Carlos Casanova
La historia del Táchira se ha escrito en las mismas líneas y páginas donde escribimos la historia de la Iglesia Católica, de la pluma de una sociedad junto a sus sacerdotes predicando nuestra fe, mirando siempre el horizonte, siendo luz disipando sombras.
Así, en ese transcurrir del tiempo, hace 25 años pisó tierras tachirenses el nuevo Obispo del Táchira, Monseñor Mario Moronta, eran momentos muy movidos políticamente donde solo la incertidumbre del nuevo gobierno ocupaba el pensamiento de los venezolanos.
Es Mario Moronta el 5° obispo de nuestra diócesis, todos los anteriores actuaron en su tiempo en distintas circunstancias político sociales; el primer obispo, Tomás Antonio Sanmiguel (1922-1937), luego lo sucede Rafael Arias Blanco, entre 1939 y 1952, posteriormente Alejandro Fernández Feo, quien ejerció durante 32 años, luego Monseñor Ramírez Roa.
La voz de los obispos y del Clero venezolano siempre ha sido un alerta a los gobernantes, presentando sus observaciones, advertencias y reclamos; desde los debates en la Asamblea Nacional Constituyente de 1947 que contó con la participación de los presbíteros Carlos Sánchez Espejo, José Rafael Pulido, José León Rojas Chaparro y Luis Eduardo Vera. En tiempos más recientes la postura del Arzobispo de Caracas, Rafael Arias Blanco, y la interpretación favorable de su Carta Pastoral del 1° de mayo de 1957, ostensiblemente reconocida por todos los factores políticos del tiempo, hizo reflexionar al pueblo.
Le correspondió a Monseñor Mario ser el pastor de una sociedad culta y civilizadora, políticamente muy activa, cuya parte de su historia es la historia de Venezuela del siglo XX, siete presidentes que parió esta tierra que nació liberal.
Soy testigo silencioso de su trabajo, no hay espacio en un artículo para señalar la envergadura de su trabajo, la renovación de la Iglesia, su compromiso con todos y con la frontera en todos los tiempos difíciles por lo que hemos atravesado.
En el transcurrir de 25 años se vinculó tanto a nuestra tierra que ya es uno más de nosotros, cuando se tenía que hablar claro sobre episodios nacionales usted se pronunció, y el país señaló, habló el Obispo del Táchira a donde ya está inscrito y la historia contará cosas que aquí no tengo espacio para hacer.
La voz de los obispos siempre es incómoda para estos gobernantes que por no ser católicos no recogen las palabras de reflexión. Con la verdad no puede haber temor, y usted Monseñor, no lo ha tenido.
Falta mucho por hacer y hay que seguir haciendo, aquí no hay despedidas, aquí seguimos todos y usted con nosotros.
Creo interpretar el sentimiento del pueblo católico cuando le digo: Gracias, Monseñor Mario.
Como siempre, deme su bendición
Dios bendice a los venezolanos.