el deporte y nos recuerda que los logros más sublimes son aquellos que están cargados de significado emocional.
Desde el punto de vista educativo, esta historia también invita a reflexionar sobre la importancia de integrar la dimensión emocional en los procesos de aprendizaje. La resiliencia, la empatía y la capacidad de sobreponerse a las adversidades son competencias fundamentales que deben enseñarse tanto en las aulas como en la vida. Los estudiantes, como los deportistas, necesitan aprender que el éxito no siempre está en las métricas externas, sino en el impacto interno que los logros tienen en su crecimiento personal.
Luis Enrique nos enseña que el corazón es el centro donde se gestan las auténticas victorias. Su capacidad para transformar el dolor en motivación y su habilidad para liderar a un equipo con pasión y propósito son lecciones universales. En un mundo que a menudo prioriza los resultados materiales, su historia nos recuerda que el verdadero éxito radica en la conexión con nuestras emociones más profundas y en el legado que dejamos en los demás.
En conclusión, la emotividad no es una debilidad sino una fuerza poderosa que, bien dirigida, puede llevarnos a superar los mayores desafíos y alcanzar metas significativas. Ya sea en el fútbol, en la educación o en cualquier ámbito de la vida, las victorias que realmente cuentan son las que tocan el alma y transforman el corazón. Porque, como lo demuestra Luis Enrique, a veces el marcador es solo un detalle; la verdadera gloria está en el amor y la promesa cumplida.
*Doctora. en Innovaciones Educativas (UNEFA). M.Sc. en Derecho Procesal Penal (ULA). Especialista en Docencia en Educación Superior (UCV) y Derechos Humanos (Unilibre-Colombia). Abogado (ULA). Exdirectora de Relaciones Institucionales de la Asociación Olímpica de Derecho Deportivo de Venezuela (AODDV). [email protected] . WhatsApp +58 426 3764194.