Opinión

Libertad, propiedad privada y sistema económico

14 de junio de 2025

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Carlos Casanova Leal

El valor más importante de la civilización occidental es el de la libertad, constituye uno de sus pilares indispensables hoy, que le permite al ser humano crear y hacer lo que piensa; todo lo que tenemos y vemos, alguien lo pensó, lo diseñó y lo materializó, logrando de ello un beneficio económico personal, surgen en consecuencia los derechos de autor, patentes de creación, por lo que podemos afirmar que la propiedad privada es una manifestación de la libertad individual.

Como ve, aquí tenemos dos aspectos fundamentales del mundo occidental: La libertad individual para crear y la propiedad privada como su proyección para protegerla; estos a su vez como soportes del modelo económico capitalista, enfrentando actualmente cambios sin precedentes impulsados por el avance, la innovación en las tecnologías, en la industria, en la fabricación emergente; y en la inteligencia artificial, lo que hace que la legislación sobre la propiedad intelectual tenga que estar al paso de la misma innovación.

En los sistemas de libre mercado, la libertad está ligada a la libertad económica (que es el derecho de todo ciudadano de dedicarse a la actividad económica de su preferencia, de donde el Estado tiene la obligación de promover la actividad privada), lo cual permite a los ciudadanos tomar decisiones sobre la producción, consumo y ahorro, sin interferencia del Estado. Esta libertad económica, a su vez, se ve influenciada por la libertad de mercado, donde los individuos pueden competir y ofrecer bienes y servicios.

Por otro lado, en los países de planificación económica central y economía controlada por el Estado, la libertad individual está limitada, especialmente en lo que respecta a la libertad económica (definido en el párrafo anterior). En estos modelos la autoridad central decide sobre la producción, distribución y asignación de recursos, dejando poco espacio para la iniciativa individual en la toma de decisiones económicas.

Este es el tránsito que en Venezuela se recorre, de ahí la importancia del diálogo ciudadano, cuando se dice que perdemos la libertad se refiere a esto que les expongo; por ello, por ejemplo, el cubano que está en el malecón viendo el horizonte marino tiene una sensación de libertad al apreciar la inmensidad del mar, pero no es un hombre libre, su creación tiene que estar afectada por lo colectivo, por lo que su creación no representa para el beneficio personal, si tiene una invención no le pertenece cuando la materialice, le pertenece al colectivo, por tanto en Cuba no hay tampoco libertad económica.

Aprendí leyendo a Francisco de Miranda, que no es posible contar con el bienestar colectivo si antes no ha logrado el bienestar individual de cada persona.

La discusión no es con quién se cuadra Venezuela en el concierto internacional, con un imperio contra otro imperio, el debate ciudadano hay que sacarlo de ahí, en razón de que los países con mayor libertad en el mundo suelen ser Singapur, Suiza, Irlanda, Taiwán y Luxemburgo, con economías mayormente libres, esto de conformidad al índice de libertad de los países. Fíjese, no es EEUU, no es China, no es Rusia, no es la Unión Europea; por otro lado, los países que lideran el índice de libertad no están en la disputa de las crisis, salvo Taiwán por el tema de su relación con China.

¿Puede Venezuela tener un camino hacia la prosperidad y el desarrollo? Yo creo que sí, y puedo lograrlo sin estar en la diatriba internacional.

Este es el debate que no dieron los actuales diputados de la Asamblea Nacional cuando aprobaron la ley de las siete T que propone un nuevo modelo económico para Venezuela, se les olvidó el diminuto detalle conforme al cual los países con modelos económicos de planificación central controlada por el Estado conducen a economías menos libres, por tanto más pobres, se les pasó por alto que los modelos de Cuba, Eritrea y Corea del Norte son los mejores ejemplos del fracaso de estas economías para pensar que asumiendo estos postulados seremos prósperos.

No le puedo pedir a quien no es opositor una postura frente al debate, pero al que dice que lo es, era aquí donde tenía que intervenir para señalar que es posible vivir mejor y no en el paradigma del mar de felicidad de Cuba; tiene más responsabilidad el que no levantó la voz para dar un debate, oponerse y advertirle al país el contenido de la ley, que aquel que por disciplina partidista lo aprueba, aun y cuando tenga también responsabilidad.

Dios Bendice a los venezolanos.

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