Porfirio Parada
Ir regresando de Cúcuta y pasar un 15 de diciembre por Capacho es otra experiencia. La gente reunida, en grupos y dispersos, unos con cohetes y pólvora en la mano. Caminando aceras, cruzando calles. Otros con vasos y celulares, señoras importantes del pueblo en comunicación con autoridades de la iglesia, en la noche cuando se avecinan las misas de aguinaldo. La gente se reúne en la Plaza Bolívar de Capacho Nuevo, y sus alrededores, la tradición lleva muchos años. La gente de allá canta, reza, festeja y se divierte con fe. Le agradecen a Dios, Jesucristo, a la Virgen María, reviven el pesebre navideño en diseños, oraciones, cánticos y estallidos al cielo. Agradecen en grupos y algunos solos, por otro año más vivido y que casi ya termina. En Palmira, aunque no he ido, sus celebraciones por la época decembrina son muy conocidas. Su atracción hace que venga gente de otros municipios de la región. El espíritu navideño se vive, pero también hay carnaval y disfraces, desfile y bailes. Espero no faltar el próximo año.
En los distintos pueblos del Táchira, hay una gran cantidad de manifestaciones artísticas, culturales, y sobre todo espirituales en la época de navidad. Si uno recorre los pueblos en este momento, se encontrará con el propio pesebre andino, muchas casas adornadas, con luces, guirnaldas, la figura de San Nicolas, imágenes alusivas al niño Jesús. Algunos pueblos organizan el Parrandón Navideño, cenas navideñas, quema de pólvora, intercambio de regalos, como pasa aquí en San Cristóbal. Cuadras con gente, paramos y aldeas, tienen algo y tienen mucho de navidad. La hallaca andina, tachirense, no puede faltar como plato y bendición. Una vez la famosa exploradora de la geografía venezolana, Valentina Quintero, le pregunta a Leonor Peña, creadora de importantes libros sobre la región, sobre cuál era la hallaca más rica del país, sin dudar, Leonor le dice la andina, la del Táchira, por sus ingredientes y riqueza en el sabor. Por estos días se verán en muchas calles, esquinas, calles y carreteras, gente con grandes ollas, afuera, cerca donde pasan los carros, cocinando las hallacas, con un pañuelito en la tapa, hallacas hechas con leña, mientras ven la vida pasar.
Una vez me dijo el artista Alí Colmenares, que el espíritu navideño, que la adoración al niño Jesús y su nacimiento, que la tradición y el folklore, que el reconocimiento a la Virgen María, que el sentimiento y espiritualidad andina renovada por muchos años era tal, que por lo menos en la música, en los villancicos venezolanos, y sus derivados que pueda tener, en ritmos y composición, tanto en Mérida como en Táchira se pueden encontrar composiciones únicas y particulares en su estilo, incluso distintas al resto del país. La Paradura del Niño, otros le dicen “Robo” es sin duda otras de las grandes tradiciones que hay en la Cordillera de los Andes, porque Trujillo se incluye en esa manifestación. En algunos hogares en Barinas también se pueden ver estas tradiciones. Eso de esconder al Niño, ir por varios cuartos, recorrer sus esquinas y otros espacios de la casa, mientras se canta, y bendice, y en ese acto de espiritualidad jugar también con el momento, entre cánticos y algunas risas, continuando con la búsqueda. Celebración que no solo se desarrolla en casas, sino en la escuela con los niños y ya los adultos en instituciones y demás lugares de trabajo.
Mi infancia en San Cristóbal es recordar los conciertos de amanecer gaitero en el estacionamiento de la Plaza de Toros, organizados en gran parte por los militares. Guardia Nacional. Los grandes pesebres y adornos en las casas en diferentes lugares y barrios de la ciudad. Por La Concordia, algunas casas en Las Acacias, por el Barrio 23 de Enero. Hay casas con grandes pesebres, llenan la sala y más, otros en el garaje, algunas hasta la mitad de sus casas. Aunque no sea San Cristóbal me acuerdo salir de aquí a San Pedro del Río para la quema de pólvora, mis padres nos llevaban, y una vez fui con mis hermanas. Se que hay mucha gente que no le gusta la pólvora y nada que ver con eso, por los animales y perritos, pero en mi caso, mi abuelo Porfirio Parada, era de los que celebraban la navidad a punta de morteros. Bendecía a Dios por su familia, su trabajo, su vida quemando pólvora. Tradición que papá me enseñó y que hoy por hoy, sigo disfrutando, quizás no con la emoción de niño, pero no siento rechazo.
Estos días son días donde se escucha mucho la música de Billo’s Caracas Boys, Los Corraleros de Majagual, Pastor López, gaitas, villancicos, la salsa de Oscar de León y Héctor Lavoe, se escuchará el merengue de los 80 y 90, no puede faltar Juan Luis Guerra, dependiendo de los gustos, vallenatos y música llanera. Se buscará un tiempo agradable para divertirse en familia y bailar. Las llamadas, y videollamadas, los familiares de aquí con los que viven afuera del país. Encuentros de amigos, partidos de fútbol, solteros contra casados. Y cuando llegué el 25 de diciembre en sus primeras horas se escuchará la música de Chucho Corrales, su voz que está en muchas familias tachirenses. El 25 de diciembre dependiendo de la resaca o el trasnocho, se hará quizás un hervido, o recalentado de la comida que pudo sobrar del día anterior. Algunos buscarán las montañas para salir y disfrutar, buscarán la neblina y los abrigos. Los niños disfrutarán de sus regalos, quienes tuvieron la dicha, los padres observan contentos. Y ya desde el 26 de diciembre otra vez a trabajar con el mismo sacrificio de todo el año, dar el máximo (entre el descanso) en estos últimos días, para llevar el pan y si se puede darse algunos gustos de fin de año.
Lic. Comunicación Social
Presidente de la Fundación Museo de Artes Visuales y del Espacio del Táchira
Locutor de La Nación Radio