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23 de noviembre de 2024
Francisco Corsica
Internet da para todo, dicen por ahí. Un profesor de mi facultad lo llama “el mataburro moderno”; otro insiste en denominarlo “el ojo que todo lo ve”. Como podrán notar, son apelativos tan acertados como rimbombantes. El mismo contenido puede ser apreciado de diferentes maneras. Para el caso del turismo, existen folletos en PDF, artículos de Wikipedia, blogs, imágenes en Google, portales que ofrecen alojamientos y tours y hasta vídeos de los mismos turistas mostrando esos lugares.
Venezuela no es la excepción. Aquí han venido youtubers que se han apersonado a lo largo y ancho de nuestra geografía. En la mayoría de los casos, se han enfocado en presentar la deliciosa gastronomía criolla, los exuberantes paisajes y edificaciones, las tradiciones y la jocosa idiosincrasia de nuestro gentilicio. Ya saben, la «otra cara de la moneda». Sin contar sus menciones a los otros hechos que también vivimos, desde la perspectiva del ciudadano de a pie.
Probablemente se hayan topado a uno de ellos por ahí. Quizá, mientras se encontraban en una plaza y ellos pasaron a su lado con su camarita. O si no, ustedes tomaban algo en la feria de un centro comercial y dos mesas más allá filmaban acerca de los precios de las hamburguesas y de los refrescos. Y si han viajado, es probable que otro de los pasajeros haya sido uno de ellos para subir a la red las maravillas con las cuales se iba a topar en su nueva travesía.
Dicho en otros términos, han presentado un relato distinto al de los medios de comunicación tradicionales. Solo abordan temas como la inflación, la migración, el desempleo, la situación política y otros temas sensibles cuando el momento de verdad lo amerita. A la par, gustan de broncearse en el Archipiélago de Los Roques, abismarse ante el imponente Salto Ángel, conocer Isla Paraíso, el teatro Baralt o el Paseo Los Próceres. O si no, degustar el pabellón criollo, las empanadas dominó y las fresas con crema de la Colonia Tovar. ¿Y a quién no le gustaría?
No daré nombres por no ser necesario. Les bastará con escribir en el buscador de YouTube cualquiera de nuestros destinos turísticos para saber de quiénes hablo. Y probablemente, de otros más. Los hay como arroz. Algunos son compatriotas y otros son visitantes extranjeros. Sé de varios porque incluso estoy suscrito a sus canales y disfruto con ellos de sus travesías dentro y fuera de Venezuela desde mi televisor.
Lamentablemente, los critican por esa labor. Simplemente por mostrar «lo otro». Pareciera como si hubiera gente feliz al ver todo hecho añicos y preferirían que no pueda hacerse nada para mejorar nuestro estilo de vida. ¡Qué sociedad tan hostil nos gastamos últimamente! No crean, agota ver tanto cuestionamiento hacia quienes intentar hacer bien las cosas contra todo pronóstico. Solo por esa razón, no ahondaré más en este punto.
¿En serio tenían que venir unos chamos equipados con cámaras y con pasaporte en mano para darnos cuenta que aquí conviven varias realidades juntas? Igualmente, ¿hacía falta que nos confirmaran por enésima vez el país hermoso que habitamos? Yo no creo. Valentina Quintero, con suficiente auctoritas en la materia, lleva años diciéndolo y le asiste razón. Las preguntas iniciales de este párrafo resumen a la perfección el meollo del asunto.
Afrontémoslo, Venezuela es una sociedad de contrastes. Seguramente siempre lo ha sido. La diferencia estriba en que ahora lo vemos por internet y en alta definición. Eso sí, a lo mejor algunas de esas diferencias se hayan acentuado en algún momento. Por eso, los extranjeros que vienen se asombran al ver personas en condiciones completamente distintas entre sí. Gracias a los noticieros, se imaginan un país desolado y no uno tan variopinto como las formas de rellenar una arepa. Se han encontrado con este último una y otra vez.
Como dice esa preciosa canción, “soy desierto, selva, nieve y volcán”. Lo importante es reducir las desigualdades sociales, alcanzar la calidad vida que merecemos en nuestro país y desarrollar ese potencial turístico sin explotar. Mejorar cada día y cuidar de lo nuestro. Agradecerles a los youtubers que la mejor publicidad que pueden brindarnos comienza a encontrarse en las nuevas plataformas audiovisuales y aprovechar esa condición particular de ser uno de los selectos diecisiete Estados megadiversos del mundo.
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