Alejandro Bautista González*
En la serie de artículos publicados sobre “Reconstruir a Venezuela”, han sido abordados interesantes temas como, por ejemplo: El problema del hambre, la salud, educación, industria petrolera, sector agropecuario e industrial, modernización del sistema de Administración Pública, fuentes de financiamiento para la reconstrucción, tratamiento de la deuda interna y deuda externa, además de señalamientos de obras importantes para generar pleno empleo. Todo ello, como tareas prioritarias que deberá asumir un nuevo presidente o un próximo gobierno democrático que asuma la conducción y rescate del gran país Venezuela.
En corto plazo podrán ser convocadas elecciones presidenciales y elecciones para Asamblea Nacional. No obstante, un obstáculo se avizora en el horizonte político: es la abulia del electorado, cansado y decepcionado por el mal manejo de la administración gubernamental y el alto grado de corrupción existente, la impunidad ante el delito o lo poco eficaz de la justicia para reprimir la corrupción. Y esto es muy grave por la proliferación del mismo. DEBE PONERSE PUNTO FINAL: se requiere que el Ejecutivo nacional asuma políticas efectivas y contundentes, amparadas por leyes drásticas y castigos ejemplares contra este flagelo despreciable que nos devora. Y al contratar o designar funcionarios públicos para asumir responsabilidades y manejo administrativo, se debe actuar altamente exigente y tamizar minuciosamente los candidatos: capacidad, méritos y limpios antecedentes, conducta intachable. Nada de amiguismo o “compañerismo”, sería continuar en lo mismo y no es la idea. Desde su raíz se necesita cambiar esta abominable conducta, empezando desde el hogar y la educación inicial: moralizar el comportamiento humano y asimilar la ética ciudadana son tareas a asumir, con apoyo del mismo Estado venezolano.
Conviene recordar que “Moral” o “conducta moral”, como bien lo define el exsenador y académico, Dr. Édgar Flórez, en documento publicado, “La ética en nuestra sociedad”: la Moral comprende un conjunto de principios, valores y normas de conducta que tienden a regular las relaciones efectivas entre los individuos, o entre ellos y la sociedad”. Por su parte, “Se llama ética o filosofía moral a una de las ramas más antiguas de la filosofía dedicada al estudio de la conducta humana, expresada en conceptos como lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, la virtud, la felicidad, el deber, así como en los sistemas de principios y valores que dichas categorías sostienen. A pesar de lo que su nombre puede sugerir, no debe confundirse la ética con la moral. La ética se va a dirigir, como ciencia que es, al estudio teórico de la moral. Cuando el hombre reflexiona sobre su comportamiento práctico moral nos ubicamos en el dominio de la ética”.
En atención a los conceptos de “moral y ética”, al iniciarse un nuevo gobierno democrático, deberán tenerse presentes algunas consideraciones que mucho ayudarán en la buena gobernanza y gobernabilidad. Así, por ejemplo, basado en el diseño que debe dársele a la tan maltratada Administración Pública, debe considerar por imperio de la ley, en primer lugar; una profunda revisión del estamento legal del llamado Poder Moral o Ciudadano, especialmente referido al órgano contralor, la Contraloría General de la República, a modo de devolverle la credibilidad, respeto y autonomía que tuvo en sus mejores épocas en el ejercicio del control previo y posterior en todos los asuntos en que esté comprometido el patrimonio de la Hacienda Pública Nacional. En segundo lugar, establecer un riguroso concurso de ingreso de profesionales y técnicos al ejercicio de la Administración Pública, en todos sus niveles, que forzosamente deben poseer un título académico y comprobada solvencia moral… En tercer lugar, devolverle el estatus a la vieja Escuela de la Contraloría General de la República (CGR) para convertirla en la Sala de Discusión del análisis de la actuación diaria del organismo contralor y el seguimiento del cumplimiento de las instrucciones dada a los organismos controlados, a modo de garantizar la eficiencia y eficacia de la ejecución de la normativa que debe regir rigurosamente para evitar abusos y extralimitaciones de aquellos que dicen sentirse apoyados por el poderoso de turno.
La corrupción es un «antivalor» intuito personae. El honesto no se hace por ley. La conducta del individuo comienza en el hogar, sigue el ejemplo del aprendizaje que obtiene en sus padres. A la Administración Pública deben ingresar hombres probos y que estén dispuestos a aplicar la ley sin miramiento de ninguna especie ante el más mínimo hecho doloso contra la cosa pública.
Ante la ola de corrupción administrativa, la carencia de valores morales y éticos y, sobre todo, la lenidad de nuestras leyes y aptitud gobernante, invocamos a nuestro Libertador. Su pensamiento está plenamente vigente, sus posturas políticas, geoestratégicas, de intelectual comprometido, de militar formado para la grandeza, para la libertad y en contra de la opresión, de lealtad con las ideas y propósitos de unión y emancipación. Fue celoso e implacable contra los corruptos en defensa de los bienes públicos; en ese afán, promovió leyes y castigos. A tanto llegó que, el 12 de enero de 1824, el Libertador Simón Bolívar decretó en Lima, Perú, la pena de muerte para todo “funcionario público a quien se le convenciera en juicio sumario de haber malversado o tomado para sí de los fondos públicos de diez pesos arriba…”. La “pena” se extendía a los jueces que no castigaran el delito.
El decreto respondió a la voluntad de Bolívar de poner cese a los actos de corrupción de los funcionarios de la naciente república y sentar un precedente para la administración honesta de los recursos del Estado.
Por el bien de la República y sus instituciones, sigamos el ejemplo de nuestro Libertador.
*Doctor en Cooperación Internacional. Integración y Descentralización: Los Desafíos del Desarrollo Internacional (CIID)